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» Clarin
Fecha: 16/12/2025 18:33
El salto tecnológico de la agricultura generó una enorme demanda de tierras para expandir la producción de granos. En las “tierras de pan llevar” fue imposible que la ganadería tradicional pudiera competir con los altos rindes que proponía el nuevo modelo de producción de granos. Una cosa era antes de la soja. Y también cuando el potencial del maíz era de 35 quintales y el de trigo de 18 quintales. Pero con la soja RR, los híbridos simples de maíz o la generación de trigos Baguette, la ganadería de base exclusivamente pastoril no podría competir. Las mejores invernadas producían 300 kilos de carne por hectárea. Para mejorar esos resultados había que suplementar con…maíz. Decía hace cuarenta años Luis Marcenaro, conductor de un poderoso equipo de extensionistas en La Serenísima: “viene un vecino con un Zanello y el tambero le da los mejores lotes para que siembra soja”. Era inevitable un cambio de modelo. Así, en la pampa húmeda la ganadería cedió 10 millones de hectáreas a la nueva agricultura. A pesar de ello, se logró mantener la producción de carne y leche. Un lote de 100 quintales de maíz significa 1.500 kilos de carne, simplemente usando los granos para alimentar un novillo. Un kilo de maíz es también un litro de leche. Pero cuando se incorpora el silo de planta entera, se capitaliza mucho más ese nuevo potencial. Entonces apareció el confinamiento, tanto para tambo como para carne. Los corrales, los comederos, el mixer. Un cambio imponente, en pleno proceso, donde en la transición conviven modelos mixtos. Pero es clara la tendencia a independizar los requerimientos de los animales respecto a las restricciones del pasto de cada día. silopaq en el campo En ambas actividades, la llave maestra fue la irrupción del silo de maíz. Consiste en el picado de la planta entera, y su conservación en un ambiente anaeróbico. Una forma de capitalizar el mayor potencial de rendimiento del nuevo paquete del maíz. Empezamos tímidamente, con picadoras de arrastre de fabricación nacional. Hicimos los pininos con esas máquinas de dos surcos, un par de camiones volcadores y otro par de tractores pisando silos puente. Pero a poco andar llegaron las automotrices Claas, de la mano de Hernán Pueyo, factótum de Integral Insumos, una cooperativa de Sunchales ligada a Sancor. Aparecieron los contratistas de silo. Una de las grandes fuentes de competitividad: el profesionalismo de “los ensiladores” impulsó nuevos desarrollos, que se utilizaron en la Argentina antes que en otros países. Por ejemplo, los procesadores de grano “shredder”, creados en Estados Unidos. Pero fueron los contratistas argentinos los que exigieron a Claas a colocarlos en sus picadoras. Hoy todos lo tienen y es una exigencia de tamberos y feedloteros que el grano de maíz esté finamente molido, lo que no se lograba con los procesadores originales. Pasamos de un modelo de “ganadería para la agricultura”, a uno e “agricultura para la ganadería”. De aquella rotación con una fase ganadera para recomponer fertilidad y cortar el ciclo de las malezas, a una agricultura más intensiva que serviría de base para una ganadería más intensiva. A principios de los 90, cuando esta ola se abría paso, muchos lo atribuían a una “moda pasajera”. La realidad es que el cambio llegó para quedarse. Ahora entramos en nuevas fases. De los confinamientos rudimentarios, a los establos con acento en el bienestar animal, la recuperación de nutrientes, la valorización de los residuos produciendo bioenergía. Mayor productividad, mejores resultados económicos. Un proceso que todavía genera debate, pero que va en una dirección inexorable. La revolución forrajera no se limita al silo de maíz planta entera. Aquí también innovamos con el silo de grano húmedo, que consiste en cosechar solo el grano, con la corta y trilla convencional, y luego procesarlo con una moledora embolsadora. Embutido al vacío y con alta humedad, el maíz se conserva indefinidamente, sin necesidad de secado. Patente mundial de una empresa de Tandil, M&S. El sistema se expandió por todo el mundo, y fue pionero del embolsado de granos secos, la gran revolución de la logística de almacenaje. Otro hito fue el desarrollo del silopaq. Consiste en hacer rollos de pradera también con alta humedad, con lo que se acelera el proceso, se evita así el riesgo de pérdidas de forraje por tormentas y lluvias. Se enrolla y empaqueta, en dos procesos que ahora puede hacer la misma máquina. En el caso de la alfalfa, se logra más calidad (henolaje) es otra de las tecnologías que apuntala a la nueva ganadería. La cuestión es que con menos vacas lecheras, producimos más leche que hace treinta años. Y con 10 millones menos de hectáreas, pudimos sostener el stock de ganado de carne. En esto pesó, también decisivamente, el desarrollo de la cría en zonas extrapampeanas, fundamentalmente en el NEA y el NOA. Las nuevas razas (Braford y Brangus fundamentalmente), las pasturas megatérmicas, el manejo silvopastoril. También aquí, haciendo punta a nivel internacional, con una genética ganadera y modelos productivos en continua evolución.
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