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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 15/12/2025 14:52
La leche aporta calcio, vitamina D y proteínas de alto valor biológico, esenciales para prevenir la osteoporosis y la sarcopenia (Imagen Ilustrativa Infobae) La leche se destaca como un alimento esencial, con beneficios comprobados en todas las etapas de la vida. Desde la infancia hasta la adultez mayor, su consumo diario contribuye a un óptimo desarrollo y mantenimiento del organismo gracias a su aporte de nutrientes clave. Las proteínas de alto valor biológico, el calcio, la vitamina D y otras vitaminas y minerales presentes en ella resultan fundamentales para la formación y fortalecimiento de huesos y músculos, así como para el adecuado funcionamiento del sistema inmunológico. Considerada desde hace siglos como un pilar de la alimentación, hoy su relevancia continúa vigente en un contexto donde la prevención de enfermedades crónicas cobra especial importancia. Entre los efectos positivos más reconocidos se encuentra su papel en la prevención de la osteoporosis, una condición caracterizada por la pérdida de masa ósea que incrementa el riesgo de fracturas en la adultez. Además, la leche ayuda a combatir la sarcopenia, que es la disminución progresiva de la masa y fuerza muscular asociada al envejecimiento. El consumo regular de este lácteo, en el marco de una dieta equilibrada, favorece el mantenimiento de la salud ósea y muscular, previene carencias nutricionales y contribuye a reducir el riesgo de enfermedades como la obesidad, la hipertensión arterial y diversos tipos de cáncer. Por estos motivos, sigue siendo una de las mejores opciones para fortalecer el cuerpo a lo largo de toda la vida. Cómo ayuda la leche a prevenir la osteoporosis y la sarcopenia La osteoporosis es una enfermedad que se caracteriza por la disminución de la densidad y calidad de los huesos, lo que aumenta el riesgo de fracturas, especialmente en personas mayores. La leche contribuye de manera directa a la prevención de esta condición debido a su elevado contenido de calcio, un mineral esencial para la formación y el mantenimiento de huesos fuertes. Además, la presencia de vitamina D en la leche facilita la absorción intestinal del mineral, potenciando su efecto. El fósforo, también presente en este alimento, es otro componente necesario para la mineralización ósea. La leche contribuye a la prevención de fracturas y pérdida de masa ósea, principales riesgos de la osteoporosis en adultos mayores (Imagen Ilustrativa Infobae) Según las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y de las Guías Alimentarias para la Población Argentina, el consumo regular, junto con el de otros lácteos, especialmente durante la infancia, adolescencia y hasta los 25 años, ayuda a alcanzar una reserva adecuada de masa ósea que será fundamental para las etapas posteriores de la vida. Luego de esta edad, cuando ya no se genera nuevo hueso, mantener una ingesta apropiada de estos nutrientes resulta crucial para conservar la fortaleza ósea y retrasar la aparición de osteoporosis. Por otro lado, la sarcopenia es la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular asociada al envejecimiento, lo que puede afectar gravemente la calidad de vida de las personas mayores. La leche ofrece un aporte significativo de proteínas completas, es decir, aquellas que contienen todos los aminoácidos esenciales necesarios para la reparación y el mantenimiento del tejido muscular. Diversos estudios muestran que una dieta que incluya lácteos de manera regular ayuda a preservar la musculatura y a prevenir la debilidad muscular propia de la edad avanzada. Además del aporte proteico, el calcio y otros minerales presentes en la leche contribuyen a la función contráctil del músculo y al metabolismo energético general. En adultos, se convierte en un aliado clave, ya que su consumo se asocia a una mejor composición corporal y a la prevención del deterioro de la salud osteomuscular, ambos fundamentales para evitar las complicaciones derivadas de la pérdida muscular, como caídas o dificultades en la movilidad. Las proteínas completas de la leche favorecen la reparación y el mantenimiento del tejido muscular, clave contra la sarcopenia (Imagen Ilustrativa Infobae) Síntomas de osteoporosis y sarcopenia Ambas condiciones aparecen en el cuerpo de forma silenciosa y sin síntomas claros, por lo que las personas no alcanzan a percibir cambios hasta que la pérdida es avanzada. En el caso de la osteoporosis, las fracturas