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» Clarin
Fecha: 19/12/2025 08:35
Este viernes 19 de diciembre, en el Kaseya Center de Miami, el boxeo pesado vivirá una noche tan millonaria como incómoda. El británico Anthony Joshua, ex campeón mundial unificado y uno de los nombres más relevantes de la última década, se subirá al ring frente al estadounidense Jake Paul, el youtuber convertido en boxeador que sigue empujando los límites -y las contradicciones- del negocio. El evento, bautizado Judgment Day, será transmitido en vivo por Netflix y tendrá una bolsa total que ronda los 184 millones de dólares, una cifra que explica muchas cosas. Paul, de 28 años, se impuso en su presentación más reciente ante el mexicano Julio César Chávez júnior en un combate celebrado en junio pasado por la división de la categoríasemipesado. Ahora, el combate será en la categoría pesada y la polémica ya se encendió; de hecho, la Junta Británica de Control declaró que no autorizaría la pelea por razones de seguridad, y varios boxeadores han advertido que, dada la diferencia de clase, tamaño y talento, Paul corre el riesgo de sufrir lesiones graves si su rival se juega la vida. El estadounidense mide 185 centímetros y pesó 98,2 kilogramos, mientras que el británico de 36 años mide casi dos metros (1,98) y presentó 110,4 kilogramos en los pesajes que se llevaron a cabo el jueves 18. Jake Paul y Anthony Joshua, mucho más que 15 centímetros de diferencia. Foto: REUTERS/Marco Bello Según el comentarista experto Michael Bisping, miembro del Salón de la Fama de la UFC, "Joshua tiene mucha más experiencia, golpea más fuerte, es más corpulento y tiene mejor alcance". "Es campeón olímpico. Si ésta es una pelea real, y parece que lo será, hay muchas probabilidades de que alguien salga lastimado, y lamento decir que no será Joshua, quien se ha enfrentado a lo mejor de lo mejor", alertó. Desde lo estrictamente deportivo, el combate plantea un contraste brutal. Serán ocho rounds de tres minutos, con guantes normales de 10 onzas o 280 gramos y un ring especial de 6,7 x 6,7 metros, 70 centímetros por lado más amplio que el habitual, Todas previsiones pensadas para contener riesgos pero no para disimular diferencias. El contrato, además, incluyó una cláusula llamativa: Joshua no podía superar las 245 libras (marcó 243,4), pese a tratarse de un peso sin límite. La pelea no nació como prioridad deportiva. Fue, más bien, una consecuencia. Jake Paul llevaba meses desafiando públicamente a Joshua, mientras Eddie Hearn -promotor del británico- admitía que el interés estaba más ligado al impacto comercial que al desafío competitivo. Incluso Ben Davison, entrenador de Joshua, llegó a expresar reparos por la seguridad del combate y terminó quedando al margen de la preparación. Jake Paul, confiado en que dará un espectáculo a la altura de las expectativas. Foto: REUTERS / Marco Bello. Una derrota de Anthony Joshua contra Jake Paul sería "un absoluto desastre y algo terriblemente embarazoso", afirmó el promotor del boxeador británico. En una columna el miércoles para la BBC, Hearn dijo que era "una locura" que Joshua, un ex campeón mundial de peso pesado en dos ocasiones y medallista de oro olímpico, suba al ring para pelear contra Paul, un YouTuber convertido en boxeador que enfrenta fácilmente su mayor desafío hasta ahora. Paul, que llegará con menos tamaño, menos experiencia y menos recorrido que su rival, saltó a la fama en 2024 por su polémico combate contra Mike Tyson (de 58 años) en el que ganó por decisión unánime.Este triunfo aumentó aún más sus seguidores en redes sociales, que ahora superan los 20 millones, y su récord actual es de 12 peleas (siete al límite) y una derrota. En noviembre de 2024, Jake Paul le ganó a Mike Tyson, que tenía 58 años. Foto: Kevin Jairaj - Imagn Images. Con este contexto, hay quienes piensan en que el combate estará guionado, como una ficción. "En primer lugar, seríamos investigados por el FBI si lo estuviera. Sería ilegal. Este es un combate profesional y una pelea sancionada donde la gente está apostando", se defendió el promotor del boxeador británico. Más allá del resultado, la pelea expone una tensión que atraviesa al boxeo moderno: prestigio contra visibilidad, mérito deportivo contra alcance global. Netflix, las bolsas récord y el cruce de públicos explican por qué este combate existe. El ring, sin embargo, sigue siendo un territorio implacable. Jake Paul, Anthony Joshua y Eddie Hearn, el promotor del británico. Foto: REUTERS / Marco Bello, ¿Qué es el influencer boxing y por qué divide al boxeo? El llamado influencer boxing es un fenómeno relativamente reciente que combina boxeo profesional o semiprofesional con figuras nacidas fuera del deporte: youtubers, streamers, celebridades de redes sociales o ex atletas de otras disciplinas. Su principal motor no es el ranking ni la tradición, sino la capacidad de convocatoria digital. Millones de seguidores, audiencias jóvenes y plataformas de streaming globales explican su rápido crecimiento. El punto de partida simbólico suele ubicarse en 2018, con la pelea entre KSI y Logan Paul en Manchester, un evento amateur que agotó entradas y marcó un quiebre. Desde entonces, el formato se profesionalizó: combates sancionados, bolsas millonarias, transmisión por PPV o streaming y carteleras completas armadas alrededor de estas figuras. Jake Paul es el caso más exitoso: pasó de peleas de exhibición a combates profesionales, enfrentando a ex campeones de MMA como Tyron Woodley y Anderson Silva, y ahora a un ex campeón mundial de boxeo. Jake Paul viene de desafiar y ganarle a Julio Cesar Chavez Jr. Foto: AP Photo / Etienne Laurent. Para sus defensores, el influencer boxing revitaliza un deporte que perdió centralidad mediática. Atrae público joven, genera ingresos inéditos y funciona como puerta de entrada al boxeo tradicional. Las cifras de audiencia, especialmente en plataformas digitales, superan en muchos casos a veladas clásicas sin grandes nombres. Para sus críticos, en cambio, el fenómeno erosiona la credibilidad del boxeo. Señalan desbalances técnicos, riesgos físicos innecesarios y una lógica de espectáculo que desplaza el mérito deportivo. El temor recurrente es que se normalicen cruces desiguales y que el ranking y los títulos pierdan valor simbólico frente al poder de las redes.
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