Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • La bodega argentina más vendida en el exterior advierte: “Si el dólar es este, no quedará otra que bajar impuestos” - El Cronista

    » Cronista.com

    Fecha: 22/12/2025 05:44

    Con un tipo de cambio que se mantiene estable y desafía la competitividad de la industria del vino, el sector vuelve a poner el foco en la carga tributaria. Para una de las bodegas argentinas con mayor presencia en el exterior, si el actual esquema cambiario se sostiene, el crecimiento del sector dependerá de una baja de los impuestos. “Si estas reglas de juego se mantienen y el tipo de cambio se sostiene, tiene que bajar la carga impositiva. De lo contrario, el sector no va a poder crecer”, señala Marcos Jofré, CEO de Trivento, la bodega argentina más vendida en el exterior por cuarto año consecutivo. Con cerca del 90% de su facturación concentrada fuera del país, la compañía, que pertenece al grupo chileno Concha y Toro, opera en los principales mercados internacionales y sigue de cerca el impacto del dólar y los impuestos sobre su competitividad. -Se suele decir que el vino es una de las bebidas alcohólicas más afectadas por la caída del consumo. ¿Coincide? -No, por lejos no. Cuando uno mira el volumen de despachos, el vino no es la bebida que más está sufriendo. Lo que sucede es que la industria vitivinícola tiene muchísimos actores, con realidades muy diferentes entre sí, y eso genera una percepción de crisis permanente. Si se toman los datos del mercado interno, entre enero y octubre de 2025, en comparación con el mismo período de 2024, la caída es del 2,7%. En la comparación interanual, la baja es mayor y alcanza el 6,7%, aunque también hay que tener en cuenta cómo se dio esa dinámica. Octubre registró una caída mucho más fuerte que los meses anteriores y eso termina distorsionando la lectura general. -¿Por qué? -Hay productores muy chicos que solo le venden uva a la industria, bodegas familiares, cooperativas, empresas grandes, bodegas de alta gama y bodegas que venden vino genérico. Eso hace que, siempre, haya una voz en problemas. Y, sobre todo, hay productores primarios con problemas de rentabilidad y problemas climáticos, que sienten que lo que les pagan no les alcanza. Además, el mercado local tiene un peso muy grande. Aproximadamente, el 80% del vino se consume en el mercado interno, frente a un 23 o 24% que va al mercado externo. Y, dentro de ese 80% del mercado interno, cerca del 75% corresponde a vino genérico. Cuando uno hace ese zoom, aparecen con más claridad las tensiones. La industria del vino, históricamente, da la sensación de estar siempre en conflicto. Si uno mira para atrás, toda la vida fue así. Van cambiando los modelos de negocio, hay períodos donde un segmento está mejor y después otro. Hubo momentos en los que el que vendía vino genérico en el mercado local estaba muy bien, y otros en los que el foco estuvo puesto en exportación o en vinos de mayor valor. Ese es el punto. -¿Por qué cree que se instala con tanta fuerza la idea de que el vino es el sector más golpeado? -El vino es de los productos que menos ha sufrido si se lo compara con el promedio de otras industrias. En volumen, la caída no es tan pronunciada como muchas veces se instala. Otra cosa distinta es la rentabilidad. Ahí sí hay un problema real, sobre todo, para los productores primarios. Parte del ruido que se escucha tiene que ver con eso: con la situación del pequeño productor, con márgenes muy ajustados y costos que no siempre se pueden trasladar. A nivel mundial, en las bebidas alcohólicas en general se observa una menor demanda. No ocurre en todos los mercados pero es una tendencia que existe. Si uno mira lo que pasó después de la pandemia, la inflación en muchos países, el cambio de hábitos de consumo, todo eso impacta. Más que un cambio cultural, pesa mucho la situación económica. -Trivento lleva cuatro años como la marca de vino argentino más vendida. ¿Cómo se sostiene ese resultado? -Eso se logra con un trabajo muy fuerte de eficiencia interna. Estar muy metidos en la operación, ser muy eficientes y aprender a convivir con los vaivenes de la Argentina. El hecho de que cerca del 90% de nuestra facturación provenga del mercado externo nos obliga a ser extremadamente competitivos. Por otro lado, hay una inversión muy importante en nuestras marcas y en los mercados donde