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» Diario Cordoba
Fecha: 16/12/2025 00:48
Los delincuentes, y en especial los ciberdelincuentes, buscan de forma constante nuevas fórmulas para atraer y estafar a sus víctimas. En los últimos años, este fenómeno se ha traducido en un notable aumento de las estafas vinculadas a las criptomonedas, las falsas inversiones y el uso fraudulento de la inteligencia artificial en Córdoba, donde algunas víctimas han llegado a perder cantidades que rondan los 200.000 euros. Es la advertencia que lanza el Equipo de Investigación Tecnológica (Edite) de la Guardia Civil en Córdoba, especializado en este tipo de delitos. El auge de las criptomonedas y los casos de enriquecimiento rápido asociados a ellas han generado una combinación de desconocimiento e interés que los delincuentes han sabido explotar. Según explican los agentes, se trata de redes de estafa asentadas en distintos puntos de Europa, con transacciones que se producen a gran velocidad y cuyo rastreo resulta especialmente complejo. La captación de víctimas suele comenzar a través de anuncios o banners en redes sociales como Facebook o Instagram. En ellos se promete una supuesta alta rentabilidad mediante inversiones en criptos. «Ofrecen beneficios muy elevados en muy poco tiempo», explica Miguel Mata, responsable del equipo Edite en Córdoba. A partir de ahí, el contacto se traslada normalmente a WhatsApp, donde los estafadores piden a la víctima que instale una aplicación o acceda a un enlace que aparenta ser una plataforma de inversión. Es en ese punto cuando los delincuentes toman el control. En la interfaz, la víctima observa cómo su dinero se multiplica de forma exponencial —«pueden pasar de 200 a 1.000 euros en un solo día»—, aunque, como subraya Mata, «ese dinero no existe: es solo lo que el estafado ve reflejado en la aplicación». Miguel Mata comprueba el estado de un terminal al que podrían haber accedido unos ciberdelincuentes. Las organizaciones detrás de estas estafas están altamente estructuradas. «Hablamos de cientos o incluso miles de personas, con una clara distribución de roles y jerarquías», detalla el agente. Existen equipos dedicados a la captación, otros al soporte técnico, al mantenimiento de las webs o al seguimiento de las víctimas. En muchos casos, ni siquiera se trata de aplicaciones reales, sino de enlaces con apariencia de app que redirigen a una web controlada por los estafadores. Perder el rastro del dinero De este modo, la víctima cree estar ingresando su dinero en una plataforma de intercambio de criptomonedas reconocida, cuando en realidad lo transfiere directamente a cuentas controladas por la red, generalmente en el extranjero. Países como Letonia o Malta son habituales por contar con una regulación más laxa, lo que dificulta la investigación. Según explica Javier Garcés, también miembro del equipo Edite en Córdoba, la mayoría de víctimas toma conciencia de la estafa cuando intenta retirar el dinero y no puede hacerlo. Para entonces, las cantidades acumuladas suelen ser ya muy elevadas. La respuesta policial combina al menos dos líneas de investigación: una económica y otra tecnológica. Cuando el dinero se ha transferido a cuentas nacionales, la obtención de información resulta más ágil. Sin embargo, cuando los fondos se encuentran en el extranjero —especialmente en países sin convenios de colaboración con España—, el proceso se complica y requiere comisiones rogatorias, cooperación internacional y, en algunos casos, la activación de tratados internacionales. «Dependiendo del país y de la entidad bancaria, incluso se puede llegar a congelar el dinero», señala Mata. Control y análisis de un terminal móvil desde la sala del equipo Edite de la Guardia Civil de Córdoba. Las criptomonedas constituyen un entorno especialmente propicio para este tipo de delitos, ya que los fondos suelen depositarse en billeteras digitales anónimas, normalmente bajo el control de los delincuentes, lo que dificulta enormemente el seguimiento del rastro del dinero. «Hay personas que llevan meses o incluso años invirtiendo», apunta Mata. «No hablamos de mil euros, sino de todos los ahorros de una vida». Solo en el último año, en Córdoba se han detectado más de una decena de casos de este tipo, con un perjuicio económico que ronda los 200.000 euros, aunque las cifras totales acumuladas son mucho mayores. Democratizar el crimen A esta amenaza se suma el uso de la inteligencia artificial. Desde la Guardia Civil advierten de que la IA no ha creado nuevas modalidades de estafa, pero sí ha «democratizado el ciberdelito». Técnicas como el phishing, el spam, los deepfakes o las webs fraudulentas son ahora mucho más fáciles de ejecutar. «Ya no hace falta que alguien sepa programar o diseñar una web; basta con conocimientos básicos de IA», explica Mata. Esto ha impulsado estafas como la del «hijo en apuros», en la que la víctima recibe un audio o un vídeo supuestamente enviado por un familiar solicitando dinero. «Ahora son mucho más creíbles que nunca», advierte el agente. Como consecuencia, incluso las ciberestafas más clásicas se han disparado. «Hoy en día, cualquier persona con un ordenador y acceso a una IA puede hacerlo», alerta. De cara al futuro, la Guardia Civil identifica nuevos desafíos, como el internet de las cosas —que conecta electrodomésticos y dispositivos a la red—, la expansión del 5G y el 6G o el desarrollo de los ordenadores cuánticos, retos que afectarán tanto a la sociedad en general como a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
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