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  • Tiene 15 años y vende panes para poder viajar a Gualeguaychú y ser parte de la batucada de Ará Yeví

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 13/12/2025 21:10

    Gualeguaychú es una usina permanente de talento carnavalero y ya no sólo de gurises y gurisas que patean nuestras calles, sino que también seduce, convoca y enamora a quienes llegan desde otros puntos del mapa, a veces desde localidades cercanas y otras desde kilómetros de distancia. El Carnaval del País tiene esa magia: el que lo ve una vez, difícilmente se va ileso. Algo pasa en el Corsódromo, en su pasarela y en sus tribunas porque muchos de los que llegan como espectadores terminan quedándose para siempre, atrapados por una pasión que no se explica, se siente. Uno de esos lazos inexplicables es el de Mateo Suazo, oriundo de San José, Departamento Colón. De chico, sentado en una tribuna junto a su mamá, miró la pasarela con los ojos bien abiertos y entendió, sin saber cómo ni por qué, que ese era su lugar en el mundo. No imaginó disfraces ni luces, sino el pulso del redoblante, el fervor del público, la emoción de estar ahí. Años después, ese sueño empezó a tomar forma y hoy con 15 años lo encuentra dando sus primeros pasos dentro de Sonido de Parche, la batucada de Ará Yeví, al mando de Leo Stefani. ¿Cómo surgió tu interés por el Carnaval de Gualeguaychú? Mi interés surge desde chico: estuve en el Corsódromo varias veces en diferentes ediciones y siempre me gustó y siempre fue una locura verlo. Y de ahí nació más que interés, un sueño, el de pertenecer y participar para saber y sentir cómo era desde adentro. Por suerte, hoy lo pude concretar y se va a hacer realidad la primera noche de enero. Foto: Mauricio Ríos ¿Cuándo empezaste a tocar en una batucada? Fue a los cuatro años en los corsos colonenses, con Bocaccia Ortiz, que tenía una murga infantil. Ahí empecé a tocar el redoblante y aprendí lo básico. Luego me fui para Concepción del Uruguay y ahí me sumé a La Atómica. Tanto a la batería como a su director Marito, les tengo mucho cariño. Él fue quien me guio y me enseñó mucho de lo que sé hoy en día. De todas formas, siempre estoy prestando atención para seguir incorporando nuevos conocimientos. Y, finalmente este año, va a ser mi primera vez en Ará Yeví. Me inscribí por todo lo que había visto que ellos demostraron en la pasarela y ahora estoy descubriendo, aprendiendo y haciendo muchos amigos. ¡Son unos copados! ¿Cómo se dio la idea de vender panes para costear los viajes a los ensayos? Mi familia fue clave desde el primer momento. Siempre me bancaron la idea de viajar para poder tocar en la comparsa, me acompañaron en cada paso y nunca dudaron en darme ese empujón que a veces uno necesita. El problema, como suele pasar, eran los costos: viajar seguido a Gualeguaychú implicaba gastos que se nos hacían cuesta arriba. Entonces nos sentamos a pensar juntos, con mi papá y mi mamá, cómo podíamos resolverlo sin bajar los brazos. Así surgió la idea de hacer pan casero. Empezamos casi como una prueba, con mucha ilusión y esfuerzo, y por suerte funcionó mejor de lo que esperábamos. Gracias a eso pude cubrir parte de los viajes, moverme en micro y, además, aportar un poco en casa. Fue una experiencia que no sólo me ayudó económicamente, sino que también me enseñó el valor del acompañamiento y del trabajo en familia. Foto: Mauricio Ríos Y ahora, ¿cuáles son tus expectativas para las once noches con la comparsa? La verdad es que dentro de Ará Yeví tengo muchísimas expectativas. Siento que es una oportunidad enorme y quiero aprovecharla al máximo. Mi idea es aprender todo lo que pueda: desde distintos instrumentos hasta nuevas técnicas, ritmos y formas de tocar. Me motiva mucho estar rodeado de gente que sabe, que tiene experiencia y que vive el Carnaval con tanta pasión, porque de todos se aprende algo. A esto le quiero dedicar tiempo, ganas y compromiso, porque sé que cada ensayo suma y te hace crecer. Más adelante, mi sueño es seguir formándome en la música, estudiar más y profundizar en este camino que elegí. Me encantaría algún día poder armar mi propia comparsa o tener mi propio grupo musical, con una identidad propia y un proyecto bien armado. Sé que no es algo inmediato, pero siento que estar hoy en Ará Yeví es un paso enorme hacia eso que imagino para el futuro, y quiero disfrutarlo y aprenderlo todo.

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