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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/12/2025 04:33
El estrés puede acelerar la formación de arrugas y la flacidez al disminuir la síntesis de colágeno (Freepik) El estrés es mucho más que una sensación. Y en esta época del año, el cansancio acumulado durante todo el año no sólo se siente en el cuerpo sino que se ve en la piel. Es que el órgano cutáneo es el reflejo más visible de esta lucha interna, y la exposición prolongada a estímulos “amenazantes” desencadena una cascada hormonal con efectos devastadores en el cuerpo, incluyendo la piel. La ciencia médica identificó los efectos del estrés sobre la piel como un fenómeno multifactorial que impacta su salud, su aspecto y su capacidad de regeneración. Especialistas de distintas ramas coinciden en que la respuesta orgánica ante situaciones de tensión va mucho más allá de lo emocional, manifestándose de forma visible. La médica especialista en cirugía plástica y estética Griselda Seleme (MN 80.033) comenzó a explicar consultada por Infobae que “el estrés influye negativamente en la piel y altera los procesos de cicatrización de las heridas”. En su mirada, “el estrés puede enlentecer y modificar la formación de colágeno”, lo cual disminuye la capacidad de regeneración y acelera la aparición de signos de envejecimiento. La especialista advirtió que “cuando la producción de colágeno está reducida, la piel pierde firmeza y elasticidad, se vuelve más fina y aparecen arrugas con mayor facilidad”. Además, señaló que el efecto del estrés “no solo impacta en el envejecimiento, sino también en la aparición o empeoramiento de patologías como rosácea, acné o dermatitis”. Fases del estrés: cómo se manifiesta en la piel La barrera cutánea se debilita con el aumento sostenido del cortisol, según especialistas (Freepik) La médica cirujana y especialista en medicina del estrés Cristina Sciales (MN 66.744) describió que el estrés es más que una sensación pasajera; se trata de un “Síndrome General de Adaptación que involucra respuestas profundas a nivel fisiológico, cognitivo y motor”. Sciales resumió tres fases en el deterioro que provoca el estrés en la piel: Alarma: el organismo libera adrenalina y noradrenalina, lo que altera la microcirculación cutánea. Resistencia: se libera cortisol, una hormona directa responsable de la inflamación crónica y la disminución en la producción de colágeno. Sobreadaptación o agotamiento (burnout): con una exposición prolongada, la capacidad de resistencia colapsa. Según Sciales, “la piel se vuelve frágil, reactiva y se dispara el envejecimiento prematuro”. Este proceso desemboca en una amplificación de síntomas sistémicos y cutáneos, que se manifiestan en sequedad, enrojecimiento, formación de arrugas, brotes de acné, exacerbación de patologías como rosácea y psoriasis, y pérdida de elasticidad especialmente en mujeres. El estrés crónico incluso puede desencadenar episodios de alopecia. Estrés oxidativo y deterioro cutáneo Alteraciones hormonales por estrés favorecen brotes de acné, rosácea y dermatitis en adultos (Freepik) En este mecanismo, el estrés oxidativo ocupa un lugar central. Sciales describió que “los radicales libres, procedentes del metabolismo, la contaminación, la radiación solar, el tabaco y el propio estrés, atacan las células provocando daño que se traduce en pérdida de colágeno y elastina, arrugas, manchas y enfermedades cutáneas”. Además, alertó que los episodios prolongados pueden “consumir las reservas de vitamina C en el plasma sanguíneo y los leucocitos, afectando gravemente la inmunidad y la capacidad de la piel para defenderse”. Estrategias desde la medicina integral: abordaje personalizado y cuidado de la piel El diagnóstico preciso permite diseñar tratamientos adaptados a cada caso particular (Freepik) La medicina integral plantea intervenciones que van más allá de la superficie y buscan resolver los desequilibrios internos. El dermatólogo funcional especialista en psiconeuroinmunologia y longevidad Lucas Ponti (MN 130.388) destacó ante la consulta de este medio que “la