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» Clarin
Fecha: 17/12/2025 12:38
La jefa de gabinete del presidente Donald Trump dijo que había intentado que él acabara con sus “ajustes de cuentas” contra sus enemigos políticos tras 90 días en el cargo, pero reconoció que la estrategia del gobierno, aún en curso, para iniciar acciones judiciales se ha visto impulsada en parte por el deseo de venganza del presidente. Susie Wiles, jefa de gabinete de la Casa Blanca, dijo a un entrevistador que había forjado un “acuerdo informal” con Trump para dejar de centrarse después de tres meses en castigar a sus antagonistas, un esfuerzo que evidentemente no tuvo éxito. Aunque insistió en que Trump no piensa constantemente en represalias, dijo que “cuando haya una oportunidad, la tomará”. Wiles hizo estos comentarios en una serie de entrevistas extraordinariamente francas realizadas por el autor Chris Whipple sobre el primer año del segundo mandato de Trump, que se publicarán el martes en Vanity Fair. No solo confirmó que Trump está utilizando el enjuiciamiento penal para tomar represalias contra sus adversarios, sino que también reconoció que no decía la verdad cuando acusó al ex presidente Bill Clinton de visitar la isla privada del depredador sexual Jeffrey Epstein. Susie Wiles, jefa de gabinete de la Casa Blanca, camina hacia el Despacho Oval en la Casa Blanca en Washington, el 18 de noviembre de 2025. (Haiyun Jiang/The New York Times) A lo largo de 11 entrevistas, Wiles ofreció opiniones mordaces sobre el presidente y su equipo: Trump “tiene la personalidad de un alcohólico”. El vicepresidente JD Vance “ha sido un teórico de la conspiración durante una década” y su conversión de crítico de Trump a aliado no se basó en principios, sino que fue “en cierto modo, política” porque se postulaba a senador. Elon Musk es “un consumidor declarado de ketamina” y “un tipo muy raro”, cuyas acciones no siempre fueron “racionales” y la dejaron “atónita”. Russell T. Vought, director de Presupuestos, es “un fanático absoluto de la derecha”. Y la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, “se equivocó por completo” en la gestión de los expedientes del caso Epstein. Wiles describió sus propias reservas sobre determinadas políticas en tiempo real a Whipple, autor de un libro muy reconocido sobre los jefes de gabinete de la Casa Blanca, incluso mientras se producían debates dentro del gobierno. Dijo que instó a Trump a que no indultara a los alborotadores más violentos del 6 de enero de 2021, cosa que hizo de todos modos. Intentó sin éxito que retrasara sus principales aranceles debido a un “gran desacuerdo” entre sus asesores. Y dijo que el gobierno tenía que “examinar más detenidamente” las deportaciones para evitar errores. Pero no se quejó de que la desautorizaran y, en varios momentos, dijo que “estaba de acuerdo” con las decisiones finales. “Ha habido un par de ocasiones en las que he sido rechazada”, dijo. “Y si hay empate, gana él”. Los comentarios al margen de algún guion recordaron a un episodio similar en el primer mandato del presidente Ronald Reagan, cuando su director de presupuesto, David A. Stockman, concedió una serie de entrevistas a la publicación que entonces se llamaba The Atlantic Monthly con declaraciones cándidas que causaron un gran revuelo. Mientras que Stockman mantuvo sus entrevistas en secreto para la Casa Blanca (y estuvo a punto de ser despedido), el equipo más amplio de Trump cooperó con Vanity Fair. Vance y el secretario de Estado, Marco Rubio, concedieron entrevistas y, junto con altos funcionarios como Stephen Miller y Karoline Leavitt, posaron para las glamurosas fotografías de Christopher Anderson. Wiles, una estratega política discreta de Florida que dirigió la exitosa campaña de regreso a la presidencia de Trump el año pasado, ha sido la colaboradora más importante del presidente en este mandato, a quien se atribuye la dirección de una operación más disciplinada que la que tuvo en su caótico primer mandato. La valora tanto que durante un mitin celebrado la semana pasada se refirió a ella como “Susie Trump”. Pero durante la gestión de Wiles la Casa Blanca también ha sido caótica, solo que de una manera distinta. A diferencia de John F. Kelly, el jefe de gabinete más longevo del presidente en su primer mandato, quien veía su trabajo como un intento de impedir lo que él consideraba como acciones radicales, imprudentes o incluso ilegales, Wiles no ve su papel como el de coartar a Trump. Por el contrario, deja claro que su misión es facilitar sus deseos, aunque a veces piense que va demasiado lejos. Atribuye su capacidad para trabajar con Trump al hecho de haber crecido con un padre alcohólico, el presentador deportivo Pat Summerall. “Los