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  • “Las autoridades escuchan más a las empresas fabricantes que a la ciencia a la hora de regular la química que ingerimos”

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/12/2025 07:07

    ‘Cómo comer sano en un mundo tóxico’ (Ediciones i) es el título del nuevo libro que el periodista Carlos de Prada, premio Nacional de Medio Ambiente, ha publicado sobre la inquietante abundancia de compuestos químicos que invaden casi todo lo que comemos y bebemos. A lo largo de más de 700 páginas, el trabajo desgrana las principales sustancias sintéticas y a menudo tóxicas que ingerimos a diario y que, con gran frecuencia, no han sido adecuadamente evaluadas por las autoridades sanitarias. Apoyado sobre una abrumadora cantidad de informes científicos, el libro deja al descubierto la indefensión de los consumidores ante la avasalladora presión de la industria química. -Una de las conclusiones del libro es que las autoridades están autorizando pesticidas, aditivos y compuestos químicos de toda clase sin haber verificado debidamente su potencial tóxico para la salud humana. ¿Es así? -La comunidad científica ha denunciado reiteradamente las graves deficiencias existentes en los sistemas por los que se evalúa el riesgo de las sustancias tóxicas, sin ser escuchada. Lamentablemente, entidades como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) suelen tener más en cuenta los datos que proporcionan las propias empresas interesadas en comercializar determinadas sustancias que los de la ciencia de verdad, la ciencia académica. La Agencia Europea de Medio Ambiente reconocía en un informe que solo el 0,5% de las cerca de 100.000 sustancias que entonces se estimaba que circulaban por la UE había recibido una evaluación más o menos completa acerca de sus posibles riesgos para la salud de las personas o el medio ambiente. La Agencia Europea de Medio Ambiente reconocía en un informe que solo el 0,5% de las cerca de 100.000 sustancias que entonces circulaban por la UE había recibido una evaluación más o menos completa de sus posibles riesgos para la salud" -La industria química, es decir, los fabricantes de todas estas sustancias peligrosas, ¿hasta qué punto influyen en las decisiones de las autoridades sanitarias europeas? -La influencia de esos lobbies es tremenda. Tanto que, en estos momentos, no contentos con haber bloqueado algunos planes de mejora de la deficiente normativa vigente, han conseguido que la Comisión Europea esté llevando a cabo una arriesgada estrategia de desregulación. Es decir, de eliminación o debilitamiento de muchas de las normas que hoy, mejor o peor, protegen la salud de los ciudadanos frente a estos riesgos químicos. Puede suponer un retroceso de décadas. Por los pasillos de las instituciones de la UE hay circulando, constantemente, miles de lobbistas de la industria que trabajan para influir de las más diversas formas. La industria química europea es la más potente del mundo y tiene recursos más que sobrados para influir. Algo que no sucede en igual medida con la comunidad científica o las organizaciones que tratan de velar por la defensa de la salud o el medio ambiente. Al final, lamentablemente, la razón de la fuerza pesa más que la fuerza de la razón. La fruta y la verdura suelen contener compuestos químicos que frecuentemente amenazan la salud / Agencias -La UE ha dado marcha atrás en su objetivo de prohibir los pesticidas más peligrosos. ¿Hasta ahí llega la presión de la industria? -No solo no se prohíben o restringen debidamente muchos de los pesticidas más peligrosos. También se incumplen otros compromisos formales, como el que se contrajo cuando presentó la estrategia ‘De la granja a la mesa’. Según ese documento, se debería reducir en un 50% para el año 2030 el uso de pesticidas en la UE. Sin embargo, tal y como están las cosas, parece muy difícil que vaya a cumplirse. En lugar de ello, la Comisión presenta estadísticas trucadas en las que se aparenta que se reduce el uso y el riesgo de los pesticidas sin que sea cierto. -En el libro comenta algo inquietante: los pesticidas sistémicos, que vienen ya en la propia semilla y se absorben por todo el interior de la planta. ¿Hay forma de deshacerse de esta contaminación en una