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  • Manzanelli advierte insolvencia estructural de la deuda argentina y riesgo de mayor inflación

    CABA » Plazademayo

    Fecha: 19/12/2025 00:44

    El economista Pablo Manzanelli, del Instituto Cifra, alertó que Argentina atraviesa una crisis estructural de deuda cercana a la insolvencia, con vencimientos críticos, presión del FMI y la banca internacional, y un escenario que anticipa más inflación y deterioro social. La situación de la deuda externa argentina no solo preocupa: empieza a delinear un cuadro de insolvencia estructural. Así lo planteó el economista Pablo Manzanelli, integrante del Instituto Cifra, quien advirtió que el país ya no enfrenta simplemente una crisis de liquidez, sino una crisis de magnitud superior, con fuertes implicancias económicas y sociales. Manzanelli analizó el origen, la dinámica reciente y las consecuencias del endeudamiento argentino, marcando diferencias con las visiones oficiales y con las lecturas más optimistas del mercado. Sus declaraciones surgen del último informe y análisis difundido públicamente desde el Instituto Cifra. Un endeudamiento que creció, se concentró y ahora presiona Según el economista, la raíz del problema debe buscarse en la gestión de Mauricio Macri, cuando la deuda pública externa se duplicó de USD 100.000 millones a USD 200.000 millones. Sin embargo, el punto más delicado no es solo la magnitud, sino su composición. Actualmente, la mitad de la deuda está en manos de organismos internacionales como el FMI, el BID y el BIRF, una situación inédita para el país. El resto se reparte entre acreedores privados y bancos. Este esquema habilita una presión constante de los organismos multilaterales y, al mismo tiempo, condiciona la estrategia financiera del gobierno. Los próximos años aparecen como un cuello de botella. Entre 2026 y mediados de 2027 Argentina deberá afrontar vencimientos por USD 57.000 millones, mientras que el próximo año ya enfrenta obligaciones cercanas a USD 45.000 millones. Frente a estas cifras, el economista sostuvo que una devaluación no alcanza para generar el superávit comercial necesario. Aunque hoy el saldo comercial ronda los 6.800 millones de dólares, la experiencia histórica muestra que incluso con una fuerte devaluación y apertura comercial, difícilmente el superávit supere los USD 18.000 millones, muy por debajo de lo requerido. Tensión entre el FMI y Wall Street por el control del rumbo El análisis de Manzanelli también describe un escenario de disputa entre el Fondo Monetario Internacional y la banca internacional de Wall Street. La reciente decisión del Gobierno de indexar las bandas cambiarias y acelerar la devaluación en función de la inflación, abandonando el 1% mensual, aparece —según el economista— como una admisión de fracaso del esquema inicial y como una medida impulsada por el FMI para garantizar reservas. Del otro lado, bancos internacionales como JP Morgan, representados por voceros como Besent, habían impulsado un plan alternativo: conseguir USD 20.000 millones frescos para recomprar deuda y cerrar el programa financiero. Sin embargo, exigieron prioridad de cobro en caso de default, desplazando al Fondo Monetario. Esa pulseada terminó derrumbando el acuerdo. Más inflación, menos salario y deterioro social Mientras tanto, el nuevo régimen cambiario elimina al dólar como ancla inflacionaria. El ajuste se traslada ahora sobre el gasto y, sobre todo, sobre el salario. El salario real ya se encuentra un 10% por debajo de noviembre de 2023, y las aceleraciones en los precios mayoristas siguen siendo persistentes. Además, el desafío de acumular entre USD 10.000 y USD 17.000 millones en reservas aparece como una meta difícil. En paralelo, la fuga de capitales ronda los USD 30.000 millones en seis meses y medio, el déficit de turismo se acerca a los USD 9.000 millones en diez meses y la inversión extranjera directa es negativa. Una economía que crece poco, concentra riqueza y destruye empleo La actividad económica da otra señal preocupante. Los sectores más dinámicos —agropecuario, minería/canteras e intermediación financiera— crecieron un 31% respecto a 2023, pero apenas generaron 354 empleos. En cambio, los sectores de mayor impacto laboral —industria, construcción y comercio— cayeron un 8% y destruyeron 140.000 puestos de trabajo. Incluso las empresas que cotizan en bolsa pasaron de ganar 13,8% en 2024 a perder 1% en 2025, un dato que explica las quejas empresariales frente a la apertura comercial. Así, la crisis de deuda no solo condiciona la macroeconomía. También profundiza la desigualdad, debilita el mercado laboral y erosiona las condiciones de vida. Como definió Manzanelli, el problema funciona como una bola de nieve financiera que crece más rápido que las herramientas disponibles para frenarla.

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