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Parana » Asdigitalnews
Fecha: 15/12/2025 11:25
El mediodía en Boylston Street tenía gusto a sal y metal. Las piernas llegaban primero; la cabeza, más tarde. En las conservadoras, "antes" y "después" separaban el esfuerzo del resultado: 72 maratonistas —34 varones y 38 mujeres, edad promedio 50— entregaron muestras de sangre y orina que contarían la parte silenciosa del 42K. No hacía calor extremo (19 °C, humedad intermedia). Era un día "normal" para un maratón rápido. Pero por dentro, la historia fue otra. El estudio, publicado en Journal of Applied Physiology y realizado por científicos de la Universidad de Arkansas durante la edición 2024 del Maratón de Boston— que midió biomarcadores, pequeñas alarmas químicas que se encienden cuando un órgano va al límite. Lo que encontraron fue bastante claro: después de cruzar la meta, todos los indicadores de estrés y daño en el cuerpo subieron. Algunos aumentaron un poquito (1,3 veces más), pero otros se dispararon muchísimo (hasta 1.455 veces más). En cualquier laboratorio, esos cambios serían muy sorprendentes y harían que los médicos se preocuparan. Para entender lo que pasó en el cuerpo después de correr el maratón, los científicos analizaron varios indicadores. Para el intestino, observaron señales que muestran cómo la "muralla" que lo protege empieza a romperse. Para el riñón, observaron varias sustancias que exhiben cómo sufren. También revisaron la creatina quinasa (CK), que sube cuando los músculos se dañan. El resultado fue que después de correr, el intestino estaba cansado y dañado, y los riñones estaban trabajando a tope para filtrar todo lo que el cuerpo había acumulado durante la carrera. En resumen: la botella de agua sirve —y mucho— para evitar deshidrataciones severas o golpes de calor, pero no alcanza para apagar el incendio microscópico que deja un 42K. Estrés corporal oculto Durante un maratón el cuerpo reasigna recursos sin preguntar: más sangre a músculos y piel, menos a riñón e intestino. A eso se le suma el sudor, calor, impacto mecánico y horas de zancadas. El riñón filtra litros con menos flujo y menos oxígeno; el intestino vibra y se calienta. Verlo en tiempo real con biomarcadores sirve para diseñar prevención y, sobre todo, recuperación. Estudios previos ya habían mostrado "lesión renal aguda" transitoria posmaratón que suele ceder a las 24 h. Este trabajo agrega que aun evitando hipohidrataciones graves, el estrés orgánico aparece igual. Después de la meta, todos los marcadores de intestino y riñón aumentaron: desde subas leves hasta picos muy altos. No hubo diferencias entre mujeres y varones ni entre quienes llegaron bien hidratados y quienes hipohidratados. Entre 25 y 34 por ciento terminó hipohidratado; el resto, euhidratado, pero con las mismas señales de estrés.
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