verdura? -Obviamente, la mejor forma de evitar exponerse a residuos de pesticidas, tanto de los sistémicos como de los que no lo son, es optar por consumir alimentos ecológicos, ya que para producirlos no se emplean pesticidas sintéticos. De hecho, diferentes investigaciones muestran que cuando una persona pasa de consumir frutas y verduras convencionales a hacerlo con frutas y verduras ecológicas, la presencia de estas sustancias tóxicas en su organismo cae espectacularmente en pocos días. Medidas como lavar la fruta y la verdura, aunque siempre sea aconsejable hacerlo, son mucho menos eficaces, sobre todo en el caso de los pesticidas sistémicos. Por los pasillos de las instituciones de la UE hay circulando, constantemente, miles de lobbistas de la industria química que trabajan para influir de las más diversas formas -Los pesticidas actuales ¿tienen la misma toxicidad que los de tiempo atrás o son cada vez más tóxicos? Y si son más tóxicos ¿lo son también para el ser humano o solo para las plagas y enfermedades a que van dirigidos? Las industrias se han venido esforzando en producir pesticidas que sean cada vez más tóxicos buscando una mayor eficacia. Aun así, en paralelo, las plagas se van haciendo cada vez más resistentes. Desafortunadamente, aunque los fabricantes traten de presentarlos como productos milagro que solo deberían dañar a las especies objetivo, lo cierto es que con demasiada frecuencia afectan también a otras especies, incluida, en mayor o menor grado, la especie humana. -A menudo se habla de las “dosis seguras” de pesticidas. ¿Realmente hay niveles seguros de ingestión de pesticidas? -Si nos referimos, por ejemplo, a aquellos pesticidas (que no son pocos) que tienen o pueden tener capacidad de alterar el equilibrio hormonal, es decir, de ser disruptores endocrinos, lo que nos dice la ciencia es que para sustancias de este tipo no se puede establecer una concentración, por baja que sea, que se pueda afirmar claramente como segura. Basta ver informes como, por ejemplo, los de la Endocrine Society, que es la entidad mundial de referencia en estos temas. Sin embargo, oficialmente se siguen estableciendo concentraciones supuestamente seguras de estas sustancias. A ello se suma la no consideración debida de aspectos como el ‘efecto cóctel’ (mezcla de diversos pesticidas) y otras deficiencias que tienen los sistemas de evaluación del riesgo que entrañan. El concepto de 'dosis seguras' para los pesticidas se ha revelado muy inconsistente / Agencias -¿Por qué España es el país donde más pesticidas se producen o utilizan? - Sí, España ha venido siendo en los últimos tiempos el país que mayor cantidad de pesticidas usa en la UE. En ello concurren causas diversas, como la gran extensión de la superficie agraria española y, en particular, la existencia de determinados tipos de cultivo intensivo, así como la malsana dependencia del uso de estos venenos sintéticos que tiene la agricultura convencional, para contento de sus fabricantes. Todo ello, a pesar que desde 2014, la normativa europea establece que el recurso al uso de la química debería ser solo la última opción tras haber agotado toda una serie de medidas no químicas que son perfectamente viables y conocidas. Pero no se aplican y, al final, se acaba echando mano de los pesticidas –de los que hay centenares de principios activos autorizados- como si fuesen no solo la primera, sino la única opción, con todos los daños que ello genera. España ha venido siendo en los últimos tiempos el país que mayor cantidad de pesticidas usa en la UE -¿Con qué alimentos hemos de ir con más cuidado en este aspecto? -Obviamente, con aquellos que son de origen vegetal, como es el caso de las frutas y verduras no ecológicas. Los beneficios que se atribuyen al deseable consumo de frutas y verduras siempre serán mayores si son ecológicas, porque, además de no contener tales sustancias perjudiciales, diferentes investigaciones muestran que tienen un mejor perfil nutritivo. -Dice usted que, en vez de evitar la presencia de venenos en los alimentos, las normas actuales no hacen sino legalizar esos venenos… -La mayor parte de la contaminación química a la que nos exponemos es perfectamente legal. Otra cosa es si lo legal y lo seguro son necesariamente sinónimos. Las