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  • El Presto: “Kirchneristas y mileístas son dos vómitos sociales”

    » Mdzol

    Fecha: 22/12/2025 11:28

    Eduardo Prestofelippo, popularmente conocido como “El Presto ”, habló con MDZ con el mismo registro con el que vocifera en redes: directo, áspero y sin rodeos. Esta entrevista bucea en su biografía e influencias, el humor gráfico como escuela, las redacciones del interior, la crisis de 2001 como quiebre personal y el salto a las plataformas. En diálogo con MDZ, Presto dispara contra la corrección política y la dirigencia, explica lo que entiende por “batalla cultural” y se corre del rótulo “libertario” para ubicarse en una “derecha patriótica”. Entrevista completa a El Presto -Quería arrancar consultando por tu actividad en redes y por el impacto que tuvo la comunicación en términos generales. ¿Cómo te llevás con eso y cómo te metiste en el mundo de las redes? -La historia es larga, pero para resumirte: yo arranqué desde muy chico en medios gráficos. Primero con el humor gráfico, luego como guionista, como productor de radio y televisión en medios locales, en mi provincia. En un determinado momento me pasó un click en la cabeza y me tuve que ir de Paraná. Yo estaba en una redacción como esta y, en la misma mesa donde estábamos todos trabajando para un sitio web, había un radical, un anarquista, un peronista, digamos, de la Guardia de Hierro, y estaban todos quejándose porque tenían que reescribir la gacetilla de prensa que venía de Casa de Gobierno. Entonces me acuerdo que Santiago, que era anarquista, dijo: “No puede ser. Estudié en la Facultad de Comunicación, tengo títulos para escribirle a esto”. Y a mí me hizo click eso porque dije: “¿Qué estoy haciendo acá? Voy a terminar como ellos”. Pero no despectivamente: yo digo, yo no quiero eso para mí. Y en Paraná, bueno, como dice la frase, lamentablemente —mi ciudad de origen a la cual amo— hay un pensamiento muy chato: o terminás siendo empleado público o terminás siendo empleado de comercio. Ya no hay mucha salida. La única salida laboral viable en Paraná es tomarte un colectivo e irte de la ciudad. Me fui para Córdoba, en esa época en que De la Sota estaba peleado a muerte con Cristina. Entonces en Córdoba se vivía otro aire. Ahí empecé a colaborar con dibujos para medios locales de Córdoba y luego, en un determinado momento, paralelamente a eso hice la carrera de Periodismo. Un gravísimo error que cometí, del cual me arrepiento todos los días de mi vida por no hacerle caso a un hombre que yo admiraba mucho, Jorge Lanata, que cuando lo conocí me dijo: “No estudies periodismo, estudiá cualquier cosa menos periodismo”. Y tenía discusiones con los profesores. Me acuerdo que había profesores que eran periodistas de medios importantes; desde Córdoba escribían, no sé, por ejemplo, para La Nación. Había una profesora y nos decía que teníamos que hacer un diario en papel. Entonces mi pregunta era: “¿Para qué hacemos un diario en papel si los diarios de papel están cerrando? ¿Por qué no nos enseñan a programar?”. Entonces empezaron las discusiones con los profesores, me fui de la facultad y en un momento hablo con Ramiro Ortiz, que es hijo de un gran dibujante cordobés, Carlos Ortiz, y me dice: “Eduardo, tenés que hacer otra cosa, porque los medios están cerrando acá”. En La Voz, en La Voz del Interior, estábamos haciendo “pase”: o sea, los pibes hacen pasantía y los sacamos porque nos… Y ahí abrí una página en Facebook, empecé a hacer contenido en redes. Al principio eran ediciones de videos que eran contradicciones, año 2014–2015, y a fines del 2015 empecé a poner la caripela, la jeta, el frente a la cámara y ahí seguimos. Y así llegamos hasta el día de hoy. -En una entrevista mencionaste que habías iniciado en el peronismo político por venganza y resentimiento. ¿Hacia quiénes? -Hacia la dirigencia política. Y esto viene de Sergio De Brito… porque yo era chico y el único escape que tenía a la realidad fea que había a mi alrededor era la revista Anteojito. Y