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  • El Rey que nació en un establo

    » Data Chaco

    Fecha: 22/12/2025 12:19

    El mes de diciembre se diferencia del resto porque trae en sí mismo el poder de influir sobre las emociones y los recuerdos de casi todas las personas. Es como una mezcla de alegrías y tristezas. Alegría pues es el mes de la Navidad, y tristeza por las sillas que debemos retirar de la mesa, porque la ausencia nos avisa que en la Noche Buena algunos familiares y amigos ya no estarán con nosotros porque emprendieron su viaje a la eternidad. UNA NOCHE MÁS QUE ESPECIAL Es una noche muy especial. Un momento aparte del resto del año. Momento en que aún las guerras paran por algunas horas. Es esa noche en la cual, los recuerdos afloran y las ausencias de familiares y de amigos en la mesa navideña desnudan nuestros sentimientos; y en ocasiones, es casi imposible evitar que las lágrimas surquen nuestro rostro. EL CONTEXTO Vamos a recordar el contexto de esta particularidad que con los años se convirtió en una fiesta religiosa. Retrocediendo en la historia dos mil años, en Belén de Judea (Palestina), a unos 10 kilómetros al sur de Jerusalén, en la región montañosa de Cisjordania, no había hoteles, pero había un mesón. Los mesones eran una especie de hospedajes orientales sin mucha infraestructura y con muy poco para brindar a los que llegaban; a tal punto, que -según cuenta la historia- una de sus carencias era que no tenían colchones para ofrecer, ya que era práctica de la época que el viajero extendía su capa sobre el suelo, y se envolvía con su manto que le servía de colchón y de cubierta; también se usaba la práctica de apilar hojas de palmeras y dormir arriba de ellas. Asimismo, el viajero tenía que procurarse su comida, igual que para sus animales que utilizaba como medio de transporte. NO HABÍA LUGAR Pero señala el texto bíblico que en aquél mesón de Belén, en los días previos al nacimiento de Jesús, no había lugar porque había llegado mucha gente para cumplimentar un edicto de parte del primer emperador romano, Augusto César, que señalaba que todo el mundo debía ser empadronado. Era un censo poblacional y cada uno tenía que ir a su ciudad natal para hacerlo. Por esa causa, José y María embarazada, tuvieron que ir a Belén, y al no encontrar lugar para hospedarse, tuvieron que conformarse con pernotar en un pesebre. Un pesebre era lo que hoy conocemos como un establo; es decir un lugar preparado para que descansen y se alimenten los animales. Un lugar desprovisto de cualquier tipo de comodidad para cualquier ser humano. MUCHAS VECES INENTENDIBLE Sin embargo, en ese lugar nació Jesús. Parece un contrasentido que la persona que habría de cambiar la historia de la humanidad haya nacido en un lugar preparado para el descanso de animales. Pero la voluntad de Dios suele ser así, muchas veces inentendibles para el razonamiento humano. Por algo su Palabra dice: "Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes y los caminos de ustedes no son mis caminos". Pasaron un poco más de dos mil años de aquel acontecimiento, y vemos como se repite la historia de la falta de lugar en el mesón de Belén. Ahora, es en la mesa de Nochebuena donde falta lugar para Jesús. Y es así, por causa de una tradición religiosa que no refleja el verdadero propósito de su nacimiento, y en consecuencia, lo prioritario pasa a ser la fiesta, los regalos, el pan dulce, los cohetes y cosas semejantes. UNA SILLA MÁS A pesar de que no existe mandato bíblico para este festejo; hacerlo no está mal, pero bueno sería que quien presida la mesa sea el homenajeado. Esa persona debería ser Jesús. Invitamos entonces a todas las familias que se reúnen en Nochebuena, a darle un lugar en sus corazones y metafóricamente colocar una silla más para el Rey de reyes, porque nació en un establo, pero se convirtió en el Rey de todos. Falta muy poco para celebrar la Navidad, que es mucho más que una simple fiesta familiar. Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. El nacimiento de Jesús es la mayor muestra del amor de Dios, quien se hizo hombre, para que todo lo que se había perdido, se salve. Jesús vino para que te reconcilies con Dios, para que restaures las relaciones rotas con tu prójimo, para que todo lo que hagas con tus manos te salga bien. La Navidad es la oportunidad para que creas y comiences una nueva vida; porque por donde Jesús pasa, todo cambia. Desde nuestro lugar, ¡Te deseamos Feliz Navidad!

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