alcohólicos de alto funcionamiento, o los alcohólicos en general, exageran su personalidad cuando beben”, dijo. “Y por eso, de alguna manera soy un poco experta en grandes personalidades”. Aunque Trump no bebe, dijo que tiene “la personalidad de un alcohólico” y actúa con “la idea de que no hay nada que no pueda hacer. Nada, cero, nada”. Como muestra de lo mucho que su trabajo gira en torno a la gran personalidad del presidente y a sus comentarios en público, tiene un monitor de video independiente junto a la chimenea de su despacho del ala oeste con una transmisión en directo de las publicaciones de Trump en las redes sociales. La fijación del presidente por vengarse de sus enemigos ofrece un caso de estudio. En marzo, Wiles le dijo a Whipple que le aseguró a Trump que su presidencia no debía ser una gira de represalias. “Tenemos un acuerdo informal de que los ajustes de cuentas se terminan antes de los primeros 90 días”, dijo en ese entonces. Cuando eso no ocurrió en agosto, le dijo a Whipple que “no creo que esté en una gira de venganza”, sino que se enfocaba en quienes le hicieron “cosas malas”. “En algunos casos, puede parecer una venganza”, dijo. “Y puede haber un elemento de eso de vez en cuando. ¿Quién podría culparle? Yo no”. Reconoció que, entre los objetivos, estaba Letitia James, la fiscala general de Nueva York, quien ganó un veredicto de un tribunal civil contra Trump por fraude empresarial con una multa de casi 500 millones de dólares. “Esa podría ser la única represalia”, dijo Wiles. ¿Le aconsejó a Trump que se retirara? “A ella no. Ella tenía 500.000 millones de dólares de su dinero”. (Más tarde, un tribunal de apelación desestimó la pena por excesiva, pero dejó intacto el veredicto). En cuanto a James B. Comey, el director del FBI que fue despedido por Trump mientras dirigía una investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016, Wiles dijo: “Es decir, la gente puede pensar que parece vengativo. No puedo decirles por qué no deberían pensar eso”. Y añadió: “No creo que se despierte pensando en la venganza. Pero cuando haya una oportunidad, la tomará”. El gobierno de Trump ha presentado acusaciones contra James y Comey, pero ambas fueron desestimadas por un juez federal. El gobierno ha prometido seguir intentándolo, pero desde entonces dos grandes jurados se han negado a volver a imputar a James y otra jueza emitió un fallo que dificultará la persecución de Comey. Consultada el lunes por la noche, Wiles les restó importancia a las motivaciones personales de Trump en las acciones contra sus enemigos. “No es que piense que le hicieron daño, aunque lo hicieron”, dijo a The New York Times. “Cree que le hicieron daño y que no deberían poder hacerle a otra persona lo que le hicieron a él, y la forma de remediarlo, al menos potencialmente, es sacar a la luz lo que se hizo”. Añadió que quería acabar con eso al principio de la legislatura. “No quieres que se interponga en la agenda real”, dijo. “Así que, en términos generales, pongámoslo todo en marcha en un plazo de 90 días. Y así lo hicimos. Ahora bien, el sistema judicial funciona con lentitud, por lo que aunque se iniciara en 90 días, podría pasar mucho tiempo antes de que terminara”. En las entrevistas publicadas por Vanity Fair, Wiles reprochó a Bondi, una de sus mejores amigas en el gobierno, su gestión inicial de los archivos Epstein, un asunto que ha sido una causa muy conocida para la base derechista de Trump. “Creo que no se dio cuenta de que ese era el grupo al que iba dirigido el asunto”, dijo Wiles. “Primero les dio carpetas llenas de nada. Y luego dijo que la lista de testigos, o la lista de clientes, estaba en su mesa. No hay lista de clientes, y seguro que no estaba en su mesa”. Vance, por el contrario, comprendía la sensibilidad porque él mismo era “un teórico de la conspiración”, dijo. Wiles dijo que había leído los documentos del caso Epstein y reconoció que el nombre de Trump está en ellos. “Sabemos que está en el expediente”, dijo. “Y no está en el expediente haciendo nada terrible”. Pero, al parecer, Clinton tampoco. Cuando le preguntaron por las afirmaciones de Trump, quien desde hace años ha dicho que Clinton había visitado la isla de Epstein, Wiles dijo: “No hay pruebas”. Sobre si había algo incriminatorio sobre Clinton en los archivos, como ha sugerido Trump, dijo: “El presidente se equivocó al respecto”. Susie Wiles, sentada a la derecha, jefa de gabinete de la Casa Blanca, asiste a una reunión en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, el 21 de mayo de 2025. (Eric Lee/The New York Times) Añadió que fue idea del fiscal general adjunto, Todd Blanche, ir a entrevistar a la asociada condenada de Epstein, Ghislaine Maxwell, en prisión, y que el mandatario