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Parana » Inventario22
Fecha: 23/12/2025 07:39
¿El próximo basural del mundo? Alertan por el impacto ambiental de la importación de ropa en Argentina La importación de fardos de ropa subió 26.000%. Las consecuencias del fast fashion en riesgos sanitarios, ambientales y económicos 22/12/2025 11:53 109476 3.74 minutos. La Fundación Pro Tejer alertó por el aumento “explosivo” de la importación de fardos de ropa usada por peso sin los debidos controles sanitarios, al punto que en la actualidad representan el 11% de toda la indumentaria que ingresa al país, generando consecuencias perniciosas no solo desde el punto de vista económico sino también ambiental y social. “¿Queremos que Argentina sea el próximo basural del mundo?”, planteó la entidad en redes sociales, además de detallar cómo en los primeros diez meses de 2025 la importación de ropa usada tuvo un incremento interanual del 11.728% en dólares y del 26.538% en kilos. En ese sentido, en un mensaje por Instagram, advirtió que el grueso de la ropa proviene del desierto de Atacama, en el norte de Chile, e ingresa por la Aduana de Jujuy, por donde se receptó el 84% del total de ingreso de ropa usada a la Argentina. Asimismo, se señaló que la mayor parte de la ropa usada importada de esa procedencia es de poliéster, que no es biodegradable, “libera microplásticos y presenta grandes dificultades para su reciclaje o incineración segura, debido a los químicos utilizados en su fabricación”. Un incremento exponencial Pro Tejer indicó que “la importación de ropa usada en la Argentina ha estado históricamente restringida por razones de salud pública, higiene, seguridad de productos y protección de la industria local”, y que si bien desde 2022 esa prohibición dejó de renovarse, tanto ese año como el 2023 no registraron volúmenes considerables. “Sin embargo, a partir de 2024 y especialmente en 2025, se observa un crecimiento exponencial que modifica de manera significativa la dinámica del mercado”, y que en los primeros diez meses del año en curso, las importaciones de ropa usada treparon a USD 3.732.384 FOB y 3.521.456 kilos. Con ese incremento, la ropa usada pasó a representar el 11% del volumen del total de importaciones de indumentaria, informó la entidad. El principal punto de ingreso de la ropa usada es la Aduana de Jujuy, que con 2.970 toneladas concentró el 84% del volumen total, y la procedencia casi absoluta es del denominado “cementerio de ropa” de Atacama Fast fashion Pro Tejer precisó que “el crecimiento de la importación de ropa usada debe analizarse en el marco del modelo global de fast fashion, uno de los sectores más contaminantes a nivel mundial”, basado en “la producción acelerada, masiva y de bajo costo productivo en términos laborales, impositivos y ambientales, lo que genera excedentes estructurales de prendas que no encuentran salida en los mercados de origen”. “La experiencia del desierto de Atacama en Chile constituye una advertencia ambiental concreta: cuando los volúmenes importados superan la capacidad de reutilización y no existen sistemas adecuados de clasificación, higienización, reciclaje y disposición final, millones de prendas terminan acumulándose como residuo textil masivo, con impactos ambientales persistentes y de largo plazo”, alertó. En cuanto a los riesgos sanitarios, la fundación aseguró que “los textiles usados pueden contener hongos, ácaros, bacterias, agentes alérgenos y residuos químicos”, que pueden afectar “de manera diferencial a niños, personas con piel sensible, pacientes con patologías preexistentes y sectores vulnerables”. “Además, cuando las prendas no logran venderse y se descartan localmente, el costo de su gestión —recolección, disposición y tratamiento— se traslada a municipios, provincias y al Estado nacional, generando una carga fiscal y ambiental adicional por residuos que ingresan ya en condiciones de descarte”, acotó. Certificación insuficiente Al respecto, indicó que “en los últimos días se anunció la incorporación del requisito de certificado de desinfección como condición para la importación de ropa usada”, una exigencia que “resulta claramente insuficiente para abordar la problemática asociada a este tipo de mercadería”, planteó Pro Tejer. “El certificado de desinfección no garantiza el control ni la detección de químicos peligrosos presentes en las prendas —como colorantes, retardantes de llama o residuos de tratamientos industriales—, ni implica la verificación de su composición. Asimismo, no asegura la trazabilidad de la ropa importada, es decir, no permite identificar su origen, condiciones de uso previo, procesos de acopio, ni los circuitos por los que transitó antes de su ingreso al país”, denunciaron los empresarios textiles. También criticaron que esa medida “no aborda el impacto ambiental asociado al ingreso de excedentes de ropa usada en mal estado, que constituyen un