Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Leon XIV celebro en la Basilica de San Pedro su primera misa de Nochebuena - Sin Mordaza

    » Sin Mordaza

    Fecha: 24/12/2025 21:03

    El papa Leon XIV celebro este miercoles 24 de diciembre, su primera misa de Nochebuena como Sumo Pontifice, en una ceremonia que comenzo a las 21.30 en la Basilica de San Pedro, con la presencia de miles de fieles y transmision a todo el mundo. Durante la celebracion de la Natividad del Senor, el Pontifice centro su mensaje en el significado del nacimiento de Jesus como luz para la humanidad y afirmo que en el nino Jesus Dios da al mundo una nueva vida, la suya, para todos, destacando la dimension social, espiritual y humana del misterio de la Navidad. Homilia completa del papa Leon XIV: Querido hermanos y hermanas: Durante milenios, en todas partes del mundo, los pueblos han escrutado el cielo dando nombres y formas a estrellas mudas; en su imaginacion, leian en ello los acontecimientos del futuro buscando en lo alto, entre los astros, la verdad que faltaba abajo, entre las casas. Sin embargo, como a tientas, en esa oscuridad seguian confundidos por sus propios oraculos. En esta noche, en cambio, el pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el pais de la oscuridad ha brillado una luz (Is 9,1). He aqui la estrella que sorprende al mundo, una chispa recien encendida y resplandeciente de vida: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesias, el Senor (Lc 2,11). En el tiempo y en el espacio, alli donde estamos, viene Aquel sin el cual nunca habriamos existido. Vive entre nosotros quien da su vida por nosotros, iluminando nuestra noche con la salvacion. No hay tiniebla que esta estrella no ilumine, porque en su luz toda la humanidad ve la aurora de una existencia nueva y eterna. Es el nacimiento de Jesus, el Emmanuel. En el Hijo hecho hombre, Dios no nos da algo, sino a si mismo, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para si un Pueblo elegido (Tt 2,14). Nace en la noche Aquel que nos rescata de la noche: ya no hay que buscarla lejos, en los espacios siderales, la huella del dia que alborea, sino inclinando la cabeza en el establo de al lado. La clara senal dada al oscuro mundo es, de hecho, un nino recien nacido envuelto en panales y acostado en un pesebre (Lc 2,12). Para encontrar al Salvador no hay que mirar hacia arriba, sino contemplar hacia abajo: la omnipotencia de Dios resplandece en la impotencia de un recien nacido; la elocuencia del Verbo eterno resuena en el primer llanto de un infante; la santidad del Espiritu brilla en ese cuerpecito limpio y envuelto en panales. Es divina la necesidad de cuidado y calor que el Hijo del Padre comparte con todos sus hermanos en la historia. La luz divina que irradia este Nino nos ayuda a ver al hombre en cada vida que nace. Para iluminar nuestra ceguera, el Senor quiso revelarse al hombre como hombre, su verdadera imagen, segun un proyecto de amor iniciado con la creacion del mundo. Mientras la noche del error oscurezca esta verdad providencial, tampoco queda espacio para los otros, para los ninos, los pobres, los extranjeros (Benedicto XVI, Homilia en la noche de Navidad, 24 diciembre 2012). Las palabras del Papa Benedicto XVI, tan actuales, nos recuerdan que en la tierra no hay espacio para Dios si no hay espacio para el hombre: no acoger a uno significa rechazar al otro. En cambio, donde hay lugar para el hombre, hay lugar para Dios; y entonces un establo puede llegar a ser mas sagrado que un templo y el seno de la Virgen Maria, el arca de la nueva alianza. Admiremos, queridos amigos, la sabiduria de la Navidad. En el nino Jesus, Dios da al mundo una nueva vida ?la suya?, para todos. No es una idea que resuelva todos los problemas, sino una historia de amor que nos involucra. Ante las expectativas de los pueblos, El envia un nino, para que sea palabra de esperanza; ante el dolor de los miserables, El envia un indefenso, para que sea fuerza para levantarse; ante la violencia y la opresion, El enciende una suave luz que ilumina con la salvacion a todos los hijos de este mundo. Como senalaba san Agustin, tanto te oprimio la soberbia humana, que solo la humildad divina te podia levantar (Sermo in Natale Domini,188, III, 3). Si, mientras una economia distorsionada induce a tratar a los hombres como mercancia, Dios se hace semejante a nosotros, revelando la dignidad infinita de cada persona. Mientras el hombre quiere convertirse en Dios para dominar al projimo, Dios quiere convertirse en hombre para liberarnos de toda esclavitud. Sera suficiente este amor para cambiar nuestra historia? La respuesta llega en cuanto nos despertamos, como los pastores, de una noche mortal, a la luz de la vida naciente, contemplando al nino Jesus. En el establo de Belen, donde Maria y Jose, llenos de asombro, velan al recien nacido, el cielo estrellado se convierte en una multitud del ejercito celestial (Lc 2,13). Son huestes desarmadas y desarmantes, porque cantan la gloria de Dios, cuya manifestacion en la tierra es la paz (cf. v. 14); en el corazon de Cristo, en efecto, palpita el vinculo que une en el amor el cielo y la tierra y el Creador con las criaturas. Por eso, hace exactamente un ano, el Papa Francisco afirmaba que el nacimiento de Jesus reaviva en nosotros el don y la tarea de llevar esperanza alli donde se ha perdido, porque con El florece la alegria, con El la vida cambia, con El la esperanza no defrauda (Homilia en la noche de Navidad, 24 diciembre 2024). Con estas palabras daba comienzo el Ano Santo. Ahora que el Jubileo llega a su fin, la Navidad es para nosotros tiempo de gratitud y de mision. Gratitud por el don recibido, mision para dar testimonio de este don al mundo. Como aclama el salmista: Canten al Senor, bendigan su Nombre, dia tras dia, proclamen su victoria. Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos (Sal 96,2-3). Hermanas y hermanos, la contemplacion del Verbo hecho carne suscita en toda la Iglesia una palabra nueva y verdadera: proclamemos, pues, la alegria de la Navidad, que es fiesta de la fe, de la caridad y de la esperanza. Es fiesta de la fe, porque Dios se hace hombre, naciendo de la Virgen. Es fiesta de la caridad, porque el don del Hijo redentor se realiza en la entrega fraterna. Es fiesta de la esperanza, porque el nino Jesus la enciende en nosotros, haciendonos mensajeros de paz. Con estas virtudes en el corazon, sin temer a la noche, podemos ir al encuentro del amanecer del nuevo dia. La misa marco un momento central del pontificado de Leon XIV, al encabezar por primera vez la celebracion mas significativa del calendario cristiano, con un mensaje orientado a la esperanza, la paz y la dignidad de cada persona, en un contexto mundial atravesado por conflictos, desigualdades y desafios sociales. VIDEO

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por