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  • Catherine Cesarsky, astrónoma: “La Tierra no es plana, pero hay cada vez más terraplanistas”

    » Clarin

    Fecha: 16/12/2025 08:40

    En el desierto de Atacama, a más de 5.000 metros de altura y con el cielo más límpido que se pueda imaginar, cada vez que llueve es noticia. Parece el lugar obvio para ubicar un telescopio. Y lo es. De hecho, en la actualidad concentra el mayor número de observatorios del planeta, y también algunos de los más potentes, como el ALMA, el VLT y el ELT (en construcción). Los tres pertenecen al Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), una organización astronómica internacional de 16 países europeos, con sede en Alemania. Un denominador común en el desarrollo de estos tres proyectos es una mujer, la astrónoma francoargentina Catherine Cesarsky, quien se desempeñó como directora general del ESO entre 1999 y 2007. Fue la primera mujer en ocupar el cargo. Catherine Cesarsky, en 2006, cuando ejercía como la primera mujer Directora general del Observatorio Europeo Austral. Foto: AFP. Ella fue la responsable de la finalización de la construcción del Very Large Telescope (VLT) y bajo su gestión se dieron pasos cruciales para proyectar y concretar el Atacama Large Millimeter Array (ALMA). Por último, lanzó los estudios para el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés), que se espera entre en funcionamiento hacia el fin de esta década. Catherine Cesarsky nació en Francia, pero ya a los dos años se mudó con su familia a la Argentina, donde pasaría las siguientes dos décadas. En nuestro país recibió su título universitario como licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Buenos Aires. Sus primeros pasos como científica se entrelazaron con su propio recorrido personal, ya que fue en la UBA donde conoció a quien luego sería su futuro marido. En aquellos tiempos, Cesarsky no imaginaba los logros que le deparaba el futuro, como convertirse en 2006 en la primera mujer presidente de la Unión Astronómica Internacional, la organización que le pone nombre a los planetas, entre otras funciones. Cesarsky visitó Buenos Aires días atrás, en el marco de un encuentro científico organizado por la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y la Academia Nacional de Ciencias de Argentina, junto con la Academia de Ciencias de Francia. Aprovechamos la ocasión para hablar con ella de sus experiencias como astrónoma líder a lo largo de su vida profesional durante las últimas décadas. Es un día soleado y agradable. La astrofísica está en el Parque de la Memoria, frente al Río de la Plata y con la Ciudad Universitaria, donde acaba de dar su conferencia, a nuestras espaldas. Catherine Cesarsky cerca de Ciudad Universitaria, en su visita al país. Foto: Fernando de la Orden. “Es la primera vez que doy una charla en la Universidad de Buenos Aires, no había vuelto a mi alma mater desde que fui estudiante, allá por la primera mitad de los años 60. Me emocioné un poco. Tantos gratos recuerdos”, dice. De ademán elegante, habla con voz suave y acento inconfundiblemente porteño. -Adentrarse en los misterios del Cosmos hace que sea una costumbre pensar en distancias y tiempos imposibles de imaginar. ¿Influyó eso en su perspectiva cotidiana? -Muchísimo. Se vive en otro nivel. Los problemas diarios que nos aquejan, que aumentó el precio del combustible, el pan, etcétera, todas esas cosas para mí siempre estuvieron en un nivel lejano. Mi cabeza no estaba ahí. Mi cabeza estaba allí (señala hacia arriba, al cielo plagado de planetas, galaxias y nebulosas). -Siempre se habla de los grandes cambios que aportaron en los últimos años la ciencia y la tecnología. ¿Qué opina sobre los cambios en la forma de trabajar? -La astronomía hoy en día se hace de una forma completamente distinta, cambió muchísimo la manera de trabajar. Antes, se juntaba un grupito