en diciembre del 2001 la revista Anteojito cerró por la crisis. Entonces, cuando yo leo la carta de Manuel García Ferré, que era un gran creador de los dibujos y de la editorial, yo era pequeño pero yo entendía lo que estaba pasando y en ese momento mi infancia se quebró. Porque yo empecé a escuchar sobre inflación, sobre crisis, sobre corrupción. No lo tengo muy patente y yo no me despedí de mi vida de niño: a mí me metieron una patada en el culo, como digo, a la vida de adulto. Entonces siempre me quedó esa bronca. Y a medida que fui creciendo, como te decía, primero con el humor gráfico, a mí la historieta argentina me sirvió mucho para leer. Hoy en día los pibes no leen, tienen una adicción horrible, el nivel educativo es paupérrimo. Y nosotros, que somos la última generación de los 90, pudimos mamar a los últimos docentes, que en su gran mayoría valían la pena, y publicaciones que había en la República Argentina como Editorial… interno, Cazador, etcétera. Y a mí me sirvieron mucho los dibujantes argentinos para leer y para conocer la historia de Argentina. No sé: el Congreso que yo he visto en Columba… Son publicaciones viejas, pero yo nunca fui un pibe normal. O sea, yo salía de la escuela primaria y el diariero me guardaba la última página del diario Clarín porque me gustaban los dibujos de Dobal, de Crist, Caló… y bueno, eso fue por eso. Y sí: me dediqué al dibujo, me llevó al humor político y al humor gráfico. El humor gráfico me llevó también, en algún momento hice imitaciones, porque me resultaba muy gracioso eso de pegarle a la política con el humor. Y después terminó en esto: el periodismo político. -Hoy parecería que ese tipo de recursos escasea. El del humor, el de la crítica más ácida. -Porque estamos en una época donde los imbéciles llegaron al poder. Entonces, por ejemplo, Sendra —que es un gran dibujante argentino— hace un dibujo, no sé, un chiste sobre suegras, y salen a criticarlo por machista. Entonces la corrección política ha destruido el humor. Y el humor tiene su raíz en la tragedia. Entonces, si no te podés reír de la tragedia o de las cosas cotidianas por miedo a ofender, estamos en un grave problema. Por eso casi no queda humor. Y cuando se divide el espectro político, parecería que la corrección política queda del lado de la izquierda y la incorrección política de lo de la derecha, simplificando por supuesto. Y también hay que definir qué es incorrección política. Porque, a ver: una cosa es el humor político —si yo hago un chiste sobre Israel o sobre Palestina, sobre la guerra, sobre lo que pasa en Ucrania o en Rusia, en Estados Unidos— y otra cosa es hacer una crítica infundada sobre eso y quedás como un imbécil, o sea: esa es una crítica y no tener conocimientos sobre el tema. Nosotros responsablemente… nuestra dirigencia política ayer, se lo veía… No sé cuándo saldrá esta nota: le digo a la gente, ayer juraron los nuevos diputados, y vos decís: ¿para qué necesitás un hombre que haga un análisis, un editorial humorístico, sobre lo que sucedió? Dame el teléfono… Pero no, perdón… No, tranqui. Siempre hay un cornudo que no tiene nada que hacer, que se llama por teléfono… Se llama ahí. Ayer dieron un espectáculo vergonzoso: Nicolás del Caño jurando por Palestina, Lilian Lemoine gritando. Entonces, también los nombres que te estoy dando: toda esta decadencia de gente sin formación alguna. Ojo, yo no hablo desde la poltrona, pero cualquier hombre que esté en la calle, que lleva adelante una pyme con cinco empleados, tiene más formación que Lilian Lemoine, que Nicolás del Caño. Y están más capacitados para estar en una banca. Y esa es una crítica que yo hago. Ayer gritaban, no juraron por… Yo estoy en contra de que los diputados nacionales o los senadores —nacionales o provinciales— juren por Palestina, o Israel, o Estados Unidos, o Venezuela, o Nicaragua. ¿A mí qué carajo me importa lo que pase en Palestina o Israel? Si yo vivo en la República Argentina. Me hablan de los niños de Palestina: ¿y acá? ¿Por qué no se van al Conurbano o a