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» Clarin
Fecha: 24/12/2025 08:45
Mi traje de Papá Noel no resistiría un escrutinio serio. Consta de una máscara de látex con barba algodonosa digna de una película de miedo, un traje rojo que me baila por todos lados y dos pedazos de tela negra a modo de botas para cubrir el calzado. Ni el almohadón que me pongo en la panza sirve para hacerme lucir mínimamente verosímil. La impostación del tono de voz grave que tiene el personaje no me dura demasiado: después del primer “jo, jo, jo” ya empiezo a hablar como siempre. Aun así, los chicos de la casa jamás se han quejado: celebran mi llegada, festejan los regalos y me despiden amorosamente, haciéndome sentir Marlon Brando. Papá Noel / Santa Claus quizás sea el personaje más representado del último siglo. La verdad histórica, que suele tener el espíritu del Grinch, nos dice que está inspirado en San Nicolás de Bari, un obispo católico que vivió en el siglo IV en la actual Turquía y que, curiosamente, jamás pisó la capital de la Puglia, ya que fue adoptado como patrono de la ciudad luego de un riguroso casting en el siglo XI. Desde luego, tampoco era un gordo que andaba por la vida vestido de rojo y en un trineo tirado por renos. Este look fue invento de un pintor norteamericano, Haddon Sundblom, contratado por la Coca Cola en 1931 para darle una nueva imagen al personaje y usarlo en sus campañas publicitarias. De Sundblom se sabe bastante: nació en Muskegon, un puerto de Michigan, el 22 de junio de 1899, trabajó para la Coca Cola retocando su Papa Noel hasta 1966 y murió diez años después en Chicago. Del que no se sabe casi nada es de su modelo: el hombre en el que se inspiró para transformar el rostro enjuto y la mirada severa de San Nicolás de Bari en el risueño gordito de cachetes colorados que se multiplica todos los diciembres. El folclore dice que el verdadero Papá Noel se llamaba Lou Prentice y que era vendedor jubilado. Si hay que creerle a la escasa información que circula de él, diremos que por su oficio (viajante de comercio), el bueno de Lou había desarrollado una personalidad afable y entradora. ¿Cuándo nació? ¿Qué vendía? ¿Dónde conoció a Sundblom? ¿Cobró por prestarle su cara a la Coca Cola? ¿Cuándo, dónde y cómo murió? No se sabe. La vida del Papá Noel de carne y hueso es un auténtico misterio. Puesto a usurpar de nuevo su fisonomía, cargo el ChatGPT con agudísimos prompts (así se investiga hoy en día) y no consigo más que esto: “No existen perfiles de Prentice como sujeto independiente en grandes diarios como The New York Times, Chicago Tribune o The Boston Globe, sino que es mencionado en contextos históricos sobre campañas publicitarias, iconografía navideña y la evolución de Santa como figura cultural”. ¿Y si Prentice también es un mito, uno más en la arquitectura del mito mayor que se ha impuesto globalmente? Entonces lo construyo a medida: elijo creer que existió, que fue un viejo cascarrabias, que hizo juicio cuando vio su cara en las publicidades y que llegó a un acuerdo jugoso a cambio de diluirse en la historia. Ponerme la máscara de Papá Noel tendrá ahora un nuevo sentido. Sobre la firma Newsletter Clarín
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