autoridades nos dicen que, si no se superan ciertas concentraciones que han decidido establecer como legales, no existe riesgo alguno; legalizando así su presencia en los alimentos. El problema es que la ciencia académica, a la que tantas veces se desoye, no es tan optimista. De hecho, muchos estudios científicos asocian problemas de salud a la exposición a contaminantes químicos a bajas concentraciones. -Habla de casos de sustancias que ahora son consideradas muy peligrosas pero que se estuvieron permitiendo durante décadas y décadas, porque se decía que eran “seguras”. ¿Puede poner algún ejemplo? -Para comprobar cómo las autoridades pueden decir que es seguro exponerse a una sustancia sin que sea cierto, basta hacer un sencillo ejercicio: repasar la larga lista de pesticidas que ahora están prohibidos por ser reconocidamente peligrosos. Porque, hasta hace no tanto, las autoridades, nos juraban y perjuraban que eran totalmente seguros. Obviamente, si son peligrosos ahora también lo eran antes, aunque las autoridades lo negasen permitiendo que millones de personas se expusieran a ellos. Podrían citarse muchos casos, algunos de hace algo más de tiempo, como el del lindano o, más recientemente, el del clorpirifos o el mancozeb. Pero, como decía, la lista es muy larga. En el libro se aporta un amplio listado. Oficialmente se puede tardar mucho tiempo en restringir una sustancia tóxica, aunque exista sobrada evidencia científica. El libro se apoya en cientos de estudios e informes científicos / VST -¿Qué es un ‘cóctel de pesticidas’ y qué grado de control sanitario tienen por parte de las autoridades? - Las autoridades evalúan el riesgo de una situación que no se da en la vida real, a saber: que en un momento dado nos expusiésemos a única sustancia y solo a ella, sin exponernos a la vez a ninguna otra. Sin embargo, es un hecho que, en una sola pera, una sola fresa, un solo melocotón… puede haber presencia de residuos de varios pesticidas diferentes a la vez, cada uno con su toxicidad. El efecto combinado de tales mezclas de pesticidas puede tener un efecto muy superior al de cada una de las sustancias por separado. Pero las autoridades, como se ha dicho, no lo tienen en cuenta a la hora de establecer los límites legales. -Hay otro capítulo en el libro dedicado a los PFAS, otros compuestos diferentes a los pesticidas. ¿Qué son exactamente? -Los PFAS (compuestos perfluorados y polifluorados) son un grupo de más de 10.000 sustancias diferentes que han recibido el sobrenombre de “contaminantes eternos” por su alta persistencia en el medio ambiente y los organismos vivos. Son unos contaminantes muy ubicuos en el entorno y a causa de la polución de suelos y aguas acaban integrándose en la cadena alimentaria. Por otro lado, también pueden estar presentes en determinados materiales en contacto con alimentos como, por ejemplo, ciertas sartenes antiadherentes, por no citar más. El caso es que según la Iniciativa Europea de Biomonitorización Humana (HBM4EU) están presentes en el cuerpo de buena parte de los europeos, lo que preocupa por los efectos sanitarios a los que han sido asociadas muchas de estas sustancias. -Tampoco parecen estar sujetos a un gran control cuando se autorizan. -No solo eso. Otro problema es que la mayor parte de estos compuestos químicos, miles, no están siquiera regulados. Ni bien ni mal.Varios países de la UE pidieron una regulación de estas sustancias como grupo, pero las presiones industriales amenazan que llegue a buen puerto. La mayor parte de los PFAS, que son miles, no están siquiera regulados; ni bien ni mal -Dado que las comidas van cada vez más envasadas, en todo tipo de materiales, ¿qué peligros encierran los materiales de dichos envases? -En la UE se ha autorizado el uso de miles de sustancias diferentes en materiales en contacto con alimentos. La ciencia advierte de que hay centenares que preocupan. Un ejemplo son algunos bisfenoles. Recientemente, tras más de 20 años de no hacer caso a la comunidad científica, la UE decidió eliminar la presencia de uno de ellos, el famoso bisfenol A, en materiales en contacto con alimentos, como las latas de comida. Todo después de que la EFSA reconociese que las concentraciones que nos había venido diciendo desde 2015 que eran supuestamente