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  • Viaje vacío, ajuste a full: Milei sigue sumando millas en vuelos internacionales

    Paraná » Confirmado.ar

    Fecha: 13/12/2025 22:18

    El presidente recorrió miles de kilómetros en un viaje costoso y sin resultados diplomáticos, regresó sin fotos ni acuerdos y, de inmediato, apuró una reforma laboral que recorta derechos históricos. Improvisación internacional, internas feroces y un proyecto que amenaza con profundizar la precarización. por AF El paso de Javier Milei por Noruega dejó más preguntas que logros. Un viaje relámpago, financiado con recursos públicos, que prometía gestos internacionales de alto impacto terminó reducido a una postal fallida. No hubo reuniones clave, no hubo foto con figuras anunciadas y no hubo agenda concreta que justifique el despliegue. Sí hubo, en cambio, costos elevados, una exposición innecesaria y el regreso apresurado para atender urgencias políticas domésticas. La escena fue elocuente: mientras el Gobierno insiste con la épica del ajuste y la austeridad, el presidente y su círculo más cercano se alojaron en uno de los hoteles más caros de Oslo y utilizaron el avión presidencial para un desplazamiento que no dejó resultados verificables. La ausencia de María Corina Machado en el evento que motivaba el viaje terminó de desnudar la fragilidad de una agenda armada más para el show que para la diplomacia real. El balance fue negativo incluso para los estándares mínimos de la política exterior: ni acuerdos, ni respaldos, ni señales estratégicas. El retorno anticipado no respondió a una urgencia institucional inevitable, como se intentó instalar. La firma de una ley puede realizarse de manera remota. Lo que verdaderamente precipitó la vuelta fue una nueva crisis interna en el oficialismo, esta vez alrededor de la reforma laboral. El proyecto, impulsado por Federico Sturzenegger, quedó al borde del naufragio por resistencias dentro del propio espacio libertario y por advertencias políticas elementales: así planteada, la iniciativa no reúne consensos y amenaza con empantanarse en el Congreso. Paradójicamente, quienes frenaron el avance fueron actores enfrentados entre sí, pero conscientes del costo político del texto. Las objeciones no son menores. La reforma apunta al corazón de los derechos colectivos, debilita el entramado sindical y flexibiliza condiciones laborales sensibles como horas extras, vacaciones e indemnizaciones. Lejos de modernizar el mercado de trabajo, el proyecto reinstala una lógica de retroceso que ya mostró sus límites en experiencias recientes y traumáticas, como la reforma previsional de 2017. Las señales contradictorias del Gobierno profundizan la incertidumbre. Mientras algunos interlocutores prometen versiones “moderadas” para facilitar la aprobación, el vocero presidencial anunció un texto que conserva los puntos más conflictivos. En la Casa Rosada admiten que la decisión de avanzar sin concesiones partió del propio Milei, aun a riesgo de dinamitar los puentes de diálogo que su fuerza necesita para gobernar. El resultado es un escenario de tensión creciente. La CGT y el peronismo cerraron filas contra una reforma que consideran abiertamente antiobrera, y el oficialismo debate contrarreloj si fuerza un tratamiento exprés antes de fin de año o acepta que el proyecto quede trabado. En ese contexto, el viaje a Oslo aparece como una metáfora precisa del momento político: mucho ruido, costos altos y nulo beneficio para la sociedad. Mientras el presidente acumula millas y gestos simbólicos, el país enfrenta decisiones de fondo. Y esas decisiones, lejos de resolverse con marketing internacional, exigen responsabilidad, coherencia y una estrategia que hoy brilla por su ausencia. Periodista de investigación Post Views: 12

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