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» Misioneslider
Fecha: 19/12/2025 00:01
El nuevo esquema ya se siente en las boletas y reabre el debate por el costo de los servicios. Las facturas empezaron a llegar y el impacto fue inmediato. En distintos puntos del país, usuarios de gas natural detectaron aumentos que superaron lo esperado y encendieron la alarma en hogares, comercios y pymes. El ajuste, vinculado al nuevo esquema tarifario impulsado por el Gobierno, vuelve a poner el costo de los servicios públicos en el centro de la escena. En pleno invierno, cuando el consumo se dispara, la preocupación crece. No solo por el monto final, sino por la incertidumbre sobre lo que vendrá en los próximos meses. Qué cambió en las tarifas y por qué ahora El incremento responde a una combinación de factores: quita gradual de subsidios, actualización del precio del gas en boca de pozo y ajustes en el transporte y la distribución. Desde el área energética explican que el objetivo es “sincerar” los valores y reducir el peso del Estado en el sistema. “El esquema anterior era insostenible”, repiten fuentes oficiales. Sin embargo, para muchos usuarios el argumento choca con una realidad cotidiana marcada por ingresos que no acompañan el ritmo de los aumentos. En Buenos Aires y el conurbano, las subas ya se sienten con fuerza. En provincias como Córdoba, Mendoza y Santa Fe, donde el invierno es más crudo, el impacto puede ser todavía mayor. Cuánto más se paga y a quiénes afecta Según estimaciones de consultoras privadas, las boletas promedio muestran incrementos que van del 25% al 45%, dependiendo de la categoría y el nivel de consumo. Los hogares de ingresos medios, que quedaron fuera de los subsidios plenos, son los más golpeados. También hay preocupación en comercios gastronómicos, panaderías y pequeñas industrias. El gas es un insumo clave y cualquier variación repercute directo en los precios finales. “El problema no es solo pagar más, sino no saber hasta dónde puede llegar”, señaló el dueño de una fábrica de pastas en el oeste bonaerense. El impacto en la vida diaria El ajuste ya modificó hábitos. Familias que restringen el uso de la calefacción, comercios que reducen horarios y consorcios que evalúan recortes para afrontar los gastos comunes. En barrios de Rosario y La Plata, administradores de edificios confirmaron que varios consorcios analizan aumentar expensas para cubrir el costo energético. En el interior del país, donde no siempre hay alternativas al gas, la preocupación es aún mayor. El debate se da puertas adentro de cada casa: confort versus presupuesto. Una decisión que, para muchos, no debería existir. Reacciones políticas y reclamos Desde sectores opositores cuestionaron la velocidad de los aumentos y pidieron un esquema más gradual. También surgieron reclamos de asociaciones de consumidores, que exigen mayor claridad en las facturas y campañas informativas. El Gobierno, en tanto, sostiene que el sistema necesita ordenarse y que los subsidios deben estar focalizados en quienes realmente los necesitan. “No se puede sostener un esquema que beneficia a quienes no lo necesitan”, señalaron desde el Ministerio de Economía. Mientras tanto, la discusión se traslada al Congreso y a los medios, con un tema que atraviesa a todas las clases sociales. Qué puede pasar en los próximos meses Los especialistas anticipan que este no sería el último ajuste del año. El esquema prevé revisiones periódicas y nuevos incrementos atados a la evolución de costos y al tipo de cambio. También se espera una mayor segmentación, con controles más estrictos sobre quién recibe subsidios y quién no. Para los usuarios, la clave será informarse y revisar cada boleta en detalle. Algunos municipios evalúan programas de asistencia local, aunque reconocen que el margen es limitado. Una discusión que vuelve cada invierno El gas vuelve a ser protagonista, como cada año, pero esta vez con un condimento extra: el contexto económico general. Inflación, salarios ajustados y servicios en alza forman una combinación sensible. El debate de fondo sigue abierto: cómo garantizar servicios esenciales sin desfinanciar al Estado ni asfixiar a los usuarios. Mientras tanto, millones de argentinos miran la boleta con una mezcla de bronca y resignación. ¿Será este el precio final del “sinceramiento” o apenas el comienzo de un nuevo escenario tarifario?
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