operamos. Trivento Reserve hoy representa alrededor del 70% de nuestras ventas en volumen y tiene un año de guarda. Además, trabajamos con una estrategia clara de autoabastecimiento de uva, con un alto componente de uva propia, eso nos permite ser más sustentables. También somos una bodega muy tecnificada. Todo eso, sumado a un trabajo fuerte en logística, nos permite ser eficientes y evitar que los vaivenes de la economía argentina nos saquen de los mercados. Salir de un mercado es muy fácil; volver es lo difícil. -Pertenecer a Concha y Toro, ¿les da alguna ventaja? Trivento es una empresa independiente desde el punto de vista financiero. Gestionamos nuestros propios recursos y hoy no tenemos deuda financiera. La ventaja de pertenecer a un holding como Concha y Toro es el acceso a mercados y a distribuidores propios en algunos países. En otros mercados, trabajamos con distribuidores externos. Pero, en aquellos donde el grupo es dueño de la distribución, eso permite coordinar esfuerzos, mejorar el servicio y llegar mejor al consumidor. Concha y Toro es uno de los jugadores más importantes del mundo del vino, y claramente hay una ventaja en ser parte de ese grupo. Pero la operación argentina es autónoma en sus decisiones del negocio. -¿Qué segmentos están creciendo más hoy para la compañía? Hoy estamos creciendo en la Argentina alrededor de un 30% respecto del año pasado. Pero el mayor crecimiento se está dando en nuestra línea Golden Reserve, que es super premium. Estamos creciendo en los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y Brasil. -En los Estados Unidos, ¿cómo impactaron los aranceles en el negocio? -Los aranceles pegaron fuerte en la rentabilidad. En algún punto hubo que compartir ese costo: es muy difícil trasladarlo completamente al mercado. Una parte se pudo transferir, pero otra parte hubo que absorberla. Eso nos impactó en la rentabilidad, aunque en general fue buena. Nuestra estrategia fue seguir apostando al mercado, aun sabiendo que el arancel se aplicaba a todos los orígenes. De hecho, para los vinos europeos incluso fue mayor. A pesar de eso, decidimos redoblar el esfuerzo y eso se vio reflejado en el crecimiento. Hoy, la Argentina no tiene retenciones a la exportación de vino, lo cual es una ventaja. Es algo que se había eliminado incluso antes de este gobierno. En los Estados Unidos, en cambio, los aranceles de importación del 10% se aplicaron a todos. Aun así, crecimos. Mientras la categoría argentina cayó en los Estados Unidos, Trivento logró crecer. Estimamos cerrar en niveles similares al año pasado. (N.d.R: el año pasado cerró una facturación aproximada de u$s 54 millones, según el informe de prensa difundido por la bodega). -Las últimas cosechas tuvieron menos uva y precios más altos. ¿Cómo los impactó? -Las cosechas que golpearon más fuerte fueron la 2023 y la 2024. La cosecha 2025 fue buena, pero aun así no fue suficiente para cubrir completamente la demanda actual. Es real que los márgenes se han comprometido, al menos en la industria en general. Eso se explica tanto por la dificultad para vender como por la suba de costos en la Argentina. Los costos en dólares subieron fuerte: la uva, la botella, la energía. Todo eso impacta directamente en la rentabilidad. -¿Ese escenario obligó a ajustar inversiones? -No. Nosotros ya tenemos aprobadas las inversiones para el año próximo, que rondan los u$s 6 millones. En nuestro caso, la inversión no se ha resentido. La situación de márgenes creemos que se puede ir revirtiendo con mucho trabajo local. El gran tema hoy es la carga impositiva que tiene el vino, que nos resta competitividad. Ese es el principal problema del sector. Lo demás, en mayor o menor medida, se puede resolver. Si estas reglas de juego se mantienen y este tipo de cambio real se sostiene, lo que necesariamente tiene que bajar es la carga impositiva. De lo contrario, va a ser muy difícil que el sector pueda crecer en el mercado actual. -¿Cómo está hoy la Argentina frente a otros países productores para exportar vino? -La Argentina mejoró su competitividad, pero lo hizo en gran parte porque la materia prima hoy tiene un costo menor. Eso, a su vez, tiene un alto costo para los productores. Con el tipo de cambio actual y la inflación, la competitividad mejoró. Si uno mira hacia atrás, cuando el dólar estaba en torno a los $ 1100 y hoy está alrededor de los $ 1400, eso