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» Diario Cordoba
Fecha: 19/12/2025 18:17
Gabriel Serván Benítez ‘Tito Gabi’ (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1945) falleció la pasada noche en Córdoba y con él se va una forma de entender la vida y el flamenco que están en peligro de extinción. Extremeño de nacimiento y cordobés de adopción y de sentimiento, Tito Gabi nunca dejaba indiferente a nadie por su singular personalidad, por su arte, por su forma bohemia de concebir la existencia. Gabriel Serván, hijo de Agustín y de Catalina, fue un niño de la posguerra marcado por el asentamiento de su familia en Córdoba, allá por los años 50. Ejerció diversos oficios desde su adolescencia pero destacó como mecánico en los primeros tiempos de su vida laboral y como profesional de seguros en la correduría de su hermano Rodolfo Serván, una de las más importantes de España en el ámbito de la joyería. Sin embargo, y más allá de una intensa vida profesional, Tito Gabi ha sido una institución del flamenco en Córdoba, sobre todo como tocaor versátil y con una personalidad única en el manejo de las seis cuerdas. Integrante del mítico grupo Sierra y Campiña en los años 70 y 80, Gabriel Serván ha sido amigo, confidente, maestro y acompañante de lo más granado de los flamencos de su época. Quienes le conocimos no podíamos resistirnos a su imagen bohemia, a sus cantes, a sus falsetas por bulerías, por soleá, por sevillanas, por los palos de Córdoba… a sus chistes, a su forma de convivir en torno a lo más puro de nuestra cultura, a sus arroces sencillos –mal guisados y bien reposados, como dice su hermano Ángel-, a su peculiar forma de vivir. “El arte se encuentra por la noche, por el día sólo hay gente vulgar”, me dijo una vez en una entrevista quien había conocido los tiempos gloriosos de las tabernas del Casco Histórico y del Campo de la Verdad, en aquellas noches de cante hasta bien entrada la madrugada. Tito Gabi formó una familia junto a Pilar Benítez. Si Gabriel tocaba, Pilar canta. Pretérito ya él, presente ella, le seguirá recordando con una imagen del mástil de la guitarra apuntando hacia el cielo y con un compás que ahora se mece ahogado por la pena. Gabriel y Manuel son sus dos hijos y Gabriel, Curro y Manuel, sus nietos. Vivo ejemplo del mensaje de aquella letra con aire de soleá que dice: mis hijos son mis luceros/ cuando la noche se alarga/ pan bendito de mis manos/ razón por la que el alma aguanta. La misa ‘corpore in sepulto’ por su eterno descanso se celebrará mañana en la iglesia de San Lorenzo a las 10.30.
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