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» Diario Cordoba
Fecha: 24/12/2025 07:22
Fernando Bernal, enfermero de 27 años, es uno de los muchos cordobeses que pasarán la Navidad lejos de casa por motivos laborales. Trabaja en Madrid y este año le ha tocado cubrir turnos clave en Nochebuena y Nochevieja, lo que le impide regresar con su familia. «He tenido muy mala suerte con las guardias y va a ser imposible bajar a Córdoba y estar con mi madre», lamenta. La Navidad es una fecha en la que muchos cordobeses aprovechan para regresar a casa y reencontrarse con sus seres queridos. Sin embargo, hay otros que no pueden volver y se ven obligados a pasar estas fechas lejos de su ciudad, ya sea por motivos laborales o personales, incluso afrontando en soledad los días más señalados. A esta realidad se suman las personas migrantes que viven en Córdoba y que han hecho de la ciudad su nuevo hogar, construyendo una Navidad propia en la que conviven las tradiciones de su país de origen con aquellas que han ido incorporando con el paso del tiempo. Porque en Navidad también se celebra en la adaptación, en los pequeños gestos y en la forma de mantener vivos los vínculos, aunque sea desde la distancia. Las guardias, un obstáculo Aunque no realiza guardias nocturnas de 24 horas, Fernando trabaja las tardes del 24 y del 31 de diciembre y vuelve a entrar al día siguiente, una combinación que hace inviable cualquier desplazamiento. «Salgo a las diez de la noche y no me da tiempo físico a coger un tren. Y si lo cogiera, llegaría a las doce», explica. En su servicio, las noches señaladas se reparten por sorteo, teniendo en cuenta lo ocurrido el año anterior. «Al final alguien tiene que pringar. Somos varios enfermeros y hay que cubrir Nochebuena, Nochevieja y Reyes», señala con resignación. En un primer momento, reconoce que la noticia le dolió, pero con el paso de los días ha optado por relativizarlo. «Cuando vi que no podía cuadrar nada, lo di un poco por perdido y también intenté ayudar a compañeras para que ellas sí pudieran irse», cuenta. La situación familiar tampoco ayudaba: su hermana, que también vive en Madrid, tampoco podía bajar y su madre, que trabaja como pinche de cocina en el Hospital Provincial de Córdoba, tampoco tenía margen para desplazarse. Aun así, Fernando no pasará solo las fiestas. La Nochebuena la compartirá con su tía política, con cuya familia siempre ha mantenido una relación muy estrecha, y la Nochevieja la celebrará por primera vez con la familia de su suegro. «Al final me han acogido dos familias distintas», dice agradecido. Pese a ese apoyo, admite que estas serán sus primeras Navidades completas sin volver a casa. «Siempre nos habíamos apañado de alguna forma, aunque no fuera en Nochebuena», explica. Lo que más echará de menos no es tanto la fecha como el significado: «Mi madre, su comida y mi casa. La Navidad es ese momento en el que vuelves y te sientes seguro en tu hogar. Este año eso no lo voy a tener». Lejos de las tradiciones Lucía Montilla es otra cordobesa que este año tendrá que pasar las fiestas lejos de casa. A sus 27 años, tras dos años trabajando en RTVE, se quedó en paro y recientemente ha sido llamada para cubrir una vacante en Madrid. Una oportunidad laboral que llega en fechas complicadas y que ha condicionado por completo su Navidad: se incorporó el pasado día 18 y, al hacerlo, todas las vacaciones acumuladas se liquidaron con el finiquito. Desde entonces, apenas ha generado días libres y debe trabajar todos los días salvo el 25 de diciembre y el 1 de enero. «He llegado la última y cuando entré ya estaban todas las vacaciones repartidas», explica. Esa circunstancia le ha impedido elegir ni siquiera una jornada libre para regresar a Córdoba. No podrá pasar por Córdoba ni en Nochevieja ni en Reyes. «Me he hecho a la idea, pero no es fácil», reconoce. La pena es especialmente grande por perderse las tradiciones familiares. «Perderme la Navidad en mi casa es perderme un momento importante», confiesa. El día de Reyes es lo que más le duele: «En mi familia es muy especial. Preparo los regalos con mi madre, los envolvemos juntas... no estar ese día me da mucha pena». También tendrá que renunciar este año a una de sus tradiciones más queridas: la visita a Rute para ver el belén de chocolate. «Llevaba muchos años sin ir y este tenía muchas ganas», lamenta. La Nochebuena la pasará con la familia de su pareja, pero la Nochevieja muy probablemente la afrontará sola en Madrid. «Aún no sé qué haré», señala. Lo asume con resignación y con un deseo claro: que este sacrificio sea puntual. «Espero que este sea el primer y último año que me toque vivir unas Navidades así». Una Navidad, dos tradiciones La comunidad rumana forma parte desde hace décadas del paisaje social de Córdoba y, con el paso del tiempo, sus tradiciones navideñas se han ido mezclando de forma natural con las españolas. Es el caso de Gabriela Stan, que lleva 23 años viviendo en la ciudad y que cada diciembre celebra unas fiestas «dobles», en las que conviven las costumbres de su país de origen con las adquiridas en España. En su familia, la Navidad comienza oficialmente el 6 de diciembre, una fecha muy señalada en Rumanía por la celebración de San Nicolás —Papá Nicolás—. Esa