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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/12/2025 12:56
Sandra Mihanovich deslumbró como invitada al show de Lali Espósito en Vélez (X) La noche del martes 16 de diciembre en el estadio de Vélez Sarsfield se vivió una auténtica celebración cuando Lali Espósito, dueña de cada centímetro del escenario, ofreció su último show del año ante entradas completamente agotadas. No solo fue el broche de oro para una serie de cinco conciertos que marcaron el pulso del pop en 2025, sino la consagración de una artista que no deja de reinventarse y emocionar. “El demonio puede esperar”, parecía dictar el aire al abrigo de los acordes de “No vayas a atender al demonio cuando llama”, el disco que Lali trajo como estandarte, hilvanando himnos que enloquecieron tanto a fanáticos como a curiosos. Todo, frente a un estadio rendido, que también abrazó cada clásico de sus trabajos previos. ¿Quién hubiera imaginado que esa noche el escenario alojaría mucha más magia de la prevista? Primero fue la aparición de Moria Casán, que encendió los gritos con la potencia de “Quiénes son?”, y allí mismo el cruce generacional se hizo palpable. A la fiesta también se sumó Dillom, renovando el pulso eléctrico y la sorpresa. Pero fue un tercer nombre el que desató la ovación más ensordecedora, el que congeló el aire durante segundos: Sandra Mihanovich. Lali y Sandra Mihanovich brillaron en Vélez (Captura) En medio del decorado de luces que danzaban y el colorido avasallante de un cuerpo de baile imponente, Sandra emergió con su inconfundible túnica blanca. Su melena, suelta, enmarca el rostro sereno como si el tiempo se hubiera detenido solo para escucharla. A su lado, Lali, vibrante, joven, con un vestido corto de flecos plateados que refractaba cada haz del escenario y botas altas negras, tomó el micrófono y el abrazo de la leyenda. La estampa parecía resumir décadas de música, empuje femenino y generosidad artística en una sola fotografía. ¿El momento más inmortal de la velada? La interpretación de “Soy lo que soy”. Arrancó suave, casi en susurro, Sandra, mientras detrás suyo los bailarines se deslizaban, preparando un giro escénico que desbordó la emoción colectiva. Cuando la canción subió, el público explotó. De pronto, sobre y bajo el escenario, la fiesta era total. Al finalizar el tema, ambas cantantes unidas en un eterno abrazo, Sandra no dudó: “Lali es todo lo que está bien en la Argentina. Buenas noches, felicidades, Argentina”. Un estadio entero aplaudió de pie. Unos segundos después, la propia Lali —aún con la mirada de niña impactada— agradeció entre lágrimas y confidencias: “¡Qué regalo! Sandra Mihanovich, Buenos Aires. Sandra, te amamos”. "Soy lo que soy" en los estudios de Infobae Ni la complicidad ni la admiración son nuevas. El reencuentro entre ambas parece pertenecer a una saga de gestos y declaraciones que arrancan tiempo atrás. En 2022, Sandra ya aseguraba: “Lali es una grosa, olvidate. Muy muy grosa y está perfecto lo que hace. Cada uno tiene su estilo, su personalidad y su manera”. La admiración creció en 2025: en diálogo con Infobae, Sandra confesó: “Admiro y respeto mucho a Lali, a Tini: me parecen súper laburantes. Todo ese despliegue en el escenario es extraordinario; imposible de lograr para mí una cosa semejante... Feliz de la vida aceptaría si me llaman para una colaboración. Mientras solo tenga que cantar, colaboro con quien quiera. Si no me hacen bailar, encantada”. ¿Qué detalles quedarán grabados en la retina de los presentes? Las imágenes lo dicen todo: Sandra, etérea, en una túnica blanca de caída liviana, sandalias al tono que rozaban los monitores, armonizando con su cabello castaño claro, ojos brillantes. En uno de los momentos más emocionantes, la mano izquierda rodea los hombros de Lali en esa cercanía que transmite legado, aliento, respaldo. La joven, por su parte, brilla en plateado: mini dress de flecos, hombros descubiertos, piel dorada bajo las luces y botas negras que se pierden entre movimientos coreográficos. El contraste es perfecto: lo clásico y lo actual, la experiencia y el desparpajo, la historia y el vértigo del presente, reunidos en una sola canción. En Buenos Aires, esa noche hubo eternidad y hubo futuro. El abrazo, la música, la promesa viva de que las generaciones se encuentran. Y todo, ante la mirada emocionada de miles.
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