Villa Revol en Córdoba? Acá los pibes se están cagando de hambre. En los barrios periféricos de Entre Ríos, Santa Fe… Yo todo bien con Palestina, estoy bien con Israel: que resuelvan sus problemas, no son asuntos nuestros. -Eso lo mencionabas en el Congreso, en Villa México, en tu discurso. Y vos ahí también mencionaste la batalla cultural y que se prostituyó una batalla cultural. ¿Por qué y quiénes? -Primero habría que definir qué es batalla cultural. La batalla cultural es pelearse con Nicolás del Caño, Miriam Bregman. Sí, eso es la batalla cultural… me parece una pelotudez. Eso no es batalla cultural. La batalla cultural es una mejor educación. Es favorecer que los niños argentinos no tengan sarna, no sufran desnutrición infantil. Que los jóvenes en sus ciudades no se fanatizen hablando de Milei o de Cristina. Es que los chicos que están en las ciudades del mal llamado interior del país sepan quiénes son sus concejales. Ayer toda la República Argentina puteando a los diputados. Bien: ahora yo a un pibe que está en Cañada de Gómez le pregunto: ¿cuántos concejales tenés acá? No saben cuánto ganan los concejales de tu ciudad, no saben qué proyectos están trabajando en el Concejo Deliberante, no saben. Bueno: ahí se basa la batalla cultural, como la veo yo. Quizás otro eje: para otros, la batalla cultural es pelearse con transexuales, qué sé yo. A mí, la verdad, lo que haga una persona con su cuerpo, con su intimidad… o llamar sodomitas a los homosexuales, la verdad, eso para mí no. Y lo otro es cultural, pero desde mi punto de vista. -Sin embargo, hay gente, por ejemplo del gobierno, que tiene esa mirada más conservadora… -No es ser conservador: eso es ser un imbécil. Yo estoy en contra de la hormonización a niños, porque yo estoy en contra del lobby LGBTQ+ por todo lo que acarrea. Eso sería un debate muy largo. Ahora, yo no estoy en contra de lo que haga una persona con su sexualidad: ¿quién soy yo para meterme? Yo no puedo llamar sodomitas a los homosexuales. Y hay voceros de este gobierno que los llaman sodomitas degenerados, que promueven enfermedades, etcétera. Cuando —perdón— en estas últimas elecciones y en las del 23 hubo miles y miles de homosexuales a lo largo y ancho de la República Argentina que militaron públicamente y votaron a Javier Milei, y hoy hay voceros de este gobierno que los llaman enfermos. Yo con eso no tengo nada que ver. Lo que pasa es que los medios de comunicación, como no escriben notas la mayoría sino que copian y pegan, ponen el título “libertario”, “el libertario”… Yo, ¿cuándo me definí como libertario? No me definí como libertario. Ahora: yo apoyo medidas económicas liberales, sí. Ahora, yo políticamente soy un tipo de derecha patriótica, soy un referente de derecha patriótica. No siento que hoy los patriotas… Una persona patriota puede estar en el peronismo, puede estar en la derecha o puede estar en el conservadurismo, porque prima la idea de patria: poner a la patria por encima de todo. Ahora, un progresista no puede ser patriota porque es a favor de los intereses foráneos que nos quieren destruir. Un tipo que jura por Palestina o Israel: ¿qué tiene que ver eso con el patriotismo? Y dentro de la política argentina hay espacios que defienden ese patriotismo. -¿En la política o dentro del poder político?- Dentro del poder político, no lo veo. ¿Cómo es esa diferenciación, poder político y política? Vos me decís: hay gente dentro de la política. Sí: por ejemplo, Regazzoni. Carlos Regazzoni es un hombre brillante, es un tipo que defiende su patria. Y como él, hay miles de hombres y mujeres que están en el ámbito político que, cuando están dando una entrevista o una charla, te hablan de la desnutrición infantil, de los niveles de analfabetismo que tenemos en la República Argentina y de que más del 70% de los jóvenes no comprenden texto. Entonces, cuando vos ves que el 70% de los jóvenes no comprende texto y un ministro de Economía o funcionarios del Ministerio de Economía se sientan en un programa a hablar de inversiones —que van a venir