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Concepcion del Uruguay » 03442noticias
Fecha: 14/12/2025 00:36
Viste, Negro, no llegaste a cerrar la última pelota. Ese pelotazo largo, anunciado, que para vos era una “papita pa’l loro” como decías siempre, en esos cruces para la derecha o izquierda, cuando los laterales se dormían o el otro central no llegaba. Pero me parece que no quisiste cerrarlo, que ya estaba cumplido el tiempo de juego, que no había descuento. Y la victoria te la llevaste por goleada, festejando con los tuyos y con todos los futboleros y los que te conocieron, aunque sea un tiempo, un rato. En la tarde de este sábado 13 (justo 13) murió el Negro Aguiar. El Andrés Blas que resonaba cuando los relatores arrancaban con las formaciones de los equipos allá en los 70 y albores de los 80. Ese morocho grande, fornido, de bigotes tupidos, el que izó la bandera en la inauguración del Plazaola, calzando la casaca a bastones azules y blancos que tantas veces defendió, con honestidad y valor. El Negro de la bicicleta del mismo color, para no desentonar, con ese manubrio de los viejos, esa bicicleta que lo llevaba a la cancha, al laburo, mientras comandaba sueños e hijas junto a la “patrona” de toda su vida. El Negro que derrochaba calma, que arrancó con la del Lobo y fue para la del Deca, pero que no le importó ayudar como al otro Negro (también querido) en los arreglos necesarios del Núñez, al que tenía a la vuelta de su casa. El Negro me toreaba cada vez que pasaba para el estadio… “esos (los que jugaban un rato más tarde), en mis tiempos, ni entraban a la cancha”, para que vuelva sobre mis pasos, abrazo, fútbol y fútbol antes de seguir y el, “pa’ dentro”. El Negro querido que se palmeaba el pecho con la mano abierta para explicar cómo había que bajar la redonda cuando venía de aire, para que quede mansita a los pies y salir jugando, cabeza erguida, desde el fondo. Se fue el Negro, como antes se fue el Zurdo, como se nos han ido tantos que fueron nuestros ídolos de niñez y juventud, antes de este maldito fútbol moderno, que terminó de apabullarnos con imágenes, reglamentos y sentencias vacías, cáscara de algo que no nos pertenece, pero que debemos recuperar. La dejaste pasar, Negro querido. Jugaste el campeonato entero y lo ganaste con lo que formaste, con lo que dejas acá, en los tuyos y en nosotros. En esta tarde me llegaron miles de anécdotas, de tremendos pelotazos en la frente, de barreras rotas a fuerza de tiros libres, de despejes de cabeza, de quites elegantes y de los otros. Del patio de la UNER, de los abrazos y consejos a tus compañeros. Y eso, esto que me llega, vale también por el campeonato. Salud, Negro hermoso, la barra te extraña desde hoy. Por Pipo< Foto gentileza Cunito Andisco.
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