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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/12/2025 14:52
Ana García Moritán junto con su padre, con la emoción a flor de piel (Instagram) La sala del teatro El Nacional se llenó de aplausos y emoción la tarde del jueves. Ana García Moritán, la pequeña de tan solo cuatro años, brilló como parte de la muestra anual de ballet de la compañía a la que pertenece. Su aparición, vestida en tules rosas y dorados, levantó una ola de ternura que inundó el ambiente. No cabía una lágrima más en los ojos de su padre, Roberto García Moritán, quien compartió el instante: “Excepcional muestra anual de ballet de Ana (No puedo estar más muerto de amor)”, escribió el empresario en su cuenta de Instagram. ¿Qué convierte este momento en algo tan especial? ¿Será el orgullo que desborda en la sonrisa de un padre, o la forma en que una niña, ajena a todo lo que no sea la música, deja volar sus manos sobre el escenario? Ana García Moritán brillando sobre el escenario en la muestra anual (Instagram) Entre los cientos de mensajes que siguieron a la publicación, resaltan palabras que parecen abrazar a Ana desde la distancia: “Es la más linda. Qué finas al bailar sus manitos”, exclamó una voz anónima. Otro se dirigió directamente al padre: “¡Felicitaciones Roberto! ¡Siempre demostraste ser un gran padre! ¡Bendiciones, amigo!”. Y alguien más agregó, con el afecto de quien celebra la unión familiar: “Hermosa Anita, felicitaciones a toda la familia por ser tan unidos demostrándole todo su amor”. Las imágenes, esas postales íntimas y públicas a la vez, cuentan tanto como las palabras. En la primera, sobre el escenario, Ana, con el rostro iluminado y puntos de brillo pintados sobre la frente, se funde en un abrazo con su maestra —una joven de cabello recogido, vestida en amarillo y con una enorme sonrisa de felicidad— mientras que al frente de la imagen, la cámara de un celular resalta la importancia de atesorar el instante. El fondo sugiere la atmósfera de fiesta, y la niña, con su tutú verde y rojo, es la imagen misma de la inocencia celebrada. La segunda foto la muestra en pleno escenario, sentada con las piernas extendidas y la mirada traviesa enfocada en el público. El tutú rosa con detalles en dorado la envuelve; su gesto es mitad juego, mitad desafío, los labios fruncidos y una estrellita pintada en la mejilla izquierda. A su lado, otra niña comparte el mismo atuendo, ambas parte de ese universo de luces y sueños. Ana García moritán y Sarah Burlando, en una escena del bakcstage del evento (Instagram) La tercera imagen cierra la secuencia y condensa el orgullo: Roberto García Moritán, vestido en un traje azul oscuro, sostiene a Ana sobre sus piernas en uno de los pasillos del teatro. Él sonríe con una alegría difícil de disimular, mientras la niña, con el ramo de flores recogido tras la función y aun en su atuendo de hada, se apoya tranquila en su padre. Su pequeña mano entrelazada con la de él es el símbolo más nítido del amor familiar Pero no fue la única estrella reconocida de la jornada, claro, ya que también con ellos se encontraban Barby Franco y Fernando Burlando, los padres de Sarah, con quien Ana no solo comparte tiempo en las clases de ballet, sino que también son íntimas amigas que cuando el tiempo lo permite, lo pasan juntas. De hecho, una de las escenas que más resonó de la tarde fue aquella capturada en una imagen: Ana, concentrada y delicada, le acomoda el peinado a Sarah minutos antes de salir a escena. Detrás, Barby escribe una frase que cubre la amistad con un manto de complicidad y ternura: “Cuando tu amiga te ayuda a brillar”. ¿Qué queda después de una tarde así? La certeza de que la infancia se mide en minutos, en pequeños logros celebrados a lo grande. La comunidad de espectadores, los seguidores anónimos y los seres queridos solo necesitan ver el brillo en los ojos de una niña y sus padres para saber que la magia —al menos por unas horas— fue real.
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