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  • La otra gesta de la soja: la industria aceitera más competitiva del planeta

    » Clarin

    Fecha: 16/12/2025 18:33

    Acompañando el crecimiento de la producción de soja, nació la más poderosa y competitiva industria aceitera del mundo. La capacidad instalada creció con mayor ritmo que la producción de soja. En 1990 se molían 10 millones de toneladas de soja, prácticamente toda la producción. La industria aceitera siempre fue importante en la Argentina. Empezamos con el lino, que daba un aceite muy demandado en la revolución industrial. Luego, el girasol. Ambas, semillas oleaginosas con alto contenido de aceite: arriba del 30%. La extracción se hacía por presión. Quedaba un “expeller” con cierto contenido de aceite (arriba del 5%), que tenía mercado pero era altamente perecedero. Se ponía rancio en poco tiempo. Cuando llega la soja, con 18% de aceite, el sistema de extracción por prensa generaba dos problemas: era ineficiente porque quedaba un 30% en el expeller. Y contaminaba el derivado más importante, que era la harina de alto contenido proteico. El momento crucial fue la crisis de la anchoveta peruana, en 1972. Hasta ese momento, la demanda creciente de proteínas animales se satisfacía con harina de pescado. Así que la producción de pollos y cerdos dependía de la pesca. En aquel año colapsaron los caladeros del Pacífico Ecuatorial. Supimos luego que esto era parte del fenómeno del ENSO, que hoy conocemos con la alternancia entre el Niño y la Niña. La cuestión es que de pronto desapareció la anchoveta y los precios de la harina de pescado se fueron a las nubes. Argentina es uno de los principales exportadores de aceite y harina de soja, los subproductos del poroto. El sustituto conocido era la harina de soja, originaria de China. Pero solo se producía en cierta escala en los Estados Unidos. En Brasil se estaban hacienda los primeros esfuerzos, algo por delante de la Argentina, donde los pioneros de la soja tropezaban con el desinterés de los industriales en modificar sus sistemas de extracción. El primer adelantado fue el grupo argentino Sasetru (Salimei, Seitún y Trucco). A principios de los 70 diseñaron y comenzaron a construir la primera gran planta de extracción por solvente, sobre el rio Paraná, en Campana. Se la consideraba un “elefante blanco”, por sus dimensiones inusitadas para la época: capacidad de 800 toneladas de molturación por día. Conviene recorder que por entonces reinaba la Junta Nacional de Granos, que monopolizaba la comercialización de todos los granos y oleaginosas. Los operadores locales e internacionales tenían que comprarle a la JNG, tanto para el mercado interno como para el internacional. Los puertos eran estatales y no se permitía la inversión privada en instalaciones a la vera de los rios. El intento del grupo Sasetru colapsó a mediados de los 70 y la planta quedó trunca. Desde el puente de Zárate-Brazo Largo se pueden ver el muelle y los galpones de aquel “monstruo” de 800 toneladas. Hoy hay varias plantas con veinte veces más capacidad… Con el dragado de la hidrovía, que se inició en 1995, se habilitó el ingreso de los barcos más grandes, que ahora podían navegar hasta arriba de Rosario. Lo que pasó es que en 1991, con la ley de convertibilidad, vino la liberación portuaria. Se disolvió la JNG y se habilitó la posibilidad de invertir en silos y plantas de crushing por parte de los privados. Se desató una “carrera armamentista” entre los grandes competidores globales. La inversión fue gigantesca, y la capacidad instalada fue creciendo más rápido que la propia producción de soja. Todas plantas dotadas de la última tecnología y con la mayor escala a nivel global. Este proceso fue apuntalado por el dragado y balizamiento de la hidrovía del río Paraná. Antes, la falta de calado obligaba a llevar la carga en barcos chicos, de no más de 20 mil toneladas. El mundo avanzaba hacia los cargueros de más de 30 mil, que no podían entrar rio arriba. Entonces, había dos alternativas: completar carga en Bahía Blanca o Necochea, o el sistema de “top off”, que consistía en llevar los granos hasta la boca del Rio de La Plata, a la altura de Punta del Este. Allí se descargaban en un gran silo flotante (un viejo carguero en desuso) desde donde se trasvasaba a los grandes bulk carriers. Con el dragado de la hidrovía, que se inició en 1995, se habilitó el ingreso de los barcos más grandes, que ahora podían navegar hasta arriba de Rosario. Esa obra se financió excluivamente con el peaje pagado por los dadores de carga, es decir la cadena agroindustrial, integrada por productores y exportadores. Ahora se trabaja en una nueva licitación, buscando bajar costos, incrementar el calado, rectificar trazados, pasos necesarios para incrementar la competitividad del sistema. El desarrollo fue imponente. Más de 60 millones de toneladas de capacidad de crushing, lo que habilita el procesamiento de mercadería de otros países. La soja viene en barcazas desde Paraguay, Bolivia y Brasil, se procesa en esas plantas y sale al mundo con valor agregado en el país. Están todas las grandes compañías internacionales del sector, compitiendo o complementándose con las nacionales, entre ellas las cooperativas de segundo grado como ACA y AFA. O los chinos de COFCO, que irrumpieron hace unos años comprando las operaciones de Nidera y Noble.

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