residuo con serias dificultades de reciclaje”. “Este tipo de medidas, si no se acompañan de restricciones más amplias y de una evaluación integral de los impactos ambientales, sanitarios y económicos, no resultan suficientes para contener los efectos estructurales asociados al comercio internacional de ropa usada”, subrayó Pro Tejer. “¿Queremos que Argentina sea el próximo basural del mundo?”, planteó la entidad en redes sociales, además de detallar cómo en los primeros diez meses de 2025 la importación de ropa usada tuvo un incremento interanual del 11.728% en dólares y del 26.538% en kilos. En ese sentido, en un mensaje por Instagram, advirtió que el grueso de la ropa proviene del desierto de Atacama, en el norte de Chile, e ingresa por la Aduana de Jujuy, por donde se receptó el 84% del total de ingreso de ropa usada a la Argentina. Asimismo, se señaló que la mayor parte de la ropa usada importada de esa procedencia es de poliéster, que no es biodegradable, “libera microplásticos y presenta grandes dificultades para su reciclaje o incineración segura, debido a los químicos utilizados en su fabricación”. Un incremento exponencial Pro Tejer indicó que “la importación de ropa usada en la Argentina ha estado históricamente restringida por razones de salud pública, higiene, seguridad de productos y protección de la industria local”, y que si bien desde 2022 esa prohibición dejó de renovarse, tanto ese año como el 2023 no registraron volúmenes considerables. “Sin embargo, a partir de 2024 y especialmente en 2025, se observa un crecimiento exponencial que modifica de manera significativa la dinámica del mercado”, y que en los primeros diez meses del año en curso, las importaciones de ropa usada treparon a USD 3.732.384 FOB y 3.521.456 kilos. Con ese incremento, la ropa usada pasó a representar el 11% del volumen del total de importaciones de indumentaria, informó la entidad. El principal punto de ingreso de la ropa usada es la Aduana de Jujuy, que con 2.970 toneladas concentró el 84% del volumen total, y la procedencia casi absoluta es del denominado “cementerio de ropa” de Atacama Fast fashion Pro Tejer precisó que “el crecimiento de la importación de ropa usada debe analizarse en el marco del modelo global de fast fashion, uno de los sectores más contaminantes a nivel mundial”, basado en “la producción acelerada, masiva y de bajo costo productivo en términos laborales, impositivos y ambientales, lo que genera excedentes estructurales de prendas que no encuentran salida en los mercados de origen”. “La experiencia del desierto de Atacama en Chile constituye una advertencia ambiental concreta: cuando los volúmenes importados superan la capacidad de reutilización y no existen sistemas adecuados de clasificación, higienización, reciclaje y disposición final, millones de prendas terminan acumulándose como residuo textil masivo, con impactos ambientales persistentes y de largo plazo”, alertó. En cuanto a los riesgos sanitarios, la fundación aseguró que “los textiles usados pueden contener hongos, ácaros, bacterias, agentes alérgenos y residuos químicos”, que pueden afectar “de manera diferencial a niños, personas con piel sensible, pacientes con patologías preexistentes y sectores vulnerables”. “Además, cuando las prendas no logran venderse y se descartan localmente, el costo de su gestión —recolección, disposición y tratamiento— se traslada a municipios, provincias y al Estado nacional, generando una carga fiscal y ambiental adicional por residuos que ingresan ya en condiciones de descarte”, acotó. Certificación insuficiente Al respecto, indicó que “en los últimos días se anunció la incorporación del requisito de certificado de desinfección como condición para la importación de ropa usada”, una exigencia que “resulta claramente insuficiente para abordar la problemática asociada a este tipo de mercadería”, planteó Pro Tejer. “El certificado de desinfección no garantiza el control ni la detección de químicos peligrosos presentes en las prendas —como colorantes, retardantes de llama o residuos de tratamientos industriales—, ni implica la verificación de su composición. Asimismo, no asegura la trazabilidad de la ropa importada, es decir, no permite identificar su origen, condiciones de uso previo, procesos de acopio, ni los circuitos por los que transitó antes de su ingreso al país”, denunciaron los empresarios textiles. También criticaron que esa medida “no aborda el impacto ambiental asociado al ingreso de excedentes de ropa usada en mal estado, que constituyen un residuo con serias dificultades de reciclaje”. “Este tipo de medidas, si no se acompañan de restricciones más amplias y de una evaluación integral de los impactos ambientales, sanitarios y económicos, no resultan suficientes para contener los efectos estructurales asociados al comercio internacional de ropa usada”, subrayó Pro Tejer.
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