noche, explica Gabriela, los niños limpian sus zapatos y los dejan junto a la puerta o la ventana para que, al amanecer, aparezcan llenos de dulces, fruta o pequeños regalos. La celebración continúa el día 25 de diciembre, cuando la familia se reúne tras acudir a misa para compartir una comida tradicional rumana, muy distinta a la española. En la mesa no faltan platos elaborados con carne de cerdo, muy típicos de Rumanía. No obstante, los años en Córdoba han hecho que esa mesa sea hoy una mezcla de culturas gastronómicas en la mesa. Otra tradición muy arraigada es la de los villancicos. En especial entre las familias con niños pequeños, los más jóvenes recorren casas de amigos y familiares cantando canciones tradicionales en rumano desde antes de Navidad y hasta el 1 de enero. A cambio, reciben dulces o algo de dinero. Aunque en la tradición rumana no existe la celebración de los Reyes Magos, muchas familias han ido incorporándola, sobre todo aquellas con hijos pequeños. «Primero Papá Noel y luego Reyes», dice entre risas, «es mejor para los niños». Ella reconoce que esa mezcla es ya habitual y que refleja una integración natural: «Vivimos aquí, tenemos nuestra familia aquí y es normal compartir tradiciones». Para el padre Iuan, párroco desde hace año y medio del único templo ortodoxo de Córdoba, la Cuaresma es un periodo «muy especial», que se vive de forma «mucho más intensa que en España». En lo que respecta a la Navidad, el día central de la celebración es el 25 de diciembre, y no la Nochebuena, ya que es entonces cuando acuden a misa y se reúnen en familia para compartir una comida tradicional rumana. «En Nochebuena no hacemos nada especial. ¿Qué sentido tiene celebrar que Dios ha nacido un día antes?», se pregunta el sacerdote, que reconoce que aún trata de comprender algunas costumbres españolas. El propio día 25, alrededor de 50 o 60 personas se congregan en la iglesia para rezar y celebrar la Navidad. Después, cada familia regresa a su casa para preparar la comida festiva. «Es un momento muy familiar», explica Iuan. En los hogares, añade, el ambiente es «más contenido y diferente, no tan festivo», ya que la tradición y la religión tienen un peso mayor. La Navidad de los migrantes Daniela, venezolana afincada en Córdoba desde hace siete años, sabe bien lo que es trabajar cuando otros celebran. Durante años, ligada al sector de la hostelería, la Navidad y el Año Nuevo han sido para ella sinónimo de jornadas largas y cenas improvisadas. «Había años en los que trabajaba hasta las nueve o diez de la noche, llegaba a casa, cenaba cualquier cosa y me acostaba», recuerda. En otras ocasiones, incluso, le tocaba cenar deprisa para volver al trabajo de madrugada. Este año, sin embargo, la situación ha cambiado. Daniela acaba de abrir su propio negocio, lo que le permitirá trabajar solo hasta mediodía y disfrutar de una cena más tranquila. Además, el día 25 no tendrá que trabajar. Aun así, la forma de celebrar la Navidad dista mucho de cómo lo hacía en Venezuela. Allí, explica, las fiestas tienen un carácter mucho más colectivo. «En España la gente suele reunirse solo con su grupo cercano. En Venezuela nos juntamos todos, aunque no nos conozcamos», relata. En su familia, muy numerosa, la casa de su abuela era el punto de encuentro. «Era el nido de todos», dice con nostalgia. Las celebraciones se extendían a un gran patio donde se montaban mesas interminables para comer y cenar juntos. La comida es uno de los grandes símbolos de esas reuniones. El plato estrella es la hallaca, una masa de maíz rellena de ternera, pollo y cerdo, acompañada de pan de jamón, pernil al horno, ensaladas y postres caseros. «Eso no se hace en un día. Se hacen cientos», explica. En su casa llegaban a preparar entre 200 y 300 hallacas para toda la familia. Más allá del 24 y el 31, las celebraciones en Venezuela se prolongan durante todo diciembre: el Día del Espíritu de la Navidad, el novenario del Niño Jesús o reuniones que simplemente sirven de excusa para verse. «La clave es mantener la unión familiar», resume. En España, Daniela intenta mantener al menos parte de esas tradiciones, sobre todo a través de la comida. Sin embargo, reconoce una realidad que se repite entre muchos migrantes: «A veces parece que, como venimos de fuera, se da por hecho que no tenemos familia o que no celebramos la Navidad». Eso, dice, se traduce muchas veces en los horarios más duros. «A los migrantes casi siempre nos tocan los turnos más pesados». Este año celebrará la Nochebuena con su pareja y algunos amigos, aunque de forma breve. «Comemos rápido y a las doce muchos se van a trabajar», explica. No es la Navidad multitudinaria de su infancia, pero sí una forma de resistir la distancia y mantener vivo el espíritu de reunirse, aunque sea por unas horas. n Suscríbete para seguir leyendo - Mercadona abrirá un nuevo supermercado en la zona oeste de Córdoba - El tercer premio de la Lotería de Navidad toca en Córdoba y en Montilla: el 90.693 trae la suerte - ¿Quién está detrás de los nuevos barrios de Córdoba? - Cortada la N-432 a la altura del Lobatón tras un accidente de tráfico - La reina de Portugal que nació en Córdoba y fue bautizada en la Mezquita-Catedral
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