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Rio Negro » Adn Rio Negro
Fecha: 13/12/2025 11:34
(ADN).- La construcción atraviesa uno de sus mejores momentos en Bariloche, una dinámica que contrasta de manera tajante con la caída de la actividad económica en otros sectores del país. Así lo describió Néstor Drackler, titular de la firma local Ñire, en diálogo con Radio Con Vos Patagonia, al caracterizar el fenómeno como una verdadera “burbuja” que sostiene niveles de obra difíciles de encontrar en otras regiones. El diagnóstico surge de datos concretos: la ciudad vive un auge edilicio sostenido, con “muchísimos metros cuadrados en construcción” y un ritmo que no cedió ni siquiera durante el invierno, que este año fue “muy benévolo en tema clima”. La empresa mantiene su plantilla y sigue incorporando personal —ya son 65 empleados— en un entorno económico donde el resto del mercado laboral muestra señales de contracción. La burbuja que empuja desde afuera Para Drackler, el motor de este crecimiento no surge del consumo local sino de inversión externa. Existe un flujo constante de capitales provenientes de Buenos Aires y otras provincias que encuentra en Bariloche un destino de alta demanda turística y buen resguardo patrimonial. Ese comportamiento se refleja en la velocidad de las obras. El valor del metro cuadrado construido se ha disparado, aunque ese encarecimiento no se traduce necesariamente en mayor margen empresario. La rentabilidad se achicó “muchísimo” porque el mercado ya no convalida porcentajes de ganancia que históricamente eran habituales. Aun así, la inversión en ladrillo continúa siendo una salida atractiva para canalizar excedentes en un contexto de volatilidad económica. El sector opera bajo un escenario que obliga a replantear desde la logística hasta la administración diaria. “La dinámica de trabajo, compra, acopio y pagos es totalmente distinta”, explica. Los costos fijos —desde el combustible hasta el desgaste de las máquinas— presionan sobre cada obra y ponen en discusión la sustentabilidad del modelo en el largo plazo. Mientras los edificios de escala media y alta mantienen su actividad, hay un segmento que sí muestra retracción: las pequeñas obras familiares, ampliaciones y refacciones. La causa es directa: la fuerte pérdida del poder adquisitivo. La crisis silenciosa: el árido y la falta de canteras Uno de los problemas más serios es la disponibilidad de áridos, insumo esencial para la construcción. “La situación es complicada y afecta a todos los productores en Bariloche”, advierte Drackler. El proceso para habilitar nuevas canteras avanza lentamente en áreas del este de la ciudad, como Estancia El Cóndor y sectores dentro del PITBA, mientras tanto, parte de la arena utilizada para mampostería ya debe ser trasladada desde El Bolsón. Los precios del cemento también aumentan de manera constante. Para abastecerse, Ñire trabaja con las tres cementeras del país, pero la inestabilidad limita cualquier planificación a mediano plazo. Tecnología, hormigón y equipos millonarios sin crédito Frente a las dificultades productivas locales, el sector apuesta a la tecnología: aditivos para compensar la mala calidad de algunos áridos, uso extendido de bombas y mangas que aceleran la obra en altura y materiales alternativos como fibras de vidrio que pueden reemplazar hierro en elementos no estructurales. Sin embargo, la modernización requiere inversiones cuantiosas. “La renovación de equipos es millonaria y el crédito está carísimo”, señala Drackler. La falta de financiamiento formal obliga a negociar directamente con fabricantes en esquemas que funcionan como un leasing informal o acuerdos privados. La obra pública, en segundo plano La participación de la empresa en proyectos municipales es marginal. El municipio mantiene su propio esquema de provisión de áridos y hormigón, por lo que la construcción privada funciona como el verdadero motor del sector. Ñire sí provee materiales para la obra de la nueva terminal de ómnibus provincial. El boom de la construcción ofrece una postal que convive con una realidad más compleja: capitales que llegan, edificios que se multiplican, empleo sostenido y una industria que se expande incluso en contexto de recesión; pero todo esto apoyado en un equilibrio precario marcado por costos descontrolados, dificultades logísticas y un mercado que podría enfriarse si se reduce la inversión externa. El propio Drackler advierte ese contraste: Bariloche vive un presente excepcional, pero la base que lo sostiene —una mezcla de oportunidad, clima financiero y atractivo turístico— no está garantizada hacia adelante. En palabras del empresario, el auge actual “es una burbuja frente a otros sectores”, una señal de fortaleza, pero también de vulnerabilidad.
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