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» Diario Chaco
Fecha: 22/12/2025 11:41
La donación de sangre en Argentina atraviesa una caída sostenida que comienza a perforar las barreras de la emergencia sanitaria. Según cifras oficiales, apenas el 42 % de quienes donan sangre lo hacen de manera voluntaria, muy por debajo de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, que promueven un sistema basado en donación 100 % voluntaria. Esta brecha, silenciosa pero creciente, pone en riesgo la capacidad del sistema de salud para responder a procedimientos críticos. El descenso no es solo estadístico, sino tangible en la cotidianidad de los hospitales. La escasez de donantes habituales afecta directamente la calidad y la seguridad de las transfusiones, pilares fundamentales de la atención médica moderna. La falta de sangre tiene efectos concretos, como demoras en cirugías programadas e interrupciones de tratamientos oncohematológicos, y erosiona la capacidad de respuesta ante emergencias. El Ministerio de Salud de la Nación estima que si entre el 3% y el 5% de la población sana donara sangre dos veces al año, se cubrirían todas las necesidades transfusionales del país. Sin embargo, la realidad está lejos de ese objetivo, y la tendencia muestra un retroceso año tras año. Esta brecha entre necesidad y práctica refuerza la urgencia de promover una cultura de donación que vaya más allá de las campañas puntuales. Entre los factores que explican el descenso se encuentran la desinformación, miedo a las agujas y la percepción errónea de que donar puede causar daño. Paradójicamente, nueve de cada diez personas podrían requerir sangre en algún momento de su vida, un dato que no se refleja en la motivación para donar de forma habitual. Este desconocimiento social contribuye a que el acto solidario quede relegado a situaciones puntuales o emergencias familiares. Además, cambios demográficos y de salud pública agravan el panorama. Allí deben contabilizarse factores como el envejecimiento de la población, el aumento de cirugías complejas, trasplantes y tratamientos prolongados aumentan la demanda de sangre cada año. También los avances médicos, celebrados como logros científicos, requieren un sistema de donación robusto y sostenido para garantizar su funcionamiento integral.
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