no sabía que sería trasladada a una instalación penitenciaria de mínima seguridad. “El presidente estaba enfadado”, dijo. “El presidente estaba muy descontento. No sé por qué la trasladaron. El presidente tampoco”. Frustración Wiles describió su frustración con Musk, el multimillonario a quien a principios de año se facultó para recortar organismos federales y despedir empleados en masa sin emprender ningún proceso previo. “Es un tipo muy muy raro, como creo que son los genios. No ayuda, pero es como es”. Cuando compartió una publicación en la que decía que Stalin, Mao y Hitler no asesinaron a millones, sino a sus trabajadores del sector público, Wiles dijo: “Creo que eso pasa cuando toma microdosis”. Cuando se le preguntó a qué se refería, dijo que “es un consumidor declarado de ketamina”. Musk ha reconocido haber probado la ketamina “hace unos años”, pero negó los informes sobre un consumo más reciente. En la entrevista con el Times del lunes, Wiles discrepó sobre la cita que se le atribuyó sobre el consumo de drogas del magnate. “Es ridículo”, dijo. “Yo no lo habría dicho y no lo sabría”. Pero Whipple reprodujo para el Times una cinta en la que se escuchaba que ella dijo eso. La demolición por parte de Musk de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional, incluida su ayuda vital a las personas empobrecidas de todo el mundo, disgustó a Wiles. “Al principio me quedé atónita”, dijo a Whipple. “Porque creo que cualquiera que preste atención al gobierno y haya prestado atención alguna vez a la USAID cree, como yo, que hacen un muy buen trabajo”. El enfoque de Musk “no era la forma en que yo lo haría”. Dijo que reprendió a Musk. “No puedes dejar a la gente fuera de sus oficinas”, recordó que le dijo. Dijo que Musk era un disruptor. “Pero ninguna persona racional podría pensar que el proceso de USAID era bueno. Nadie”. No puso objeciones a la demostración de poder militar de Trump contra Venezuela y al bombardeo de barcos que transportaban a presuntos narcotraficantes, sugiriendo que el verdadero objetivo de Trump era el cambio de régimen contra el presidente Nicolás Maduro. “Quiere seguir bombardeando barcos hasta que Maduro se ponga a llorar”, dijo. “Y gente mucho más inteligente que yo dice que eso sucederá”. Reconoció que Trump, quien últimamente ha hablado de organizar “ataques terrestres” en Venezuela o en otros lugares de la región, necesitaría la autorización del Congreso estadounidense para eso. “Si autorizara alguna actividad en tierra, entonces tendría que hacerlo, entonces es la guerra, entonces le toca al Congreso”, dijo. Wiles expresó sus recelos sobre cómo a veces se ejecutan las redadas migratorias. “Reconozco que tenemos que examinar más detenidamente nuestro proceso de deportación”, dijo. Los delincuentes deben ser deportados, añadió. “Pero si hay alguna duda, creo que nuestro proceso tiene que inclinarse hacia una doble comprobación”. Cuando dos madres fueron detenidas y deportadas con sus hijos tras asistir voluntariamente a reuniones rutinarias de migración, dijo: “No puedo entender cómo se comete ese error, pero alguien lo hizo”. Reconoció fuertes divisiones internas por el anuncio de Trump de importantes aranceles la primavera pasada. “Hubo un gran desacuerdo sobre si los aranceles eran una buena idea”, dijo. “Le dijimos a Donald Trump: ‘Oye, no hablemos hoy de aranceles. Esperemos hasta que el equipo esté completamente unido y entonces lo haremos’”. Pero los anunció de todos modos y “ha sido más doloroso de lo que esperaba”. Wiles confirmó que quiere que Trump hable más de economía y menos de Arabia Saudita. Negó que fuera a utilizar al ejército para influir en las elecciones intermedias y descartó que volviera a postularse en 2028. Sus comentarios sobre buscar un tercer mandato inconstitucional son “al cien por ciento” para “volver loca a la gente”. Colegas En cuanto a los posibles sucesores, Vance y Rubio, distinguió cómo cada uno de ellos llegó a apoyar a Trump tras oponerse inicialmente a él. “Marco no era el tipo de persona que violaría sus principios”, dijo. “Simplemente no lo haría. Así que tuvo que llegar hasta ahí”. En cuanto a Vance, “su conversión se produjo cuando se postulaba al Senado. Y creo que su conversión fue un poco más, en cierto modo, política”. Rubio le dijo a Whipple lo que ha dicho públicamente, que “si JD Vance se postula a la presidencia, será nuestro candidato y yo seré una de las primeras personas en apoyarlo”. Sin embargo, la tensión subyacente se hizo patente cuando Vance posó para el fotógrafo de la revista. “Te daré 100 dólares por cada persona a la que hagas quedar como una mierda comparada conmigo”, bromeó Vance. “Y 1000 dólares si es Marco”.
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