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» Clarin
Fecha: 16/12/2025 20:32
Susie Wiles construyó su poder en silencio. Como jefa de despacho de la Casa Blanca, su trabajo suele medirse en lo que no se ve: reuniones ordenadas, accesos controlados, crisis amortiguadas antes de que se vuelvan tapa. Por eso llamó la atención que, tras meses de conversaciones, apareciera hablando con una franqueza poco habitual en un cargo que históricamente evita las declaraciones largas. Vanity Fair publicó el martes 16 de diciembre de 2025 dos notas basadas en entrevistas con Wiles y con figuras del círculo más cercano del presidente Donald Trump, y el resultado fue un temblor político inmediato. Video Donald Trump declaró al fentanilo como un "arma de destrucción masiva" El punto más explosivo fue su crítica a la fiscal general Pam Bondi por el manejo del caso Jeffrey Epstein, un tema que viene alimentando presiones y teorías en la base trumpista desde hace años. Wiles dijo que subestimó cuánto le importaba el tema a un sector muy específico del electorado y apuntó a lo que describió como errores de comunicación y expectativa. En particular, cuestionó el episodio en el que Bondi entregó carpetas a influencers que, según el relato, no contenían información nueva, y también la idea de una supuesta “lista” de clientes o testigos que habría estado “en su escritorio”, algo que Wiles negó de plano. Ese comentario se dio en un contexto sensible: la administración tiene plazo “hasta el viernes” posterior a la publicación para divulgar el material que posee sobre Epstein, luego de que Trump firmara una legislación que obliga a hacer públicos los documentos, pese a sus reparos iniciales. Con el reloj corriendo, el señalamiento a Bondi se leyó como una admisión de desorden interno y, al mismo tiempo, como un intento de trasladar costos políticos. El punto más explosivo fue su crítica a la fiscal general Pam Bondi por el manejo del caso Jeffrey Epstein. Foto: AP/Mark Schiefelbein Pero no fue lo único. Wiles también aportó una radiografía de Trump puertas adentro: lo describió como una figura intensa, de visión amplia, menos interesada en la letra chica del proceso, aunque no necesariamente tan iracundo como sugieren sus detractores. En una de las frases que más repercusión tuvo, lo comparó con la “personalidad” de un alcohólico altamente funcional, aclarando que el presidente no bebe y vinculando la observación con experiencias familiares propias. La comparación, por su carga y por el terreno resbaladizo de opinar sobre rasgos personales, se convirtió en munición inmediata para críticos y en incomodidad para aliados. La reacción fue casi instantánea. Después de publicada la nota, Wiles la descalificó como un “ataque malintencionado y engañoso”, sostuvo que se omitió “contexto” y que se seleccionaron citas para construir una narrativa “caótica y negativa” sobre el presidente y el equipo. Sin embargo, el punto clave es que no negó los comentarios atribuidos. En paralelo, la Casa Blanca cerró filas: la secretaria de prensa Karoline Leavitt salió públicamente a respaldarla y a remarcar su lealtad y centralidad en la gestión. Entre los pasajes más delicados también apareció Venezuela. Según el reporte, Wiles dijo que Trump quería mantener y profundizar ataques contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico frente a la costa venezolana hasta que Nicolás Maduro “se rinda”, una formulación que sonó a objetivo de rendición política y no solo a interdicción narco, y que chocaría con justificaciones más acotadas.
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