de gente, de tres o cuatro personas, que hacían su observación, recogían los datos, los llevaban a casa, trabajosamente los reducían, y dos años después podía salir un artículo. Ahora la tecnología permite hacer una prerreducción de los datos que ahorra muchísimo tiempo. A la vez, los instrumentos son mucho más potentes y más complejos (y más caros), lo cual requiere más astrónomos en los equipos de trabajo. Y así terminamos con artículos que pueden tener, a veces, 30 o 40 firmantes. Son tantos que tal vez eso hace perder un poco el sentimiento de estar involucrada, ¿no? De modo que participo en esos artículos, pero no firmo. -En los últimos meses, algunos científicos mencionaron la posibilidad de que determinados cuerpos celestes (meteoritos, cometas) cercanos a la Tierra podrían ser de origen inteligente extraterrestre. ¿Qué piensa sobre eso? -Bueno, este cometa que está pasando “cerca” (el 3I/ATLAS, descubierto en julio de 2025) aparentemente viene de una zona lejana de nuestra galaxia y su edad es superior a la del Sol. Realmente es súper interesante. Pero el sonso del ex director del Departamento de Astronomía de Harvard escribe artículos y da entrevistas diciendo que podría ser una nave extraterrestre. Ya lo había hecho con uno que había habido antes (Oumuamua, descubierto en 2017) y escribió un libro diciendo eso, que se vendió muy bien. Mientras que los demás científicos buscan razones naturales –y las encuentran–, él parte con la postulación más fácil de todas, que es afirmar que es de origen alienígena. El cometa 3I/ATLAS captado por el telescopio espacial Hubble. Imagen: Hubble/NASA. El “sonso” que no menciona por su nombre es el físico Avi Loeb, que ha generado enormes controversias en la comunidad científica con sus hipótesis de que diversos cuerpos celestes podrían ser naves ET. -¿Cuál es su postura sobre la posibilidad de vida extraterrestre? -Si uno empieza a darse cuenta de cómo llegó a haber vida sobre la Tierra, la cantidad de cosas que tuvieron que cumplirse de una cierta manera, uno podría decir: “Son tantas que no puede pasar en otro lado”. Y hay una minoría de astrónomos que dice eso. Pero la mayoría, y es mi caso también, tenemos una especie de intuición de que, si hay vida aquí, tiene que haber en algún otro lado también. No sé si seremos capaces de detectarla, pero ciertamente vale la pena buscar. De todas formas, cuando hablo de buscar vida extraterrestre no pienso en enanitos verdes con ojos enormes sino en vida a nivel bacteriano. El astrofísico Avi Loeb, quien propone que el 3I/ATLAS podría ser de origen ET. Foto: Archivo Clarín. -La astronomía avanza, pero, paradójicamente, cada vez hay más gente que cree que los ET están entre nosotros, que la Tierra es plana, que no se ha llegado a la Luna… ¿Por qué sucede esto? -En realidad, siempre hubo personas que decían que los ovnis eran naves de otros planetas. Vienen y nos acusan de que nosotros sabemos algo y no lo queremos decir. Durante toda mi carrera se acercaban y me decían: “Dígame la verdad, entre nosotros…” A esas personas no hay manera de convencerlas. En cuanto a creer que la Tierra es plana, lo que, francamente, es una de las barbaridades más enormes, fíjese que en Francia el porcentaje de gente terraplanista aumentó muchísimo en los últimos tiempos. Por qué se da esto es algo difícil de determinar. Yo creo que estamos abrumados de información... Estamos todos ahí con nuestros teléfonos y cada 10 minutos llega una notificación. Y después está el famoso sesgo del algoritmo, que ofrece contenidos similares a lo que uno ya buscó. Así que, si uno es terraplanista, va a recibir todo el tiempo respuestas que concuerden con las ideas que ya tiene. -¿Y qué piensa de la forma de acercar la física y la astronomía al gran público por parte de divulgadores como Neil DeGrasse Tyson? -Me parece fantástico, me encanta. Donald Goldsmith, muy amigo mío, es un muy