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  • expectativas mejoran para 2026, pero el ajuste persiste: qué gastos familiares se restringen más

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 13/12/2025 14:21

    Aunque las percepciones sobre el rumbo del país viraron a un tono más positivo tras las elecciones de octubre y la relativa calma en los mercados, la realidad del consumo sigue mostrando señales claras de freno, con una brecha persistente entre el deseo de mejora y las decisiones concretas de compra. Así lo registró el informe Social Mood, de la consultora Moiguer, correspondiente al cuarto trimestre de 2025 y al que accedió Infobae. Según el documento, la ciudadanía llegó a las elecciones de medio término con la esperanza en jaque y respondió con un marcado repunte de optimismo cuando se conocieron los resultados. Ese movimiento se reflejó en los indicadores de expectativas. La encuesta de la firma mostró que el 52% de los consultados manifestó expectativas positivas para los próximos doce meses, un aumento de 9 puntos respecto de octubre. A la vez, sólo el 36% evaluó una alta probabilidad de crisis, una disminución de 13 puntos frente al sondeo anterior. El análisis del tono de la conversación social acompañó ese giro: las menciones positivas sobre la situación del país subieron del 32% al 42%, mientras que las negativas descendieron del 31% al 26%. No obstante, el informe advirtió que este cambio optimista tiene una fragilidad estructural; la confianza parece apoyarse en factores coyunturales y no en mejoras palpables en el día a día. Demanda restrictiva La esperanza a nivel personal también avanzó con claridad, pasando del 33% al 42%. Sin embargo, ese mejor ánimo no se tradujo en una modificación de los hábitos de consumo: la demanda restrictiva se mantuvo en niveles semejantes al trimestre anterior, con registros de 35% y 37%. La distancia entre el imaginario optimista y la vida cotidiana se consolidó como una característica del período analizado. La billetera permaneció ajustada y la percepción de vulnerabilidad económica continuó presente en la mayoría de los hogares. La billetera permaneció ajustada y la percepción de vulnerabilidad económica continuó presente en la mayoría de los hogares Tras un 2024 marcado por el cambio de modelo económico impulsado por el Gobierno, la sociedad acompañó con expectativas renovadas. El shock inicial afectó a los hogares y generó tensiones fuertes. A comienzos de 2025, la estabilización macroeconómica aportó alivio y permitió un reacomodamiento del consumo. Con el avance de los meses, los indicadores de humor social descendieron hasta niveles críticos. El período preelectoral sumó volatilidad cambiaria y ruido político, pero buena parte de la ciudadanía decidió apoyar la continuidad del proyecto oficial; y tras las elecciones nacionales de octubre, “el optimismo tomó impulso aun cuando la realidad económica no avanzó al mismo ritmo”, precisó el documento. Los focus groups de Moiguer registraron tres tipos de esfuerzo que la clase media utilizó para sostener el presente y organizar expectativas: Estratégico: identificó a los sectores medios más acomodados que vivieron la restricción como una inversión orientada al futuro. Ajustaron consumos para emprender, construir o avanzar en proyectos personales; la restricción se percibió como un costo necesario para alcanzar cambios duraderos. Defensivo: describió a los segmentos que buscaron estabilidad mediante el aumento de horas de trabajo, el pluri empleo y la contención familiar. Este grupo mantuvo sus gastos esenciales y reorganizó rutinas para evitar deterioros materiales mayores. El objetivo central fue resistir y sostener la estabilidad. Desgastante: definió a quienes quedaron desvinculados del resto de la clase media. Para estos hogares, el esfuerzo no generó mejoras ni en el presente ni en las posibilidades futuras. La incertidumbre marcó la experiencia cotidiana y la restricción se transformó en una regla permanente. .responsive { width: 100%; height: auto;} El informe también resaltó un punto crítico: la perspectiva laboral comenzó a preocupar de manera significativa. La caída del empleo formal se profundizó, el cuentapropismo informal ganó espacio y el pluriempleo se convirtió en un recurso extendido. La caída del empleo formal se profundizó, el cuentapropismo informal ganó espacio y el pluriempleo se convirtió en un recurso extendido Estos procesos erosionaron la capacidad de compra y limitaron la posibilidad de recuperar niveles previos de consumo. La situación laboral condicionó el clima social de forma persistente y amplió la brecha negativa entre expectativas y realidad. ¿Dónde ajustan los consumidores ? El informe reveló datos contundentes sobre la vida diaria de los hogares y los gastos que los consumidores restringieron en este contexto. El 62% redujo gastos de su presupuesto en el último mes. El 50% declaró que se quedó sin dinero antes de terminar el mes, y el 57% afirmó estar endeudado, un aumento de 7 puntos respecto del primer trimestre de 2025. Estos porcentajes describen un escenario en el que la restricción se convirtió en un eje central para la organización doméstica. En la comparación con los gastos habituales de 2024, el ajuste se centró en categorías muy vinculadas a la experiencia urbana cotidiana. El uso de taxi o aplicaciones de transporte mostró una reducción del 70%, mientras que las salidas registraron una caída similar. Las compras de bebidas alcohólicas se ajustaron en 69%, el consumo de golosinas o chocolates disminuyó en la misma magnitud y los asados con amigos o familia retrocedieron un 67%. Estos rubros representan actividades sociales que formaban parte de la rutina argentina y que quedaron relegadas en los últimos meses. Otros ítems mostraron ajustes relevantes. El transporte público registró una reducción del 67%, el uso del auto o moto propios cayó 51% y las actividades deportivas bajaron 46%. Los servicios de streaming descendieron también 46% y las primeras marcas de alimentos retrocedieron un 36%. El recorte se distribuyó entre consumos ligados al ocio y esparcimiento, la movilidad y la alimentación, lo que refleja la necesidad de reorganizar prioridades y sostener los gastos básicos. El recorte se distribuyó entre consumos ligados al ocio y esparcimiento, la movilidad y la alimentación La pregunta sobre los hábitos de consumo frente al año anterior también ofreció señales claras. El 29% afirmó que su consumo se mantuvo estable, mientras que el 23% dijo que se ajustó en los últimos meses. Otro 22% sostuvo que se mantuvo bajo con los recortes aplicados el año anterior, y el 18% indicó que profundizó el ajuste recientemente. Solo el 7% expresó que su consumo se expandió. Proyecciones: optimismo frente a límites concretos De cara a 2026, el 53% de los consultados por la consultora Moiguer manifestó que espera una expansión de su capacidad de compra, lo que profundizó la brecha entre la esperanza futura y la contención presente. El informe destacó que esa expectativa convivió con un escenario laboral aún frágil y con niveles altos de pluriempleo. El 51% sumó horas de trabajo o un nuevo empleo o emprendimiento, mientras que la tasa de informalidad alcanzó el 37%. La diferencia entre el optimismo proyectado y los límites del día a día se volvió un patrón del período analizado. El consumo quedó organizado por la capacidad de sostener gastos básicos y por estrategias de administración estricta. La esperanza se expresó en la posibilidad de un futuro más estable, pero la experiencia cotidiana se definió a partir de la restricción y del esfuerzo, destacó el documento de Moiguer. 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