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» Clarin
Fecha: 22/12/2025 13:24
China publicó el 10 de diciembre el Documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe 2025, el tercero dedicado exclusivamente a la región tras las ediciones de 2008 y 2016. Esta actualización aparece en un contexto internacional marcado por una competencia estratégica cada vez más intensa entre grandes potencias, la aceleración de cambios tecnológicos y la reorganización de las cadenas globales de valor. Frente a este escenario, el nuevo “Libro Blanco” busca transmitir continuidad estratégica, pero también una ampliación de los ámbitos de cooperación, lo que revela que Beijing percibe a América Latina y el Caribe (ALC) como un socio con creciente relevancia estructural. El documento se organiza en cinco secciones que incluyen un prólogo, dos capítulos de contextualización y un desarrollo detallado sobre “cinco programas” que guiarán el vínculo bilateral en la próxima década. En esta arquitectura discursiva se observa la voluntad china de situar su relación con ALC dentro de un marco geopolítico más amplio: el ascenso de potencias emergentes y la redefinición del papel del “Sur Global” en la gobernanza internacional. Beijing presenta la relación con ALC como parte constitutiva de la construcción de una “comunidad de futuro compartido”, concepto central de la diplomacia china contemporánea que combina aspiraciones normativas, intereses estratégicos y la búsqueda de legitimidad internacional. Las dos primeras partes califican a ALC como una región dinámica, dotada de una identidad política propia y de una larga tradición de autonomía estratégica. Asimismo, destaca la complementariedad económica entre ambas partes, lo que prepara el terreno para los programas que siguen. El “Programa de la Solidaridad” enfatiza la necesidad de fortalecer el diálogo político y consolidar la confianza mutua. Reafirma el principio de “una sola China” como piedra angular del vínculo bilateral y propone profundizar los intercambios entre parlamentos, partidos y organismos intergubernamentales. También impulsa una mayor coordinación en foros multilaterales, lo que sugiere que Beijing aspira a construir coaliciones diplomáticas con ALC en debates globales clave, desde la reforma del sistema financiero hasta las discusiones sobre gobernanza digital. El “Programa del Desarrollo”, el más extenso, constituye el núcleo del documento. Aborda la implementación de la Iniciativa para el Desarrollo Global, la profundización de la Franja y la Ruta y la ampliación del comercio y las inversiones. Se dedica un apartado significativo a la innovación y la tecnología, incluyendo inteligencia artificial, energías limpias, biotecnología, cooperación espacial y el sistema BeiDou. La referencia al uso de monedas locales y a la cooperación financiera ilustra la intención china de promover un orden económico menos dependiente del dólar. En términos analíticos, este programa revela que Beijing busca posicionarse como socio indispensable para la transformación productiva latinoamericana, especialmente en sectores intensivos en tecnología y en infraestructura estratégica. El “Programa de las Civilizaciones” se enfoca en la diplomacia cultural, educativa y comunicacional. Al promover la enseñanza del chino, los intercambios académicos y la cooperación entre medios, China procura fortalecer los cimientos sociales del vínculo y contrarrestar narrativas que presentan la relación con Beijing como un desafío para Occidente. El “Programa de la Paz” abarca la cooperación en seguridad tradicional y no tradicional, incluyendo diálogos militares, participación en operaciones de paz, acuerdos judiciales, lucha contra la corrupción, combate al crimen transnacional y ciberseguridad. El alineamiento con la Iniciativa para la Seguridad Global apunta a proyectar una visión de seguridad basada en la estabilidad y la cooperación, aunque también abre interrogantes sobre la futura presencia china en áreas sensibles de la arquitectura de seguridad regional. Finalmente, el “Programa de los Pueblos” reúne iniciativas relativas al desarrollo social, la reducción de la pobreza, la cooperación sanitaria, el turismo y los intercambios entre gobiernos locales. Su objetivo es ampliar la dimensión humana del vínculo y contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Desde una perspectiva analítica, este programa refuerza la estrategia china de construir una relación integral que trascienda lo económico e incorpore aspectos sociales. En términos geopolíticos, el documento confirma que China asigna a ALC un lugar estratégico dentro de su proyección global, impulsando la diversificación de asociaciones y la expansión de su presencia tecnológica, financiera y diplomática. A la luz de la reciente Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU., que intensifica el foco en el hemisferio occidental, esta reafirmación china adquiere un significado particular: anticipa un escenario de mayor competencia de influencias en América Latina y un reposicionamiento regional ante las dinámicas emergentes del sistema internacional. Sobre la firma Newsletter Clarín
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