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  • El FMI aprueba el primer año del acuerdo pero exige más reservas y un dólar más alto en 2026

    Parana » Radio La Voz

    Fecha: 20/12/2025 10:39

    El directorio del FMI se encamina a aprobar en enero el primer año del programa de facilidades extendidas, pese al incumplimiento en la meta de reservas, mediante un waiver apoyado en el superávit fiscal y la no emisión. A cambio, el gobierno de Javier Milei se comprometió a comprar al menos US$ 10 mil millones en el primer semestre de 2026 y a flexibilizar el esquema de bandas cambiarias. El Fondo busca un tipo de cambio con mayor recorrido alcista, que permita acumular divisas, aun a costa de una presión inflacionaria controlada. El dólar oficial podría acumular una corrección real cercana al 20% en un año. El Gran Hermano habló. Llamó al participante al confesionario y le dejó en claro qué debía hacer para permanecer en el certamen. Y el participante, algo enojado pero consciente de que al final tiene posibilidades de victoria, aceptó lo que la autoridad le indicó. A cambio, el Gran Hermano tendrá pronto –en la segunda quincena de enero– un importante gesto a favor de su concursante favorito: la Argentina tendrá aprobado el primer año de vigencia del facilidades extendidas. Waiver mediante por la falta de acumulación de reservas del Banco Central, pero con el hecho de haberse logrado un resultado de superávit fiscal de más del 1,5% en el actual ejercicio y la no emisión monetaria, serán razones suficientes para que el tramo 2025 del acuerdo firmado en abril pasado quede aprobado. Y, ahora sí, a pensar en 2026. Por lo que ya se sabe, el directorio del organismo –donde mandan los votos de Estados Unidos y sus aliados– está comenzando a analizar la situación de la Argentina; y se supone que, luego del obligado parate de fin de año de todo organismo financiero internacional que se precie de tal, desde la segunda semana de enero hasta la primera de febrero el caso argentino estará cerrado. Y aprobado. Al menos en 2026. La decisión del gobierno de Javier Milei, con el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo como brazo ejecutor, de comprometerse solemnemente (y por escrito) a comprar no menos de 10 mil millones de dólares durante el primer semestre de 2026 (temporada sojera), fue el acto de amor que el Gran Hermano exigió como condición indispensable –y disciplinadora– para que el concursante estrella siga todo 2026 dentro del facilidades extendidas. Pero el Fondo ahora va más allá y buscará que, como política derivada de este esquema de recuperación de reservas, se produzca otro efecto que el organismo venía reclamando desde el mismísimo abril en que se firmó el acuerdo con la Argentina. Con sumo cuidado y secreto. Obviamente, todos saben que la consecuencia de esta obligada política de compra de divisas, además de una victoria mandril, tendrá como resultado inevitable un fortalecimiento del precio de la divisa en la cotización criolla. Esto derivó en que ambas partes negociaran muy en secreto durante noviembre la flexibilización del mecanismo de bandas cambiarias hacia una indexación del tope superior del sistema de fronteras, que seguirá el último índice de inflación publicado. En enero de 2026 se tomará el último porcentaje disponible: el de noviembre de 2025, que resultó de 2,5%, lo que derivará en un dólar de techo de 1.556 pesos. Habría sido de $ 1.536 si se hubiera seguido considerando la indexación del 1%. Obviamente, nadie espera –incluido el FMI– que la cotización llegue a ese nivel, pero sí que tenga ahora más flexibilidad de movimiento y “gimnasia recreativa” para que haya un incremento más genuino y sano del precio del dólar en el mercado local. Lo importante es la consecución de la performance obligatoriamente alcista del dólar hacia abril de 2026, cuando se cumpla el primer aniversario de la firma del acuerdo vigente. La obligación de sumar reservas, que mantendrá inevitablemente fuerte la demanda de divisas, provocará además una presión inflacionaria también inevitable. Aunque controlado, el IPC tendrá así un sostenimiento de la fuerza alcista en los límites actuales, lo que derivará en un incremento porcentual que rondará el 2%. Si se incluye, en esta tendencia porcentual, diciembre de 2025 –cuyo IPC será fuente de inspiración del crecimiento del techo de la banda cambiaria en febrero–, y enero y febrero de 2026, se tendrá un valor de referencia máximo para abril de 2026 de un techo de banda de 1.643 pesos. Si