seguras eran, en realidad, 20.000 veces más altas de las que ahora nos dice que son seguras. Y si nos vamos a lo que la EFSA decía antes de 2015, estaríamos hablando de 250.000 veces. El problema es que, aunque se han adoptado medidas sobre el bisfenol A, según la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA), hay decenas de otros bisfenoles que pueden tener efectos análogos a los del bisfenol A y que todavía no han sido debidamente regulados. Lo que sucede con los bisfenoles puede pasar también con otros grupos de sustancias tóxicas que pueden estar presentes en materiales en contacto con la comida. La legislación europea sobre el tema lleva más de 20 años sin ser debidamente actualizada para incorporar el conocimiento científico más actual. -Los ultraprocesados: ¿Cuáles son sus principales peligros para la salud humana? -Uno de los principales problemas es, sin duda, que con frecuencia pueden estar muy cargados de ciertos aditivos. Algunas de estas sustancias han sido asociadas por diferentes investigaciones, con mayor o menor carga de evidencia, a diversos efectos adversos. Por ejemplo, por solo citar uno, alteraciones en la microbiota intestinal que, por su parte, pueden estar ligadas a múltiples problemas de salud. -Los aditivos que se añaden a los alimentos ¿tienen un adecuado control de los organismos reguladores? -En el libro, entre otras cosas, se reproduce una contundente declaración de la Asociación Americana de Pediatría que denuncia el pésimo control que existe sobre el tema en los Estados Unidos. En la UE, aunque se suela decir que el control es mejor, existen algunas circunstancias que generan incertidumbre. Se depende mucho de los datos de las propias empresas interesadas a la hora de recabar datos sobre las sustancias y hay poca información acerca del modo en el que se evalúa su seguridad. Con carácter general, parece aconsejable seguir la recomendación de las autoridades sanitarias que instan a reducir la ingesta de alimentos procesados e incrementar la de alimentos frescos. Carlos de Prada es experto en los químicos tóxicos que se usan en la alimentación / Jose I. Mallaina -En general, es usted muy crítico con el papel de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). ¿Por qué? -La comunidad científica ha venido quejándose desde hace mucho de que la EFSA base sus decisiones, de forma dominante, en datos procedentes de las propias industrias, interesadas en comercializar o emplear una sustancia sin prestar la debida atención a los datos, obviamente más fiables, de la ciencia académica. También se ha denunciado que algunos de los métodos que la EFSA emplea para determinar qué es seguro o deja de serlo hayan sido diseñados por la propia industria. Además, se ha denunciado reiteradamente la existencia de conflictos de interés en los paneles de expertos de esta agencia. Al margen de ello, en la obra aporto datos, procedentes siempre de la comunidad científica, que evidencian que sus decisiones pueden estar condicionadas por factores ajenos a la determinación objetiva de los riesgos. En algunos casos sus dictámenes han originado escándalos notables, como ha pasado con el bisfenol A, con el glifosato y otras sustancias. -Frente a todo este panorama, ¿a dónde puede acudir el consumidor para no envenenarse con lo que come o bebe? ¿Es la agricultura ecológica la solución? --Evidentemente, los alimentos ecológicos, al menos por lo que muestran infinidad de estudios científicos, pueden ser una opción para reducir, al menos, una parte de la toxicidad: la que tiene que ver con los residuos de pesticidas o el cadmio. Para otros alimentos algunos científicos sugieren reducir la ingesta de algunas grasas animales en las que pueden concentrarse en mayor grado algunos contaminantes orgánicos persistentes. Luego están las medidas para reducir la exposición a algunos tóxicos presentes en materiales con alimentos, la reducción de la ingesta de alimentos ultraprocesados o las medidas que se pueden tomar en relación al agua. Pero la verdad es que lo mejor sería que tuviésemos unas autoridades que no permitiesen que una serie de sustancias estuviesen en circulación y no que seamos los ciudadanos de a pie quienes tengamos que tomar medidas.

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