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» El Ciudadano
Fecha: 17/12/2025 15:22
Una triste noticia enluta por estas horas a los medios locales y a muchos de sus referentes como así también a la cultura rosarina, a partir del fallecimiento de Nestor Sappietro, quien murió este miércoles a los 63 años. Periodista, escritor y docente nacido en Rosario el 16 de octubre de 1962, era una voz particular y respetada por sus pares de la cultura rosarina y la región, de proyección nacional, narrador de historias que encontraron en la radio, la escritura, la docencia y la creación audiovisual un territorio de lenguaje e impronta propios, al tiempo que fue integrante del grupo de producciones audiovisuales Octaedro con el cual realizó una serie de valiosos documentales periodísticos desde 1993 en adelante. “Néstor Sappietro, el mejor cuentista de las radios rosarinas con sus Causas Aparentemente Perdidas y que nunca tuvo trabajo estable por la mediocridad intelectual y la mezquindad de los directivos de los medios de la ex ciudad obrera, piantó para otro lugar del cosmos. Ganador de cuatro premios Martín Fierro, impulsor del grupo de realización audiovisual Octaedro (local con ventana torcida sobre calle Necochea), corazón de la expropiación de la Guido y Spano en su rol de asesor legislativo, encontró su lugar en el mundo en las aulas de las escuelas secundarias. Su alma quizás tenga cercanías a la de Leonardo Favio, y su honestidad lo convirtió en un tipo valiente, además de brillante y siempre atento a las palabras de su mucha gente querida. Sus hijos, Lauti y Juli, eran su orgullo y pasión. La mamá de ellos, Claudia, estuvo pendiente hasta el último momento en una demostración de humanidad profunda y conmovedora. Sus libros deben ser difundidos como sus videos, materiales indispensables para que la ciudad deje de tener el corazón tan pobre”, expresó su colega, el periodista y diputado provincial del Frente Amplio por la Soberanía, Carlos del Frade, en un extenso y conmovedor texto enviado a algunos medios de comunicación y publicado en sus redes sociales. Y sumó: “Escribo esto con bronca y profundo amor desde la mesa que hace años habíamos elegido, en el bar de Italia y San Lorenzo. Sappi es mi mejor amigo y el mundo hoy es muy hostil. Ya nos volveremos a encontrar. Ojalá esto sirva para que las hipócritas palabras sobre cultura y medios alguna vez tengan en cuentas a escritores, cineastas y docentes como Néstor Sappietro”. En el mismo sentido, Del Frade profundizó: “Sappi admiraba deslumbrado a Kempes, por eso quería siempre la 9. Pero él era más del estilo del Polillita Da Silva, certero en la definición frente a los tres palos y, al mismo tiempo, cerebral y habilidoso. Muchas veces hasta su papá, poeta tanguero y fumador como él, le dijo el terrible: «Soltala morfón». Su identidad futbolera y barrial está en su memorable Los 11 de Azcuénaga, síntesis de sus pasiones. Venía de familia siciliana pero nunca imaginó venganzas, salvo preguntas metafísicas ante las cuales se quedó y nos quedamos sin respuestas. Acompañado por Morita, su increíble última compañera perruna, asomándose al balcón sobre calle Tucumán, apoyándose en la baranda y observando con cuidado mimoso cada una de sus plantas, le demandaba al Barba ciertos por qué. Era cultor de la justicia poética, del peronismo sentimental, de la pasión canalla y ciertas libretas cósmicas que quería que existieran a la hora de entregar el equipaje para equiparar desgracias con disminución de penas en otros lares del universo”. Y cerró: “Estaba escribiendo una novela y planificaba un viaje a Europa con dos de sus amigos. Le gustaba hablar del amor y decía que era lo mejor que nos podía pasar en esta corta aventura cósmica que es la vida. Nos prometimos algunas cosas y él será testigo de mi cumplimiento o mi traición. Es devastadoramente demoledora la evidencia del sitio del alma: el estómago, como decía Cortázar en Rayuela, donde los grandes amores y los grandes dolores se turnan según las circunstancias. La pibada de la Guido y Spano que lo adora, deberá ahora insistir para que el patio o el salón de actos lleve su nombre. Ya nada será igual sin su paso riquelmeano entrando al estudio de cualquier radio o bar o lo que sea. No hay preparación alguna para la muerte. Es un verso en el que queremos creer pero que demuestra su carácter ilusorio y vano. Todavía hay grabaciones, libros, fotos de sus entrevistas a Hamlet Lima Quintana y su búsqueda permanente de la belleza. Chau Sappi querido. No tengo idea cómo se pone punto final”.
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