inversiones—, van a venir inversiones de un país donde la mayoría de los jóvenes no comprende texto… -tenés una postura evidentemente crítica del Gobierno, y vos en un comienzo eras parte del ecosistema libertario o del ecosistema mediático que en un principio apoyaba al gobierno. ¿Pareciera ser que fueron tratados por el propio gobierno? -En un momento, no. Terminamos siendo testigos molestos de lo que fue al inicio el nacimiento de La Libertad Avanza, de lo que hoy se conoce como La Libertad Avanza. Entre ellos, el legislador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Eugenio Casielles, que junto a Ramiro Marra fundaron este espacio y que llamaron a Milei para que lo encabece. Pero si vos ves los principios de esa fundación, nada tienen que ver con esto. O sea, cuando nosotros hablamos de eso, no estamos hablando de meter a Scioli, o al Nene Vera, o a Sebastián Pareja. -Y en ese marco, ¿hay posibilidad de reconstruir una Libertad Avanza más similar a esos inicios, o no? -Ojo: yo tengo críticas, pero espero como argentino que le vaya bien. Dudo que le vaya bien con lo que están haciendo. ¿Por qué? Porque cuando ves la gente que está hoy… por ejemplo, asumieron en el Congreso y los intereses no son sobre la patria, sino intereses personales: meter a la hija, meter al amante, meter a gente que no está capacitada. A ver: estamos hablando de que en el Congreso de la Nación tenés una persona como Lorena Villaverde que no pudo entrar a Estados Unidos por andar con más de diez kilos de cocaína y que, como no iba a poder asumir como senadora, ahora volvió como diputada. Si eso no es casta, si eso no es una práctica de casta, si eso no es un nivel de prostitución de las instituciones y degradación de la sociedad argentina, ¿quién banca eso? Porque claro: te dicen “callate la boca, no digas nada, que enfrente están los kirchneristas”. Los kirchneristas y los mileístas me parecen dos vómitos de la sociedad, porque se convirtieron en espejos de la degradación social. Porque si vos bancás el proyecto y te dicen “tenemos que hacer una Argentina grande”, ¿podés hacer una Argentina grande con Lorena Villaverde? ¿Podés hacer un país grande con el Nene Vera, un tipo que era pirata del asfalto, que metía caña en la ruta…? Entonces, si vos tenés a Lorena Villaverde de un lado y a Aníbal Fernández del otro —un tipo que se escondió en el baúl de un auto y rajó del municipio, vinculado al triple crimen—, no hay ninguna diferencia. La diferencia es que la otra es una mina y el otro es un tipo con bigote al que le dicen “la morsa”. -¿Cómo enganchás a Javier Milei en esa elección? -No se enganchó nada. Todo eso lo armó Karina Milei, Martín Menem… Yo no les engancho nada: ellos son responsables de eso. Milei no tiene 12 años; está más cerca de los 60 que de los 40. Sabe muy bien lo que hace y sabe muy bien con la gente que está “casado”. Al igual que Patricia Bullrich. Patricia Bullrich sabe muy bien que se saca una foto con Lorena Villaverde, una mujer que no puede entrar a Estados Unidos porque traficaba cocaína y andaba con más de diez kilos de cocaína en la cartera. Una cartera bastante grande tenía Lorena Villaverde… -Y en marzo del año que viene tenés que ir a Entre Ríos -Estamos ahí con una cuestión porque eso estamos viendo. Si llega la Corte Suprema de Justicia, no está todo dicho. Ok, perfecto. El delito sería incitación al delito. -¿Cómo fue? -Durante el confinamiento estaban en la Municipalidad de Paraná. ¿Quién era intendente? Era Adán Bahl: un tipo que había sido ministro de Justicia, ministro de Seguridad de la provincia, ministro de Gobierno, vicegobernador de la provincia de Entre Ríos, involucrado en la causa de los contratos truchos, un desfalco millonario que le robaron a los entrerrianos, y él fue la cabeza de toda esa organización. Un tipo que maneja la justicia de Entre Ríos, un tipo oscuro. Él me llevó a la justicia porque yo les digo a los municipales que no vayan a romper la municipalidad, que de última se la agarren con él. Y a los dos minutos del video yo pido disculpas, ¿ok? Nadie fue a la casa de Bahl, nadie le hizo nada. O sea: un circo. ¿Cuál es el problema de Bahl y por qué va a estar tan obsesionado conmigo? Porque nosotros descubrimos en una investigación que él tenía un hijo no legítimo, no reconocido, al cual lo tenía abandonado y no le pasaba cuota alimentaria. Y la campaña de él, cuando fue intendente en la ciudad de Paraná, era “hay que cuidar Paraná”. Entonces yo decía: “Si no cuidaste a tu hijo y lo abandonaste, ¿qué vas a poder cuidar a los paranaenses?”