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» Diario Cordoba
Fecha: 16/12/2025 00:45
Hubo un tiempo, antes y durante la dominación romana, en que una ardilla podía cruzar toda la Península Ibérica saltando de un árbol a otro y sin pisar jamás el suelo. Esa imagen ha servido durante décadas para sustentar la idea de unos bosques prístinos, enormes e inmaculados, antes de que la civilización humana hiciera mella en ellos. Pero es tan falsa como romántica. La inventó Félix Rodríguez de la Fuente para un capítulo de la serie ‘El hombre y la tierra’ dedicado a la fauna ibérica emitido en 1975, y la repitió cambiando la ardilla por un águila. Hoy en día los historiadores dudan de que en España hubiera en esa época tal densidad forestal, entre otras cosas porque la madera se usaba para todo y nadie por entonces pensaba en la reforestación. Lo que sí era posible durante la etapa romana de la Península Ibérica era recorrer a caballo, a pie o en carro toda la Península Ibérica, al menos entre los principales núcleos de población, sin salir de una carretera. O para ser exactos, de una calzada, uno de los grandes proyectos de ingeniería romana. No eran, como se ha dado a entender en películas, cómics o en el imaginario popular, vías pavimentadas con losas que probablemente sólo se colocaban en la entrada de las grandes ciudades, donde los patricios levantaron sus panteones como los que hoy pueden verse en la Puerta Gallegos de la capital cordobesa. Más bien se parecerían a carreteras rurales de zahorra o tierra compactada, bien construidas y resistentes. Córdoba, capital de la Bética Córdoba, como capital de la provincia Bética en la Edad Antigua, tuvo que estar bien provista de calzadas romanas, y algunas de ellas están bien estudiadas y localizadas. Otras se han perdido con el tiempo -como en el resto del país- pero ahora un proyecto de investigación académico permite deducir dónde pudieron estar y qué ciudades conectaban, empleando para ello tecnologías avanzadas de las que hasta ahora no disponían ni los historiadores ni los arqueólogos. El mapa abarca no sólo Córdoba, sino todo el Imperio Romano, desde Olisipo (Lisboa) hasta Palmyra en Siria en el eje horizontal y desde el Muro de Antonino en la frontera escocesa hasta el puerto de Berenice en el Mar Rojo, en el actual Egipto. Ha sido desarrollado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Aarhus (Dinamarca), que lo han publicado en la revista ‘Scientific Data’ (‘Nature’) el mes pasado. Es un mapa interactivo disponible ‘on line’ que permite hacerse una idea, con todas las salvedades, de cómo eran las comunicaciones terrestres en época romana. [Aquí puede estudiar y visualizar el mapa desarrollado por los investigadores] Según este nuevo mapa, en la actual provincia de Córdoba habría durante la época romana en torno a 1.000 kilómetros de calzadas enlazando núcleos urbanos por todo el territorio, incluido el norte. Hay que tener en cuenta que los investigadores se han basado, tal como consta en la presentación del proyecto, «en fuentes arqueológicas e históricas, localizándolas mediante mapas topográficos modernos e históricos y teledetección, y digitalizándolas con metadatos a nivel de segmento de carretera y categorías de certeza». Algunas de ellas son simples conjeturas ya que sólo menos de un 3% del total (300.000 kilómetros para todo el Imperio) se conoce con certeza. Algunos historiadores han criticado la metodología del estudio, ya que emplea fuentes que ahora podrían estar desactualizadas, lo que podría llevar a incluir en el mapa vías y caminos de origen medieval o incluso posterior. Algunas de las calzadas romanas, según el mapa de Itiner-e-. / Web de Itiner-e- Miriam González, investigadora de la UCO que ha publicado una tesis doctoral sobre el tema, apunta que «con técnicas no invasivas se han podido estudiar las calzadas romanas en Córdoba», por ejemplo para la conexión con Mellaria en Fuente Obejuna y más allá, hacia Mérida. Asegura que tecnologías modernas como la teledetección, la fotografía aérea, el Lidar o diseño de rutas óptimas -como las que se usan en Itiner-e- «son correctas, se pueden emplear pero sin olvidar que hay que ir al campo. Sin esa parte, no estaría el estudio completo». Una trama compleja Con todas las precauciones, el mapa de las calzadas romanas en Córdoba que se muestra en Itiner-e revela un entramado complejo de distribución radial con el centro en la Colonia Patricia. Desde aquí salía hacia el norte una sola vía -recogida en el Itinerario Antonio, un documento del siglo III dC- que probablemente después se bifurcaría a la altura de Espiel para conectar con Mellaria en Fuente Obejuna por un lado, y con Solia en Belalcázar hacia el otro. En la misma zona norte habría otra calzada para conectar Epora (Montoro) con las zonas de Villanueva de Córdoba y Pozoblanco. El eje principal de comunicaciones habría estado en paralelo al Guadalquivir, desde Corduba hasta Axati (Lora del Río) hacia el Oeste y en dirección hacia Epora y el puente romano de Villa del Río por el Este. La malla vial hacia el sur es más compleja y sirvió para conectar Ategua (en Santa Cruz), Ucubi (Espejo), Torreparedones (posiblemente Iruci), Ulia (Montemayor), Iponuba (Baena), Egabrum (Cabra), Ipagro (Aguilar), la villa de Monturque... y un sinfín más de topónimos que demuestran la complejidad urbana del territorio cordobés de hace 2.000 años.
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