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  • Purga y fractura en la UCR Catamarca: la conducción quiere expulsar a 40 afiliados y profundiza el derrumbe del partido

    Paraná » Confirmado.ar

    Fecha: 15/12/2025 11:42

    Tras una derrota electoral histórica, la cúpula de la UCR catamarqueña decidió avanzar con pedidos de expulsión masivos contra dirigentes que compitieron por otras fuerzas, en su mayoría La Libertad Avanza. La medida, judicializada y tomada sin consenso interno, desató una rebelión dentro del Comité Provincia y expuso una crisis de conducción, legitimidad y proyecto político. Por AF La Unión Cívica Radical de Catamarca atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente y, lejos de ensayar una autocrítica profunda tras el fracaso electoral, su dirigencia eligió el camino de la sanción y el castigo interno. La conducción partidaria presentó ante la Justicia Federal un pedido de desafiliación contra 40 dirigentes radicales que fueron candidatos por otros espacios en las últimas elecciones legislativas, una decisión que encendió una guerra interna y dejó al descubierto el estado de descomposición del centenario partido. El presidente de la UCR provincial y diputado reelecto, Luis Fadel, fue quien elevó el listado amparándose en un artículo de la Carta Orgánica que prevé la expulsión de afiliados que compitan por fuera del sello radical. Sin embargo, la aplicación selectiva y tardía de esa norma —luego de los comicios y en un contexto de derrota estrepitosa— es leída por amplios sectores internos como una maniobra disciplinadora que busca esconder responsabilidades políticas propias. Entre los alcanzados por el pedido de expulsión figuran nombres de peso: el exdiputado nacional Francisco Monti, hoy legislador provincial; María Laura Quinteros; María Silvana Carrizo, Juan Pablo Acevedo y Hemilce Anabel Niz, además de decenas de candidatos a concejales en Capital y el interior que integraron listas de La Libertad Avanza y otras fuerzas provinciales y municipales. La sangría no es menor: se trata de dirigentes que, guste o no, lograron representación mientras el radicalismo oficial se hundía en las urnas. Desde la conducción justifican la medida como “antipática pero necesaria” y hablan de “reconstrucción partidaria” y “consecuencia ideológica”. El problema es que ese discurso aparece completamente divorciado de la realidad: la UCR acaba de sufrir una de las peores elecciones desde el retorno de la democracia y perdió presencia institucional clave, incluida su histórica representación en el Concejo Deliberante de la capital. La reacción interna no tardó en llegar. Un sector del Comité Provincia, encabezado por la vicepresidenta Natalia Heredia y varios secretarios partidarios, denunció públicamente que las expulsiones constituyen “un grave atropello institucional” y un nuevo síntoma del deterioro del radicalismo. En un duro pronunciamiento, acusaron a la cúpula de manejar el partido “a puertas cerradas”, apropiándose de las estructuras como si fueran un bien personal y violando los mecanismos democráticos que exige la propia Carta Orgánica. Los disidentes recordaron que la Convención Provincial —máximo órgano partidario— había habilitado la conformación de alianzas, sin otorgar un cheque en blanco a la conducción para imponer acuerdos exclusivos ni, mucho menos, para sancionar sin debate ni convocatorias formales. Según advirtieron, las decisiones se tomaron sin la participación de los órganos correspondientes y no descartan recurrir a la Justicia para frenar lo que consideran una expulsión arbitraria y políticamente dirigida. Todo este conflicto se da en un contexto demoledor para el radicalismo catamarqueño. En las legislativas de octubre, la alianza encabezada por la UCR obtuvo apenas el 9,06% de los votos a nivel provincial y fue tercera cómoda detrás del oficialismo y de La Libertad Avanza. En la capital, el resultado fue aún más humillante: solo el 4,21% de los votos y la pérdida total de representación en el Concejo Deliberante, algo inédito desde 1983. El retroceso también se reflejó en la Legislatura: de seis bancas en juego en Diputados, el radicalismo solo pudo retener dos. El resto de sus figuras históricas se quedó sin reelección, marcando el final de un ciclo que la conducción se resiste a reconocer. En lugar de abrir el debate, revisar errores y discutir por qué una parte significativa del electorado radical eligió otras opciones, la UCR de Catamarca parece haber optado por la lógica de la purga interna. Una estrategia que, lejos de fortalecer al partido, amenaza con acelerar su irrelevancia política y consolidar una fractura que ya no se puede ocultar. Periodista de investigación Post Views: 9

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