piel es uno de los órganos que más claramente expresa el impacto del estrés”. Y tras remarcar que el cortisol “inhibe la actividad de los fibroblastos, que son las células que producen colágeno y elastina en la piel”, precisó que este proceso no solo afecta la producción, sino que incrementa las enzimas que degradan estas proteínas estructurales, lo que provoca “más arrugas, pérdida de firmeza y enlentecimiento de la cicatrización”. Desde la dermatología funcional, el tratamiento parte de una visión integradora. Ponti subrayó que se busca “restaurar la barrera cutánea con ácidos grasos esenciales y ceramidas, regular la inflamación y la neuroinflamación, e intervenir en la matriz extracelular con retinoides, ácido azelaico y antioxidantes”. Según el especialista, el plasma rico en plaquetas es otra herramienta relevante, así como la suplementación oral con “omega 3, melatonina, vitamina C y coenzima Q10”. En este punto, Sciales coincidió en la necesidad de un diagnóstico personalizado e individualizado. La medicina bioregenerativa, explicó, “no aplica tratamientos estándar; la base es un buen diagnóstico para tratar a ese paciente específico y neutralizar los efectos adversos del estrés”. La especialista mencionó abordajes como cocktails endovenosos —en particular el conocido como Coctel de Meyer’s— que incluyen “minerales, aminoácidos, vitaminas y melatonina”, así como protocolos de detoxificación y el diseño de “un plan alimentario adecuado, actividad física y técnicas de relajación y meditación”. Hábitos y rutinas recomendadas: de la alimentación a la mindfulness Prácticas como mindfulness y meditación ayudan a reducir el impacto del estrés en la piel (Freepik) El diseño de rutinas diarias orientadas a reducir el impacto del estrés en la piel se convierte en una de las bases del tratamiento. Al respecto, Seleme enfatizó que “la alimentación, el ejercicio y las actividades orientadas al manejo del estrés influyen directamente en la salud general, y la piel funciona muchas veces como un reflejo de ese equilibrio interno”. La médica destacó que estas conductas “ayudan a modular los niveles de cortisol y los procesos inflamatorios sistémicos”. Seleme precisó que “una alimentación equilibrada aporta los nutrientes necesarios para la síntesis de colágeno y el correcto recambio celular de la piel”. En cuanto al ejercicio físico, subrayó que “mejora la perfusión tisular y la oxigenación, favoreciendo la nutrición cutánea”. Y agregó que “en los últimos años, distintos estudios demostraron, además, el efecto favorable de prácticas como la meditación en la reducción del estrés y de los niveles de cortisol, con impacto positivo sobre la salud de la piel”. Hábitos de vida saludables, como alimentación balanceada, buen descanso y ejercicio, mejoran la salud cutánea (Imagen Ilustrativa Infobae) Ponti también señaló que “la alimentación siempre debe ser rica en antioxidantes, polifenoles, carotenoides, vitamina C, omega 3 y proteínas de alto valor biológico”, y recomendó evitar el consumo excesivo de alcohol y cigarrillo. La actividad física y las técnicas de manejo del estrés como mindfulness, respiración diafragmática y estimulación del nervio vago mediante osteopatía, aportan a la protección general del sistema nervioso y, por lo tanto, de la piel. Sciales propuso rutinas de cuidado de la piel diferenciadas para el día y la noche. Durante la mañana, se recomienda iniciar con respiración o meditación, continuar con limpieza suave, serum de vitamina C, hidratante con ácido hialurónico o niacinamida y siempre protección solar SPF 50. Por la noche, recomienda doble limpieza, antioxidantes como resveratrol, uso de activos renovadores según el diagnóstico, y cremas con ceramidas o péptidos. “La piel es un reflejo de nuestro estado interno”, remarcó la especialista. Los tres expertos coincidieron en que el mayor desafío para combatir los efectos del estrés en la piel es iniciar un abordaje global e individualizado, combinando hábitos saludables, manejo emocional y tratamientos médicos específicos.
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