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» Clarin
Fecha: 16/12/2025 12:42
La imagen que hoy circula en redes muestra a una fisicoculturista segura, bronceada y lista para competir. Sin embargo, para Mónica Di Giacomo, la foto más importante es la del primer día, cuando pesaba 145 kilos y sentía que su vida no tenía valor. Criada en Miami, Di Giacomo atravesó durante años problemas de salud graves, trastornos alimentarios y pensamientos suicidas. A los 37 años, una advertencia médica directa marcó el inicio de un cambio que redefinió su cuerpo y su relación con ella misma. Diez años después, subió por primera vez a un escenario de fisicoculturismo, con una historia que expone que la transformación más profunda no siempre es la que se ve. Ahora disfruta de su cambio de hábito que la hizo dejar la obesidad mórdiba para lograr un increíble peso de 62 kilos. De 145 kilos a 62 y fisicoculturista en Miami: cómo fue el cambio que le salvó la vida La transformación de Mónica Di Giacomo comenzó cuando su médica fue contundente durante un chequeo de rutina en 2015. “No la veré en la próxima visita”, recuerda que le dijo. Ante su sorpresa, la explicación fue directa: “Se va a morir si no hace cambios”. La imagen del “antes”, cuando pesaba 320 libras, es la que ella considera el verdadero símbolo de su transformación. Foto: Instagram @moicostalot En ese momento, Di Giacomo pesaba 145 kilos, tenía el colesterol por encima de 400, presión arterial de 155/110 y era prediabética. Aunque los números no eran nuevos, la franqueza sí lo fue. “Mi doctora me dijo que temía que me diera un infarto. Me dijo que si no hacía algo, se acabaría todo”, contó. Luego de una cirugía de manga gástrica, entendió que la intervención no era suficiente sin un cambio de hábitos. Buscó ayuda en un gimnasio de Miami, pero la rechazaron repetidas veces. “Todos dijeron que no”, relató. “Tenían miedo de trabajar conmigo. Era una mujer con obesidad mórbida, presión arterial alta y todas esas malas condiciones”. Finalmente, encontró a un entrenador que aceptó acompañarla: Marino Di Giacomo. “Apenas decía una palabra”, recordó él. “No sonrió durante quizás el primer año, hasta que perdió 45 kilos. Pero siguió asistiendo”. El entrenamiento de fuerza y los cambios en su alimentación fueron claves para dejar atrás problemas de salud y construir una nueva vida. Foto: Instagram @moicostalot El enfoque fue integral: análisis clínicos, entrenamiento de fuerza y nutrición. Ese proceso también implicó desaprender creencias arraigadas. “Todo lo que sabía sobre comida y dietas era mentira”, afirmó Mónica. “Pensaba que si levantabas pesas te verías como un hombre. Creía que tenía que comer como un pajarito”. Su objetivo inicial no fue estético. “Mi meta no era verme bien. Solo quería estar viva”, dijo. Aun así, el entrenamiento constante y una alimentación estructurada transformaron su cuerpo y su salud, mientras el gimnasio se convertía en un espacio clave para su estabilidad emocional. Mónica Di Giacomo se prepara para competir por primera vez en fisicoculturismo en un evento que se realizará en Fort Lauderdale. Foto: Instagram @moicostalot La transformación que no se ve: disciplina, autoestima y un nuevo propósito El camino no estuvo libre de retrocesos. Hubo días en los que Mónica lloró durante las repeticiones, dudó de sí misma y midió su progreso solo en kilos perdidos. Su entrenador le recordó que el avance también estaba en la fuerza ganada y en la constancia. “Los pequeños avances eran progreso”, le repetía. Con el tiempo, aprendió a comer más, no menos, y a ver la comida como aliada. Incorporó proteínas, carbohidratos y grasas sin culpa, y dejó atrás la lógica del castigo. Esa disciplina sostenida le permitió perder 54 kilos, ganar músculo y dejar medicamentos para la presión arterial, la diabetes y el colesterol. A diez años de haber ingresado por primera vez a un gimnasio de Miami, Di Giacomo busca inspirar a otras mujeres a priorizar su salud y su bienestar. Foto Shutterstock Durante ese proceso, también cambió su vínculo con su cuerpo. “Hasta mis estrías son bonitas”, afirma hoy. Al mirar la foto del antes, no ve vergüenza, sino valentía. “Ella es la razón por la que estoy viva. Ella hizo el trabajo. Ella es la razón por la que estoy aquí”, expresó. Actualmente, con 62 kilos (83 kilos menos que en el comienzo) y 14% de grasa corporal, se prepara para competir en fisicoculturismo en Fort Lauderdale. Su objetivo va más allá del escenario. Quiere demostrar que las mujeres de mediana edad importan y que cuidarse no es superficial, sino una decisión vital.
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