se compara ese precio del dólar oficial con el valor de $ 1.097 del 11 de abril de 2025, día en que comenzó a regir el nuevo esquema cambiario de bandas, la devaluación acumularía en un año (abril de 2025 contra abril de 2026) un aproximado del 50%. Si ese porcentaje se corrige por una inflación anualizada del 30% –el ritmo actual que se sostendría en el primer semestre del año–, la corrección del alza del dólar por los precios sería del 20%. En definitiva, esa sería la corrección real del tipo de cambio a un año de firmado el acuerdo de facilidades extendidas con el FMI. Este es el punto en el que hay que volver al texto y a la letra chica de ese pacto entre la Argentina y el FMI. A mediados de este año, el exministro de Economía Alfonso Prat-Gay mencionó en una exposición en el IAE de la Universidad Austral un descubrimiento. Dijo que en el staff report el organismo “recomienda” que el tipo de cambio ejecutivo para el trimestre posterior a la firma del facilidades extendidas debería navegar por arriba del 20% de la cotización del día anterior a la entrada en vigencia del acuerdo. Esto implicaba, aproximadamente, entre 1.315 y 1.320 pesos en el mes inaugural del ejercicio de bandas, para luego ir subiendo la cotización mes a mes, sosteniendo una inflación que debía ubicarse por debajo del 1%. Sin embargo, la idea de los firmantes de Washington del facilidades extendidas nunca tuvo en carpeta la posibilidad de que el dólar oficial operara a la baja y navegara inmediatamente hacia aguas más cercanas a los $ 1.100 que a los más de $ 1.300 que consideraba el organismo como óptimos para el cierre del segundo semestre de 2025. Mucha diferencia. Más teniendo en cuenta que es el ítem que más le importa al fiscalizador general del caso argentino en el FMI, el venezolano Luis Cubeddu. Prima hermana de esta queja aparecía el segundo cuestionamiento desde Washington. No se entendía desde el FMI cómo era que el Gobierno renunciaba a la acumulación de reservas vía compra de divisas a un valor incluso menor al estipulado desde el Fondo, de más de $ 1.300 dentro de la banda. Más aún teniendo en cuenta que para junio vencía la temporada de liquidación sojera, sin incrementos importantes en las reservas del Banco Central. Con mucha preocupación, el Gran Hermano miraba en aquellos días que hasta julio se aplicaba otra estrategia. Más ideológica que técnica. Esperar a que el dólar llegara a los mil pesos para ahí comenzar a comprar y demostrarle a todo el que quisiera analizar el sistema cambiario argentino que la Casa Rosada tenía razón al asegurar que la divisa, al primer trimestre de 2025, no necesitaba de una devaluación. Recordaba el Presidente que la batalla por la devaluación fue lo que hizo que se eyectara de las responsabilidades con la Argentina al entonces director gerente para el hemisferio occidental, el chileno Rodrigo Valdés, quien en las negociaciones de mediados de 2024 discutía con el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo sobre la necesidad de corregir el tipo de cambio de entonces, en un 20%. Mínimo. Valdés fue apartado de las negociaciones, pero hacia abril de 2025 el FMI le dio, bastante, la razón. En las negociaciones previas, Milei se negó todo lo que pudo al esquema de bandas, defendiendo su teoría de los 900 pesos. Pero, ya acosado por el mercado a fines del primer trimestre del año, tuvo que ceder y negociar las bandas cambiarias de la tercera etapa de su plan de estabilización. El techo de 1.400 pesos fue exigencia del FMI, que no quería ni quiere una banda de máximos bajos que obligue rápidamente al Central a vender dólares y perder reservas. El piso de mil fue exigencia de Milei, que quería una base por debajo de los $ 1.096 de cierre del régimen anterior, para demostrar que tenía razón. No pudo ser. Esa apuesta de compra a los mil pesos nunca llegó. No se sumaron dólares al BCRA. Más bien se perdieron. Debió ocurrir un segundo rescate en octubre pasado, esta vez combinado entre el FMI y el Tesoro de los Estados Unidos, para que, en el final de la película –con el detalle de las elecciones legislativas victoriosas para el oficialismo–, el Gran Hermano se pusiera firme y le exigiera al participante tanto comprometerse a comprar reservas y sumar no menos de 10 mil millones de dólares en el primer semestre como a devaluar un 20%. Y así, el concursante podrá seguir participando. El próximo capítulo está por llegar. Habrá que esperar a la segunda quincena de enero.

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