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» Clarin
Fecha: 16/12/2025 08:32
En un contexto atravesado por el estrés, las exigencias y la falta de tiempo, la intimidad muchas veces queda atrapada en la lógica del rendimiento. Frente a ese escenario, hay un concepto que viene del mundo del bienestar y se puede trasladar a la vida sexual: el “pleasure stacking”. De qué se trata y por qué puede crear un mejor clima. “El órgano más importante en la sexualidad es el cerebro, y es por esto que sumar 'microplaceres' antes de un encuentro tiene un impacto directo sobre el cuerpo y el sistema nervioso”, afirma la ginecóloga y sexóloga clínica Deborah Bistritsky a Clarín. No se trata de aprender recetas o técnicas sexuales específicas, sino que la propuesta apunta a algo más básico: ayudar al cuerpo a salir del “modo alerta”, y entrar en “modo erótico”. Qué son los microplaceres y por qué influyen en el deseo “Son formas concretas de preparar al cuerpo para el disfrute”, dice la sexóloga Deborah Bistritsky. Foto: Shutterstock. “No son lujos ni caprichos”, aclara Bistritsky. “Son formas concretas de preparar al cuerpo para el disfrute”. Según explica, estos pequeños estímulos placenteros (como una luz cálida, un aroma familiar o una conversación) actúan como refuerzo positivo sobre el sistema nervioso y activan el sistema parasimpático, el que regula la relajación y el descanso. Ese cambio fisiológico tiene efectos claros: “Reduce el estrés, baja el cortisol y aumenta la oxigenación, la sensibilidad y la lubricación”, señala. Cuando una persona llega más regulada al encuentro sexual, la ansiedad y la autoexigencia disminuyen. Para la especialista, los microplaceres también cumplen otra función clave: ayudan a anclarse en el presente. “Son formas sencillas de salir de la mente, de los pensamientos negativos, las expectativas o las comparaciones, y volver al cuerpo”, explica. Esto facilita la excitación y baja la presión por “rendir o cumplir”. Pleasure stacking: apilar pequeños placeres El pleasure stacking propone justamente eso: combinar pequeñas experiencias placenteras antes, durante o después del sexo. Puede ser una ducha caliente, una música suave, una luz tenue, un aroma conocido o una conversación íntima. Gestos mínimos que, al sumarse, crean un clima sensorial y emocional más amable. Puede ser una ducha caliente, una música suave, una luz tenue, un aroma conocido o una conversación íntima. Foto: Shutterstock. “No se trata de ‘prepararse’ para el sexo como si fuera una obligación”, aclara Bistritsky. “Se trata de crear un entorno que le indique al cuerpo que está en un lugar seguro y placentero”. Este enfoque resulta especialmente relevante en la adultez. “Para muchas personas, sobre todo después de los 45 ó 50 años, el erotismo ya no pasa por la urgencia, sino por el bienestar, la pausa, la comodidad y la conexión emocional”, señala la sexóloga. La clave de la autenticidad La clave del pleasure stacking no es la producción, sino la autenticidad: incorporar gestos propios que generen goce. Deborah Bistritsky advierte que uno de los errores más comunes es buscar “una escena perfecta o demasiado producida”. Esto genera tensión, en lugar de placer. “La clave es elegir lo que a cada uno le genere goce y disfrute real, y dejar de lado lo que ‘debería’ ser”, dice la médica, quien recomienda centrarse en sumar “microplaceres cotidianos, simples y propios”. Para Bistritsky, el clima erótico no se arma solo desde afuera. “Tiene que empezar a formarse desde adentro. Cuando el cuerpo está cómodo, el vínculo sexual con un otro —o con uno mismo— se vuelve naturalmente más placentero”. Ideas simples para sumar microplaceres Los microplaceres pueden ser estímulos muy sencillos. Foto: Shutterstock. Los microplaceres pueden ser estímulos muy sencillos. Para poner la idea en práctica se puede trabajar en el ambiente (con música, luz, aromas, orden y temperatura), en el cuerpo (darse una ducha, usar ropa suave, hidratar la piel, masajes, e incorporar texturas que invitan al contacto, como plumas o sedas), y en la relación con el otro: una conversación cálida siempre es agradable, así como el humor, los pequeños gestos de complicidad y hasta ese silencio cómodo.
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