buen divulgador americano que escribió un libro con Neil: Orígenes. Catorce mil millones de años de evolución cósmica (2004). Y hay otros divulgadores muy buenos. David Elbaz es un astrofísico francés que trabajó conmigo y hace muchísima divulgación. Escribió un montón de libros y hasta realiza presentaciones de stand up donde habla sobre el Universo. Incluso hizo espectáculos con magos y malabaristas. Es muy lindo y divertido y, a la vez, se aprende mucho. Consigue hacer todo eso a la par de una labor científica de primer nivel. -Mirando hacia atrás, ¿cuál diría que es su legado, su mayor logro profesional? -Yo empecé mi carrera como teórica, hice quince buenos años de carrera trabajando sobre los rayos cósmicos. Desarrollé descubrimientos y teorías sobre por qué los rayos cósmicos no escapan directamente de la galaxia, y esos artículos han tenido mucho éxito. Son los que hicieron mi reputación. Cuando se me dio por poner un pie por el lado de la construcción de instrumentos para la astronomía espacial infrarroja, como tenía la buena reputación de mi trabajo teórico, me aceptaron enseguida. Así que estoy bastante contenta por el trabajo que hice sobre los rayos cósmicos y en el infrarrojo. Para entender un poco la importancia de la investigación teórica de Catherine Cesarsky, hay que aclarar que los rayos cósmicos son núcleos de átomos (sin sus electrones) que se desplazan a una velocidad cercana a la de la luz y que se originan a partir de eventos cósmicos violentos, como la explosión de una supernova. Por otra parte, sus observaciones y estudios sobre la emisión infrarroja de las galaxias han ayudado a comprender mejor cómo se forman las estrellas y cómo evolucionan las galaxias. Es como estudiar las brasas que chisporrotean de una fogata para descubrir la manera en que se dio la combustión. La formación estelar NGC 6559 muestra el caos reinante en una nube interestelar cuando se forman estrellas. Imagen: ESO. -En cuanto al futuro, ¿cuáles son, en su opinión, los grandes objetivos por alcanzar? -El ESO está construyendo el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés), y ese es otro bebé mío, un telescopio con una lente de 39 metros de diámetro, que yo hice estudiar y aceptar, primero por la comunidad científica, y después por los responsables de financiarlo. Y conseguí hacer entrar a España a la organización, así que cuando me fui del E SO, el proyecto estaba lanzado tal cual yo lo había preparado. Ahora anda por los dos tercios de la construcción. Ese instrumento va a conseguir ver cosas maravillosas: por ejemplo, si se descubre un planeta similar a la Tierra girando alrededor de una estrella parecida al Sol a una distancia comparable, va a ser el único capaz de examinar su atmósfera y ver si se parece a la terrestre. Ese es un tema muy apasionante. Cesarsky da un último sorbo a su café cortado. Antes de despedirnos, le preguntamos cómo es la vivencia de sentirse francesa y argentina. Quizás percibiendo que no hay fórmulas que expliquen cómo el sentido de pertenencia se decanta por unas coordenadas geográficas, nos cuenta un episodio reciente: “La vez anterior que estuve en Argentina fue a fines de 2022, durante el Mundial. Llegué con uno de mis hijos, su esposa y su hija (mi nieta), y vimos la final aquí. Vivimos el clima de euforia que se palpaba en Buenos Aires, con el recuerdo todavía vivo del reciente confinamiento por la pandemia. Mi nuera y mi nieta, naturalmente, hinchando con fervor por Francia, y mi hijo también”. -Y usted, ¿por quién hinchaba? -¡Por Argentina! –responde Cesarsky, con una repentina sonrisa de oreja a oreja, a la vez como si fuera obvio y como si ella misma se hubiera sorprendido de su elección–. En realidad, las llevo a ambas, Argentina y Francia, en mi corazón. Mirá también Mirá también Las 7 amenazas que pueden llevarnos al fin del mundo

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