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Paraná » Confirmado.ar
Fecha: 20/12/2025 10:30
En la política entrerriana hay funcionarios que pasan y otros que permanecen. Algunos rotan por cargos visibles; otros, por las cajas. Hugo Alberto Ballay pertenece a este último grupo. Contador, de perfil bajo, pero con una trayectoria que lo ubica siempre en el mismo lugar: donde el Estado toca plata. CAFESG, ENERSA, la Coordinación de Gabinete, el Ministerio de Economía, el contrato del agente financiero con el BERSA. La lista no es caprichosa: es una secuencia. De CAFESG a ENERSA: la ruta clásica del poder financiero Ballay fue presidente de CAFESG, el organismo que administra fondos vinculados a Salto Grande, una de las cajas históricas de la política entrerriana. Antes había coordinado su Directorio. No es un dato menor: CAFESG no solo financia obras, también ordena territorio y construye lealtades. En 2012, el entonces gobernador Sergio Urribarri lo designó presidente de ENERSA, la empresa de energía de la provincia. El mensaje fue claro: confianza absoluta. ENERSA no es una empresa cualquiera: maneja contratos, tercerizaciones, servicios, compras y una estructura que nunca duerme. Gabinete y Economía: del manejo de cajas al control del tablero En 2013, Urribarri lo llevó a la Coordinación de Gabinete, un cargo creado para articular el corazón del Ejecutivo. Ballay ya no estaba solo en una empresa o un organismo: estaba en la botonera. Con la llegada de Gustavo Bordet al gobierno, Ballay no solo continuó: se consolidó. Fue ministro de Economía durante toda la gestión, atravesó crisis, renegociaciones, ajustes y discursos sobre “orden fiscal”. Ocho años controlando presupuesto, pagos y ejecución. En paralelo, Ballay fue la cara del proceso que definió al Nuevo Banco de Entre Ríos (BERSA) como agente financiero de la provincia. El agente financiero no es un trámite administrativo: es la caja obligada del Estado, por donde pasan sueldos, pagos y fondos públicos. Y Ballay fue quien explicó, defendió y sostuvo ese contrato frente a cuestionamientos políticos. “Un hombre cuestionado y confirmado” En noviembre de 2019, un medio provincial tituló una nota que hoy resuena con fuerza: “Un hombre cuestionado y confirmado”. Allí se señalaba que el nombre de Ballay aparecía mencionado en documentación vinculada al empresario paraguayo Diego Armando Cardona Herreros, en el marco de una causa por presuntos pagos indebidos a funcionarios. La nota advertía que Ballay podía ser citado por la Justicia, incluso se hablaba de una posible investigación patrimonial. Nada de eso ocurrió. No hubo imputación, no hubo citación, no hubo avance. La amenaza quedó en eso: amenaza. En los años siguientes, otros medios volvieron sobre el mismo punto: Ballay como figura señalada en relatos periodísticos, pero ausente en los expedientes. Y en ese vacío aparece siempre el mismo nombre institucional: el del Procurador General, Jorge García. Se anuncia, se desliza, se filtra… y después, silencio. BERSA, ENERSA y el nombre que siempre vuelve Más recientemente, el nombre de Ballay volvió a aparecer en coberturas periodísticas vinculadas a la causa Securitas–ENERSA, a partir de peritajes sobre comunicaciones entre empresarios y funcionarios. Otra vez, no como imputado, sino como nombre que orbita el sistema. El patrón se repite: Ballay no es el que firma el escándalo, es el que sobrevive al escándalo. Victoria: el regreso al territorio Hoy, el apellido Ballay vuelve a sonar en Victoria. En el circuito político local se lo menciona como el hombre llamado a “ordenar” las finanzas municipales. No hay, al momento, un decreto publicado que formalice la designación, pero el dato circula con fuerza. El contexto no es neutro: la actual intendenta, Isa Castagnino, fue señalada por distintos medios como parte del armado político impulsado por Laura Stratta, a quien en Victoria se reconoce como jefa política del espacio. Si ese movimiento se confirma, el esquema cierra solo: el mismo operador que pasó por las cajas más grandes del Estado provincial desembarca en un municipio estratégico, bajo un armado político que responde a la misma lógica de poder. El apodo que no es un insulto, es una descripción A Ballay no le dicen “el cajero” por folklore. Se lo dice porque, cuando se revisa la historia reciente, siempre estuvo donde circula el dinero. No en la tribuna, no en la épica, sino en la administración real. Y la pregunta no es si sabe de números —es contador—. La pregunta es otra, y hoy se vuelve inevitable: ¿Quién controla al que siempre controla la caja? ¿Por qué las amenazas judiciales nunca se convierten en hechos? ¿Y por qué, cada vez que se habla de plata pública en Entre Ríos, aparece el mismo apellido? En política, las coincidencias duran poco. Las permanencias, en cambio, explican sistemas. Fuente La Caldera #Confirmado
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