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  • La Navidad vino con sorpresas, pero no las que esperaban en el Gobierno

    » Clarin

    Fecha: 19/12/2025 22:35

    Ayer por la tarde, en una de las oficinas de la planta baja de la Casa Rosada, se tomó la decisión de no abrir el paquete sorpresa que le dejó la oposición al Gobierno para esta Navidad. El Presupuesto 2026 -según lo que definió la Mesa Política- se votará el 26 de diciembre en el Senado tal como llegó desde Diputados, es decir, sin la anulación de la ley que le da recursos a la universidades nacionales ni la de emergencia en discapacidad. Tampoco se buscará reponer, al menos en esta oportunidad, el beneficio a Edenor y Edesur, la reducción de los subsidios para el gas en las zonas frías del país y el aumento de los recursos que envía la Nación a la Ciudad de Buenos Aires. En rigor, lo que hará el Gobierno es asumir que el triunfo electoral era una condición necesaria para mantener la estabilidad pero que no alcanza para poner en práctica decisiones políticas efectivas. Por supuesto, como corresponde, el Gobierno buscará resaltar que el Presidente tendrá su primer Presupuesto en casi tres años y que eso es una noticia que se debe celebrar. No es este el momento de andar con la cabeza gacha frente a los mercados, habrá pensado Javier Milei, que en pocos días tendrá que pagar un enorme vencimiento de deuda pública, un evento que siempre conviene afrontar con el Riesgo País en baja y no con los ánimos financieros alterados. Milei en Navidad El día había arrancado con varios funcionarios asegurando en off the record que el oficialismo buscaría reponer en la Cámara alta el ya famoso Capítulo XI de la Ley de Presupuesto, que el Gobierno había impuesto en el dictamen de mayoría de Diputados y que luego fue cortado por la oposición en el recinto. Al mediodía, cuando en el Senado salió el dictamen con el mismo texto que había aprobado Diputados, quedó claro cuál era el nuevo camino que tomaría el discurso oficialista. Ese sendero quedó ratificado por la tarde en la reunión de la Mesa Política, el pequeño grupo de funcionarios y legisladores que suele discutir las novedades y dibujar los parámetros por donde se mueve el Gobierno. Sin Karina Milei esta vez -y con el Presidente fuera de la Casa de Gobierno-, allí estuvieron Manuel Adorni, jefe de Gabinete; Diego Santilli, ministro del Interior; Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados; Patricia Bullrich, jefa de La Libertad Avanza en el Senado; Santiago Caputo, asesor presidencial y Eduardo “Lule” Menem, mano derecha de Karina Milei en la secretaría General de la Presidencia. El invitado especial fue Luis “Toto” Caputo. Todos llegaron al lugar enterados de que el nuevo plan era celebrar la sanción del Presupuesto y dejar de llorar por lo que no se pudo sostener en Diputados. Bullrich contó lo que había pasado hacía un rato en el Senado y explicó que la ley saldría con la forma que le dio Diputados, sin rastros del Capítulo XI. Sobre la Reforma Laboral, repitió lo que había dicho el jueves: pasa para febrero. El ministro de Economía, directamente, dijo que estaba satisfecho con lo que se estaba votando en el Congreso y, como si estuviera participando del streaming del canal oficialista Carajo, se dedicó a resaltar los buenos números de empleo y del superávit comercial de los últimos días. No había mucho margen para que el Gobierno hiciera otra cosa. El Presupuesto 2026 será el que pudieron conseguir, y quedará sin la suerte de trampa que el oficialismo intentó tenderles a sus propios aliados, cuando incluyó en el Capítulo XI la derogación de dos leyes que ya habían sido votadas en Diputados hace pocas semanas y que habían conseguido unir a amplios sectores de la oposición, incluso a legisladores que suelen votar siguiendo los pedidos libertarios. Los primeros en dar la alerta fueron los gobernadores de Catamarca, Raúl Jalil y de Salta, Gustavo Sáenz, que esta semana le avisaron al Gobierno que algunos de los legisladores que el Gobierno consideraba dentro del armado del Presupuesto no iban a votar para anular dos leyes que ellos mismos habían votado. Lo que más les molestaba era quitarle fondos a los discapacitados, dijo uno de esos gobernadores, algo muy difícil de explicar entre su electorado. A pesar de esa advertencia, el oficialismo siguió adelante, hasta que en la madrugada del jueves se espabiló viendo que la aprobación en general escondía la modificación de un tramo del Presupuesto que el Gobierno, hasta ese mismo minuto, había considerado central para mantener el equilibrio fiscal. Esa madrugada, el propio discurso oficial convirtió lo que parecía una victoria en la primera derrota política franca desde las elecciones. El golpazo fue mayor porque el propio Javier Milei, y también Caputo, habían dicho una y otra vez que las leyes para asegurar fondos a las universidades y para financiar los tratamientos a discapacitados eran demagógicas y condenaban al país al déficit fiscal. Ayer, esa queja quedó reemplazada por el nuevo discurso celebratorio que empezará a escucharse en este final de año y que se reproducirá mientras el calor dure. Debajo de esas sonrisas, ayer todavía se escuchaban críticas a la estrategia legislativa que impuso el Gobierno. “En el Poder Ejecutivo se estaban apurando solos. Eso se ve con la Reforma Laboral y también con este cambio de último momento que quisieron meter en el Presupuesto. Ojalá esto sirva para hacerles entender que la política se hace de a poco”, le dijo a este diario un hombre del bloque de diputados libertarios. Hay que reconocer que, al menos esta vez, el Gobierno reconoció rápido -en poco más de 24 horas- que estaba ante una derrota y que había que convertir ese mal trago en una posibilidad de celebración, acorde con la época que marca el almanaque.

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