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  • Espia uruguaya revelo como favorecio a los ingleses en 1982 - Diario Prensa: Noticias de Tierra del Fuego

    Usuhahia » Diario Prensa

    Fecha: 24/12/2025 01:54

    Desde Mar del Plata espio el movimiento de los submarinos ARA Santa Fe, ARA San Luis y ARA Santiago del Estero durante la guerra de Malvinas. Hija de britanicos, Ruth Morton rompio el silencio a los 97 anos de edad y conto a la prensa que, oculta en un edificio abandonado, desde donde podia ver las salidas de las unidades de la Armada Argentina, suministraba informacion al Reino Unido. La uruguaya Ruth Morton, a poco de cumplir un siglo de vida, decidio contarle al mundo lo que hizo, sin remordimientos de ningun tipo y, por el contrario, orgullosa de haber servido al Reino Unido, el pais de origen de sus padres. A 3 anos de celebrar sus 100 anos de vida, de tez blanca y ojos azules, Ruth Morton decidio contar una historia que habia guardado durante mas de cuatro decadas. Ella nacio en Montevideo, es hija de padres britanicos, y se define siempre como anglouruguaya. En 1982, mientras Argentina y Gran Bretana se enfrentaban por las Islas Malvinas, ella se alineo sin dudarlo con la bandera del Reino Unido y se convirtio en una pieza silenciosa del engranaje de inteligencia britanico en el Atlantico Sur. Su infancia transcurrio bajo reglas estrictas. Sus padres, Eddie y Margaret, evitaron que se relacionara con ninos uruguayos y la criaron dentro del circulo cerrado de la colonia britanica. Yo decia que era inglesa, recordo. Esa identidad no fue solo cultural: decadas antes de Malvinas, la familia Morton ya habia sido parte de operaciones secretas durante la Segunda Guerra Mundial. Su padre trabajaba en las oficinas centrales del ferrocarril en Montevideo, un punto estrategico que funciono como brazo de la inteligencia britanica. Alli recluto a sus hijas mayores para interceptar, traducir y transcribir mensajes confidenciales. Ruth tenia apenas once anos cuando comprendio que pertenecia a una familia de espias y que el silencio tambien era una forma de lealtad. Treinta y siete anos despues del fin de la guerra en Europa, los servicios britanicos volvieron a tocar la puerta. Esta vez fue su hermana Miriam, contadora de la embajada del Reino Unido en Montevideo, quien la convoco. Ruth tenia 53 anos, estaba casada y tenia una hija. Acepto sin dramatismo. Su mision era clara: vigilar los movimientos de los submarinos argentinos en la base naval de Mar del Plata. Observo durante semanas al ARA Santa Fe, el ARA San Luis y el ARA Santiago del Estero. El puesto de observacion era tan precario como riesgoso. Se escondia bajo las tablas de un edificio semiderruido, arrastrandose por un espacio minimo que le ofrecia una vista directa del puerto. Era arenoso, sucio y muy incomodo. Me salieron ampollas en las rodillas y en los codos, pero despues me acostumbre, conto. No hablaba de miedo ni de emocion. Solo debia ser precisa. Palabra por palabra. La informacion no se transmitia de manera directa. Cuando detectaba movimientos, debia tomar dos colectivos hacia el interior, usar un telefono publico y llamar a un contacto anglo-argentino que le indicaba otro numero distinto cada vez. Del otro lado de la linea, siempre una voz con acento britanico. No nos gustabamos, admitio. Un dia, ese intermediario desaparecio y con el tambien los fondos para gastos. Para subsistir, Morton empezo a tejer gorros con la inscripcion Mar del Plata, que vendia a traves del portero de un hotel. En medio de esa rutina clandestina, encontro una compania inesperada: un carpincho viejo y sociable que se acercaba al refugio improvisado. Compartian comida y silencio. Una noche, un disparo desde el mar impacto en el lugar donde se escondian. El proyectil mato al animal de lleno. Me salvo la vida. Podria haber sido yo, dijo, sin alzar la voz. Tras ese episodio, recibio la orden de abandonar el puesto. Desde Montevideo, una agente identificada con el nombre en clave Claire dio por terminada la mision. Tiempo despues, Morton recibio un reconocimiento firmado por fuerzas britanicas y una fuente de plata. No lo celebro. Me molesto. No lo hice por eso. Pense que era lo que debia hacer, afirmo. Durante decadas no hablo. Ni siquiera su hija conocia la historia. Recien ahora, cuando el tiempo ya no exige silencios, Ruth Morton decidio relatar como decidio ser una enemiga de Argentina y una herramienta clave para favorecer al Reino Unido, por el que estuvo a punto de jugarse la vida y de financiar gastos tejiendo gorros con sus propias manos inclusive.

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