. Y bueno: iremos a juicio y está todo bien. Y como este es un país, lamentablemente, mayoritariamente de pusilánimes, quizás hasta lo pierdo y termino en cana, pero no pasa nada: está todo bien. Perder un juicio no me hace mejor ni peor a mí; a él sí lo hace mejor o peor no reconocer un hijo. -Si tuvieses que elegir una figura dentro de La Libertad Avanza, y una figura dentro de Unión por la Patria… -¿Para qué? ¿Para meterlos en una isla? ¿Para llevar adelante un proceso de estabilización moral, político, cultural, como este proyecto político de patria? No: no hay nadie. Ni uno. Decime alguno que te parezca sensato. Germán Martínez, que sí es un gritón de cancha: toda la vida laburando para el Estado. No. La gente que a mí realmente me gusta para la política no está en la política, y en La Libertad Avanza… Quiero decir: no soy ministro de Educación, pero no tenemos un ministro que a mí me merezca. Creo que en Argentina Milei rece para que, cuando termine el gobierno, no termine presa. Me estoy pensando… No, no, no: porque la gente a la cual yo respetaba me defraudó. Había gente que yo realmente consideraba que podría haber hecho una buena gestión. Por ejemplo, José Luis Petri, que tenía para hacer una gran gestión en Defensa y lamentablemente se quedó en la fotito, y hoy las bajas en las fuerzas son históricas. Y además IOMA también está destruida en Buenos Aires. O sea, la obra social de nuestras Fuerzas Armadas y de seguridad: se están muriendo nuestros soldados, no tienen cobertura médica. Me llama la atención: ¿querés ser un país grande con un ejército, con fuerzas armadas y de seguridad que no tienen cobertura médica? Pero nada: yo soy un gil que graba videos en YouTube. -Para descomprimir un poco, mencionás una teoría bastante curiosa… Susana Giménez. -Ah, pero te miraste todos los reels… Qué trabajo desagradable. No, porque aparte me pagan para esto (risas). Sí: ¿qué pasa? -Bueno, que nos comentes brevemente cómo es la teoría de Susana Giménez. -La teoría es mucho más. A ver: yo hacía una comparación entre diferentes figuras del espectáculo. Una, a la cual muchas reivindican, me parece nefasta y está vinculada con temas muy oscuros de la farándula y la política, muy oscuros, pero la gente solamente ve el brillo. Otra mujer también de la farándula: uno la ve y a su edad le desea la pasión de lo que se dice vulgarmente “levantar tela”, pero no te pondrías en pareja con eso. Y Susana Giménez, desde mi punto de vista, reúne un montón de características que hacen a la mujer argentina. ¿Por qué? Porque es una mujer que se formó primero: es maestra, es una mujer muy formada. Después, que ella haga un personaje para la televisión, es otra cosa. Es una mujer muy inteligente, es brillante. Susana se repuso a muchos golpes en la vida, problemas familiares. Fue de una clase trabajadora y cuando le tocó ser millonaria no lo usó como una pancarta de resentimiento para mostrarles a los otros un rencor barato. Cuando le tocó laburar, laburó; y cuando le tocó ser millonaria, disfrutó de los placeres de tener fortuna. Porque es trabajadora, porque es simpática, porque es la mujer que te llevás al Alvear a tomar un champán y también te podés invitar a comer un choripán arriba de la Costanera. Reúne todo eso. Y es la mujer con la cual sonreís. Y no hay cosa más importante en una relación que estar con una mujer que sea una gran compañera en el camino de la vida y con la cual te cagues de risa todo el tiempo.

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