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» D24ar
Fecha: 21/12/2025 23:25
En algunos países como Japón o China, tomar sol está mal visto. Sin embargo, la tendencia occidental continúa asociando un color bronceado en la piel con la idea de alguien que recién regresa de sus vacaciones, o un tono deseable estéticamente. A pesar del avance sobre la concientización sobre los posibles cánceres de piel por la exposición al sol y de que las cremas protectoras forman parte del kit básico de cualquiera para pasar un día al aire libre, todavía hay mucho para hacer. Un grupo de científicos acaba de dar con un dato escalofriante. Aseguran que los usuarios de camas solares corren importantes riesgos. Una industria bajo sospecha Las intervenciones en el cuerpo con fines estéticos no son ninguna novedad. A lo largo del tiempo y en las culturas más diversas se pueden encontrar ejemplos. Desde las mujeres del pueblo Kayan que usan anillos en el cuello desde niñas para parecer con cuellos más largos o la perforación de las orejas para colocar aros, hasta las modernas cirugías estéticas que conocemos. En este sentido, desde su comienzo, las camas solares resultan una solución para aquellos que querían tener un aspecto más bronceado y parejo en su piel en pleno invierno. Esta industria funcionó a lo largo del tiempo bajo sospecha constante con reiteradas advertencias desde sectores de la medicina. Sin embargo, debido a la falta de evidencias concretas para equiparar sus efectos a los del sol natural, continuó funcionando sin ningún tipo de límites, hasta ahora. Un equipo de científicos acaba de dar en la tecla y confirman que las sospechas estaban en lo cierto. Pero incluso va más allá, ya que podría ser mucho peor de lo que imaginábamos. Un nuevo estudio arrojó datos sustanciales y sería la clave para comprender qué consecuencias pueden llegar a tener en nuestros cuerpos el uso de máquinas de bronceado. Además, estas complicaciones pueden aparecer incluso en pieles que resultan en apariencia sanas. Alerta: Riesgo de cáncer y daño generalizado en el ADN El estudio revolucionario en cuestión se llevó adelante por un equipo de trabajo de Northwestern Medicine junto a la Universidad de California en San Francisco. El mismo presenta un valiosísimo aporte con pruebas directas del daño profundo y generalizado que provocan este tipo de dispositivos. En este sentido, los datos resultan más que alarmantes, dado que señalan que triplican el riesgo de melanoma. Pero todavía hay más. En este sentido, el estudio también demuestra otro punto preocupante. Este tipo de radiación artificial altera el ADN de los melanocitos, aquellas células donde se origina el melanoma. Además, el alcance de esta alteración es terrible: llega a casi toda la superficie corporal, incluso en las zonas que normalmente no reciben el sol. Estas mutaciones ocurren de manera silenciosa en la piel aparentemente sana, sin lunares, sin manchas. Pero el daño permanece silencioso ahí. El estudio se ha publicado en la revista Science Advances. Para esto se basaron en las tecnologías de última generación de secuenciación de ADN en célula única y trabajaron con tres grupos. En el primero se reunían 11 personas con un largo historial de utilización de cabinas; en el segundo, 9 personas sin exposición a cabinas y 6 donantes cadavéricos como control adicional. En total se lograron secuenciar 182 melanocitos individuales. La sugerencia: revisiones dermatológicas y prohibición Sin dudas, el estudio confirma que la radiación artificial actúa de una forma mucho más invasiva. Además, con esto pone sobre la mesa los argumentos necesarios para tomar medidas de forma urgente en la turbulenta agenda de Argentina y en el mundo. En principio, para aquellas personas que han utilizado estas camas, la sugerencia es que se sometan de manera regular a controles dermatológicos completos, incluso en ausencia de lesiones visibles. Por otro lado, si bien los avisos existen sobre los posibles daños, resultan escasos o débiles. En esta dirección, la recomendación es reforzar con advertencias claras similares a la de las cajas de cigarrillos. Además, de avanzar en la prohibición para menores como en los países de Europa.
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