ayudó. El problema es que, si el tipo de cambio sigue perdiendo frente a la inflación, eso no es bueno para el futuro. Hoy ganamos competitividad, pero para mantenerla y mejorarla es fundamental bajar la carga impositiva. Si este es el tipo de cambio real que va a existir, no queda otra que mejorar la estructura impositiva del sector. -Con los cambios en el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), ¿ve algún riesgo en trazabilidad o calidad? -La medida es positiva, sobre todo, por la simplificación y la agilidad que aporta. La vitivinicultura era una industria muy regulada, incluso más que otras industrias similares. No comparto la idea de que haya riesgos en la trazabilidad, la calidad o la inocuidad del vino. Con lo que se aprobó, lo que se da de baja y lo que pasa a ser optativo, alcanza perfectamente. Hoy, existe toda la tecnología necesaria para hacerlo. Antes, había regulaciones de otra época, cuando no existían las herramientas tecnológicas que hoy permiten controlar con mayor precisión al final del proceso. Ese es el cambio de paradigma. Después, por supuesto, habrá que ver cómo se implementa todo esto en la práctica. -Más allá de la regulación, ¿cuál es hoy el principal problema del sector? -El gran problema hoy son los impuestos que se están generando a nivel internacional sobre el consumo de alcohol; los aranceles a la importación en distintos mercados, siendo los Estados Unidos el caso más representativo; y la carga impositiva a nivel nacional, municipal y provincial que soporta la industria. Ingresos Brutos en las provincias y tasas municipales donde operamos pesan mucho. Con este tipo de cambio, pero con una carga impositiva menor, la exportación puede funcionar. -¿El sector está peor, igual o mejor que hace dos años? -El sector hoy está mejor. Antes de este gobierno, recibíamos alrededor del 50% del valor del dólar, teníamos retenciones, muchas dificultades para aprovisionarnos y no podíamos importar materia prima. Tampoco podíamos trabajar con normalidad. Hoy las variables están más ordenadas y hay cierta previsibilidad. Lo que no ha cambiado demasiado es la carga impositiva, que sigue siendo bastante similar a la de antes. -¿Las políticas actuales ayudan a mejorar la situación del sector? -Todos estamos expectantes de ver cuál es el plan económico. Yo me paro en el hoy. Si el dólar se sigue atrasando con inflación del 3% y tipo de cambio que sube 1%, eso va a ser un tema para la competitividad. Si no bajan los impuestos, también va a ser difícil. No está del todo claro hacia dónde va el mapa económico; es un día a día. Siguen haciendo falta mayores condiciones para mejorar la productividad del sector. No soy ni muy optimista ni muy negativo: trato de ver qué pasa. -Con un consumidor tan sensible al precio, ¿cómo manejan los aumentos en el mercado interno? -En el mercado interno no se pueden subir los precios. Es así de claro. La demanda es muy elástica: subís precios y cae la demanda. Este año aumentamos los precios muy por debajo de la inflación. Además, la inflación general no refleja exactamente la inflación de nuestros costos. Algunos insumos, como la energía eléctrica y los combustibles, subieron mucho más que la inflación promedio. Otros insumos están dolarizados. Todo eso presiona los márgenes, pero aun así no hay margen para trasladar esos aumentos al precio final. -¿Cómo ve 2026? -Nuestra expectativa es crecer en ventas en los principales mercados y también crecer en ventas en la Argentina. Esa es nuestra ambición. Tenemos presupuesto aprobado y estamos planificando crecimiento. No sabemos con certeza cuál va a ser el plan económico en el mediano plazo, pero creemos que 2026 puede ser un año mejor. Apuntamos a que así sea y estamos trabajando para eso. El consumo viene cayendo desde hace muchos años. Cayó durante el gobierno de Alberto Fernández, también antes, y si uno mira una serie más larga, el consumo viene cambiando hace cinco, 10 o 15 años. Una parte importante del consumo tiene que ver con la situación económica de la gente. El “bolsillo” es uno solo y las personas acomodan su gasto dentro de ese límite. Si el año que viene las condiciones reales mejoran un poco y las personas tienen algo más de dinero disponible, eso va a ayudar al consumo. Hoy es difícil de anticipar pero confiamos de que así lo sea.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por