ante mínimos traumatismos, especialmente en la cadera, muñeca o columna vertebral, conforman los principales indicios de la falta de calcio en los huesos. Otro signo característico es la reducción de la estatura, que se produce paulatinamente por el colapso de las vértebras debilitadas. Algunas personas refieren dolores de espalda persistentes provocados por fracturas o microfracturas vertebrales. De este modo, la postura encorvada limita la movilidad y la funcionalidad de actividades diarias. En el caso de la sarcopenia, los primeros signos pueden incluir la dificultad para realizar tareas cotidianas como subir escaleras, levantarse de una silla sin ayuda o cargar objetos de peso moderado. Las personas con esta enfermedad suelen experimentar fatiga muscular más rápidamente que lo habitual y pueden notar una disminución visible en la masa muscular, especialmente en extremidades. El consumo de leche y lácteos se asocia a la reducción del riesgo de obesidad, hipertensión arterial y ciertos tipos de cáncer (Imagen Ilustrativa Infobae) Esta pérdida de fuerza y masa incrementa el riesgo de caídas, lo que puede provocar lesiones adicionales y afectar de manera significativa la autonomía personal. El deterioro en la coordinación y el equilibrio es otro indicador, que con frecuencia impacta en la movilidad y en la calidad de vida general del adulto mayor. Otros beneficios de la leche para la salud La leche aporta una combinación de nutrientes que contribuyen positivamente a múltiples aspectos de la salud más allá del fortalecimiento óseo y muscular. Su perfil nutricional incluye vitaminas como la B12, imprescindibles para la correcta función del sistema nervioso y la producción de glóbulos rojos. Además, contiene vitamina A, relevante para la salud ocular y la integridad de la piel, y magnesio, que participa en diversos procesos metabólicos y en la función neuromuscular. Diversos estudios asocian el consumo regular de leche y derivados con la reducción del riesgo de obesidad en la infancia y la mejora de la composición corporal en adultos, especialmente cuando se integra a un plan de alimentación equilibrado. También se ha observado un vínculo beneficioso entre el consumo de lácteos y la disminución de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y algunos tipos de cáncer, debido a los efectos combinados de sus nutrientes y compuestos bioactivos. Por otro lado, en la dieta cotidiana, la leche colabora en la prevención de caries dentales gracias a su aporte de calcio y fósforo. Este alimento también puede desempeñar un papel importante en la recuperación posterior al ejercicio físico, ya que provee hidratos de carbono, proteínas de alta calidad y sodio, facilitando la rehidratación y la reparación muscular. Así, la leche se consolida como una opción versátil y completa dentro de una alimentación saludable. La leche contiene vitaminas B12 y A, magnesio y fósforo, nutrientes que benefician el sistema nervioso, la piel y la salud metabólica (Imagen Ilustrativa Infobae) Qué tipo de leche es más saludable La selección del tipo de leche más saludable depende, en gran medida, de las necesidades nutricionales individuales y de las recomendaciones establecidas por las guías alimentarias oficiales. De acuerdo con las Guías Alimentarias para la Población Argentina, se aconseja preferir el consumo de leche descremada o parcialmente descremada para la población general, especialmente en adultos y personas con riesgo de enfermedades cardiovasculares. Estas variedades aportan cantidades similares de calcio, proteínas, vitaminas y minerales que la leche entera, pero con una menor cantidad de grasas saturadas y calorías, ayudando así a mantener un perfil lipídico adecuado y prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas asociadas al exceso de grasa. La leche fluida fresca, tanto en su versión entera como descremada, mantiene todos los nutrientes esenciales propios del alimento, incluidas las proteínas de alto valor biológico, la vitamina D, el calcio y las vitaminas del complejo B. La elección de leche descremada está recomendada también para quienes buscan regular la ingesta calórica o tienen condiciones metabólicas específicas, como dislipemias o hipertensión arterial. No obstante, en niños, adolescentes, embarazadas y personas mayores con requerimientos energéticos elevados o bajo peso, la leche entera puede resultar apropiada por su mayor aporte calórico, siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud.
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