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» Rosario Plus
Fecha: 23/12/2025 13:45
El Concejo Municipal analiza un proyecto de ordenanza que propone una actualización integral del control y la prevención de ruidos y vibraciones en Rosario, con el objetivo de dejar atrás una normativa vigente desde 1972, considerada obsoleta, insuficiente y desalineada con los estándares científicos actuales. La iniciativa plantea un cambio de paradigma: pasar de un esquema meramente sancionatorio a una política pública integral, basada en la prevención, la planificación y la protección de la salud. La normativa que hoy rige en Rosario fue dictada en gobierno de facto, y en más de cinco décadas nunca fue revisada, a pesar de los profundos cambios urbanos, tecnológicos y sociales, según plantearon las autoras de la iniciativa, las concejalas Fernanda Gigliani y Norma López. Según los fundamentos del proyecto, la contaminación sonora creció de manera sostenida y se convirtió en un problema estructural de las grandes ciudades, con impactos directos sobre el bienestar de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce al ruido ambiental como uno de los principales factores de riesgo para la salud pública, vinculado a trastornos del sueño, estrés crónico, enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y pérdida auditiva, con especial incidencia en niños, personas mayores y trabajadores expuestos de manera continua. Los límites recomendados por la OMS son, además, sensiblemente más bajos que los permitidos por la ordenanza rosarina vigente, lo que implica que aun cumpliendo la norma actual no se garantiza una adecuada protección sanitaria. El proyecto también retoma un antecedente clave: en 2015, la Defensoría del Pueblo de la Nación exhortó al municipio a actualizar la regulación, advirtiendo que los valores admitidos no prevenían daños a corto ni a largo plazo y reclamando herramientas de gestión integral del ruido urbano. A eso se suma un diagnóstico técnico crítico sobre la ordenanza actual, que utiliza métodos de medición obsoletos, normas derogadas o inexistentes, procedimientos impracticables y carece de regulación específica sobre fenómenos centrales como el ruido del tránsito, los locales recreativos o las vibraciones. Frente a este escenario, la iniciativa propone crear un Sistema de Prevención y Control del Ruido y las Vibraciones (SPCRV) para todo el ejido urbano. El sistema establece como responsabilidad del municipio el diseño de políticas activas para prevenir, controlar y reducir la contaminación acústica, y define como autoridad de aplicación a la Secretaría de Ambiente y Espacio Público municipal. ¿Cómo controlar? Entre las herramientas centrales se incluyen la exigencia de estudios de impacto acústico para obras, emprendimientos y actividades con potencial impacto sonoro; la realización de inspecciones de oficio; la posibilidad de aplicar clausuras preventivas y decomisar equipos; la emisión de certificados de aptitud acústica para habilitaciones; y la elaboración de un Plan Acústico Municipal. Un punto clave es la creación y actualización periódica de un mapa de ruido de la ciudad, pensado como instrumento de diagnóstico y planificación. El proyecto incorpora además un Consejo Asesor sobre Ruido y Vibraciones, integrado por universidades públicas y especialistas en audiología, foniatría y disciplinas afines, con el fin de aportar respaldo técnico y científico a la implementación de la norma. También se establece un glosario técnico actualizado que busca homogeneizar criterios, brindar seguridad jurídica y adecuar la regulación a estándares internacionales. En materia operativa, la propuesta introduce criterios modernos para regular fuentes fijas, tránsito vehicular y vibraciones. Reconoce al tránsito como una fuente colectiva de contaminación sonora y define indicadores técnicos de medición y niveles de intervención, que van desde la simple vigilancia hasta la adopción de medidas correctivas inmediatas. Asimismo, habilita la creación de Zonas Protegidas o Reservas Sonoras, como áreas hospitalarias o residenciales sensibles, donde deberán mantenerse niveles más bajos de ruido. Los límites sonoros se establecen de manera diferenciada según el tipo de área y el horario, con una implementación progresiva: durante los primeros años se admiten márgenes más altos, que se reducen gradualmente hasta alcanzar los valores definitivos a los cinco años de vigencia. Para el caso de ruidos con contenido semántico, como la música o la voz, se fijan criterios más estrictos cuando afectan la inteligibilidad. Desde sus fundamentos, el proyecto se apoya en el derecho constitucional a un ambiente sano y en los principios de prevención y precaución de la Ley General del Ambiente, que obligan también a los gobiernos locales. Con respaldo de especialistas, universidades y organizaciones locales, la iniciativa busca alinear a Rosario con experiencias similares desarrolladas en otras ciudades del país y del mundo. En síntesis, la propuesta plantea una actualización profunda y estructural de la política municipal sobre ruidos y vibraciones, con base científica, enfoque preventivo y una mirada integral sobre la salud y la calidad de vida urbana.
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