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  • Cómo se recuperó una villa veneciana abandonada en Vicenza, Italia

    » Clarin

    Fecha: 18/12/2025 08:34

    El proyecto de Rigon Simonetti para la restauración de Villa Donà, ubicada en el pueblo de Motta di Costabissara, cerca de Vicenza en Italia, da forma a una intervención precisa y multidimensional. En ella, la historia del complejo y sus múltiples transformaciones emergen con claridad y serenidad. Un palimpsesto tangible toma forma en el diálogo entre las partes y en el espacio que las interpone, revelando una cuidadosa reconstrucción de su historia estratificada. Un volumen con forma de caja de madera suspendido dentro de la abertura acristalada. Foto: Rory Gardiner Dejando Vicenza y siguiendo la ruta estatal Pasubio, se llega a la Villa Donà, restaurada recientemente para albergar nuevos espacios de trabajo, coworking y reunión, renovando su relación con el paisaje circundante. La Barchessa: un diálogo de capas La barchessa es un edificio rural de servicios, típico de la arquitectura de las villas venecianas. Casi siempre se disponían a ambos lados de la casa principal, formando parte integral de un gran complejo agrícola productivo. Un diálogo sincero entre la herencia histórica y la arquitectura contemporánea. Foto: Rory Gardiner En esta obra, la cabecera de la barchessa lleva las huellas de múltiples transformaciones a lo largo de los siglos, desde modificaciones del siglo XVIII hasta alteraciones del siglo XIX. La restauración hace legible este palimpsesto, escenificando un intenso diálogo entre las diversas capas del tiempo. De los tres arcos a lo largo de esta fachada, el central llama la atención por la presencia de un volumen con forma de caja de madera suspendido dentro de la abertura acristalada. Esta inserción sirve como un dispositivo visual y espacial, estableciendo una relación directa entre el jardín público que bordea la carretera y el interior de la villa. La clave de la intervención: introducir un volumen moderno de madera suspendido dentro de un arco de piedra. Foto: Alberto Sinigaglia. A su derecha, se despliega un pórtico sostenido por columnas de piedra de estilo toscano del siglo XVIII. Bajo el generoso tejado, un armazón de madera ligeramente retranqueado de la línea de columnas estructura el pórtico en dos niveles. Una secuencia de esbeltos elementos de hierro corre paralela, pero separada, de la columnata de piedra, sosteniendo el piso superior, resolviendo así un sistema estructural y compositivamente incoherente. El proyecto combina oficinas y un café de diseño. Foto: Alberto Sinigaglia. Esta porción del edificio, gravemente comprometida tras años de abandono, es central en la restauración. La planta baja es ahora una sala multifuncional para eventos y conferencias, definida en un lado por el muro central de la barchessa. Este muro fue despojado del revoque irrecuperable para revelar antiguas estructuras de madera incrustadas en la mampostería, ahora tratadas con un acabado cepillado a base de cal. El "caos estructural" se resolvió con delicadas vigas de acero. Foto: Rory Gardiner Filosofía de una restauración Adyacente a la sala multifuncional, el café-restaurante (marcado por un volumen de doble altura que expone la textura cruda de la mampostería original) constituye el corazón social del complejo regenerado. Este se orienta hacia el lado más urbano, mientras que la villa en sí recupera una función residencial, con habitaciones para huéspedes en los pisos superiores. La tensión entre la fachada de madera y los arcos y columnas del siglo XVIII transmite el sentido del proyecto: "la necesidad de un diálogo sincero, y por lo tanto a veces antitético, entre lo que heredamos del pasado y lo que, sobre esa base, podemos construir hoy", señalan los arquitectos Francesco Rigon y Margherita Simonetti. Rigon Simonetti reintegró lo viejo con lo nuevo. Foto: Rory Gardiner. El marco principal de la ventana, fabricado en madera de okoumé laminada y contrachapada, define el carácter de todo el mobiliario a medida: el mostrador, los bancos y un bloque de servicio. Este volumen está separado de los muros perimetrales históricos, declarando su naturaleza como una inserción autónoma. Encima, un panel de vidrio fijo se instala dentro del espesor del muro, liberando una vez más el arco original, que ahora asume la dignidad irónica de una reliquia arquitectónica. La restauración usó una caja de madera suspendida para revivir una villa histórica. Foto: Alberto Sinigaglia. Oficinas, coworking y el nuevo anexo En el piso superior, donde se ubican los espacios de coworking y oficinas, se accede a través de una nueva escalera alojada en la antigua vivienda del cuidador. La escalera está construida en hormigón vertido en encofrado de MDF. Las huellas, de piedra gris de Vicenza, sirven como un revestimiento visible mientras dejan perceptible la estructura subyacente. Las oficinas se distribuyen en dos áreas. La primera ocupa el nuevo volumen acristalado y alberga espacios de coworking. La segunda área, dentro de la barchessa, contiene oficinas independientes, donde las nuevas particiones interactúan con las estructuras originales, realzando la coexistencia de lo antiguo y lo nuevo. Tensión entre la fachada de madera y los arcos y columnas del siglo XVIII. Foto: Rory Gardiner. Estas particiones están separadas del pasillo mediante una composición sofisticada de marcos de madera montados sobre una estructura de hormigón armado, una solución que garantiza la estabilidad sin comprometer la legibilidad de los muros históricos.

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