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  • Samantha Hudson llega a Latinoamérica por primera vez: las claves de su nuevo álbum y su mirada como activista queer

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/12/2025 07:12

    Samantha Hudson consolida su carrera como referente de la música queer hispanohablante con el lanzamiento de 'Música para muñecas' (Prensa Samantha Hudson) Samantha Hudson atraviesa uno de los momentos más destacados de su carrera. A meses de lanzar su nuevo álbum, Música para muñecas, la artista, cantante y activista española atraviesa una etapa soñada al coronarse como una de las voces más originales y visibles de la música queer hispanohablante. Justamente, su disco - en el que busca reflejar sus experiencias, sentimientos y aprendizajes como una disidente del género- la potenció como un ícono, no solo de la comunidad LGBT, sino también como referente de la noche. Carismática, leal y sincera, en varias ocasiones su vida, marcada por la expresión artística y la militancia, la ha situado en el centro del debate cultural y social sobre identidad y diversidad. En el universo público de la comunidad LGBT, Samantha Hudson es para muchos una referente indiscutida. Su nombre se asocia con provocación, humor y discursos que desafían los moldes tradicionales, pero también con una búsqueda constante de horizontes colectivos. Sin embargo, ella misma pone en cuestión la etiqueta de “ícono”. Para la cantante, el concepto implica una distancia que no coincide con la relación horizontal y de cercanía que busca construir con su público. La artista española destaca la importancia de la horizontalidad y la autenticidad en su relación con el público LGBT (Prensa Samantha Hudson) En tiempos donde el concepto de referente suele confundirse con el de influencer o líder incuestionable, Samantha Hudson propone derribar esas estructuras: aspira a ser un ejemplo de autenticidad y horizontalidad, lejos de la búsqueda del aplauso unidireccional. Su modo de encarar el arte, la lucha LGBT y la vida diaria buscan romper con el molde y abonar a una conversación colectiva. Como si fuera poco, por estos días, Hudson vive la expectativa de su primer viaje internacional fuera de Europa: su desembarco en Latinoamérica. Específicamente en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde participará en el Festival Internacional de Arte Queer y ofrecerá su primer show en el país este viernes. Así las cosas, la joven de 26 años conecta su celular y se dispone a hablar con Infobae sobre este momento sin igual en su vida. - ¿Cómo te sientes cuando te definen como ícono de la música queer? - Yo no voy a contradecir a la multitud porque son muchos más que yo y no quiero que nadie me persiga con antorchas y horcas (risas). Pero no me siento un ícono, yo siento que un ícono tiene un punto jerárquico, al menos bajo el punto de vista pop. Siempre son como figuras muy alejadas y yo espero que nunca nadie me perciba así. Y tampoco siento que la simpatía que despierto sea fruto de un fanatismo. Yo creo que la gente que sigue mi trabajo, que me escucha, lo hace de forma genuina. Y lo hace porque empatiza con lo que estoy diciendo, o porque conecta con sus propias ideas, disfruta de la música y es un acto de honestidad. No tiene nada que ver con un ícono o un ídolo. Para mí es una relación totalmente horizontal. Para mí el público es una figura igual de importante que yo, las bailarinas o el técnico de luces o el de sonido. Y creo que esa relación, horizontal y lateral es el objetivo. Para mí es lo aspiracional. No quisiera nunca estar en un pedestal o que alguien me tomara como una referencia. - Ser un ícono también representaría mucha presión... - Soy una persona muy loca y yo creo que eso la gente lo ha entendido muy bien. Entonces, tampoco siento que me exijan algo que yo no les vaya a dar. El mío no es un público que me encumbre para luego tirarme por el precipicio. O siempre que ha sucedido algo, o han sentido la necesidad de decirme que me equivoqué, lo han hecho de una forma constructiva. Y evidentemente es inevitable. Si estás en la esfera pública, en el ojo mediático, pues te enfrentas a una exposición que a veces puede ser muy dañina. Pero yo estoy profundamente agradecida. Hudson rechaza la etiqueta de 'ícono' y apuesta por una conexión genuina y cercana con sus seguidores (Prensa Samantha Hudson) - Con la cultura de la cancelación es muy fácil que sucedan esas cosas y que hasta mismo parte de tu propio público lo haga... - Sí. Hay que acabar con eso. Yo creo que he participado muchas veces de ese pensamiento tan polarizado, pero me he dado cuenta de que es algo estéril, no va a llevar a ningún lado. Y al final señalar de forma tan rotunda a personas que han podido cometer un error es...no te digo, a un partido político, ¿no?, que es algo sistémico, que hay un patrón detrás. No hablo de señalar comportamientos realmente repudiables, sino de exagerar algo simplemente porque crees que no es la mejor manera de obrar y hacerlo de manera pública con una caza de brujas. - ¿Te acostumbraste a ser un ícono y recibir mensajes de tanto cariño? - Para mí esto es el regalo más hermoso, honestamente. Jamás me voy a acostumbrar. Es muy loco, en realidad como que la gente dedique, pare su vida un momento, unas horas, el tiempo que sea, y venga a ver lo que le ofreces, a escucharte, a disfrutar de tu propuesta artística. Para mí eso es una cosa bastante increíble, en el sentido literal de la palabra, como que no me lo puedo creer. Y espero nunca acostumbrarme también. Supongo que de esa forma me seguirá haciendo la misma ilusión. Nunca quisiera dar por hecho todas las cosas que tengo. Me gusta sentirlas de esta manera, como si siempre fueran las primeras veces. - ¿Cómo crees que se siente la comunidad LGBT en este contexto mundial? No dejan de surgir situaciones de odio. - Creo que nos hemos olvidado del pasado o la mayoría de la gente, al menos, parece no conocerlo y eso siempre nos va a abocar a repetir los mismos errores. El presente resulta muy hostil y el futuro resulta completamente incierto. El problema de la vivienda, que yo creo que es una crisis, al menos aquí en España, muy latente y supongo que a nivel mundial también debe suceder lo mismo. Las economías, la incapacidad de poder construir una vida estable, independiente, emanciparte. Todo resulta tan precario y tan terrorífico que yo creo que ha habido una pérdida masiva del sentido a existir. La sensación que tengo es que la tónica general es de desesperanza. A las personas nos cuesta encontrar una razón para estar vivas, porque como todo da tanto miedo y es tan feo, dices: “¿Qué hago yo aquí, en este mundo tan violento?“. Y es el caldo de cultivo perfecto para las políticas de ultraderecha, porque la gente cuando tiene miedo necesita simplificar su vida. Y claro, es una respuesta muy sencilla de decir: ”La culpa es de las travestis, de las trans, del colectivo LGBT, de las feministas histéricas, de los inmigrantes, de las negras". Porque es una respuesta que no ve la complejidad de todas las estructuras sociales, de todas las estructuras políticas y sobre todo, es una respuesta con un enemigo muy fácil de atacar. El nuevo álbum de Samantha Hudson refleja experiencias personales y colectivas de la disidencia de género en la gran ciudad (Prensa Samantha Hudson) - ¿Te sorprende leer mensajes de odio en redes sociales? - Yo observo el mundo y pienso: “¿Está todo el mundo enajenado?“. Me da la sensación de que como todos los símbolos se han invertido y ahora ser este arquetipo de fascista despreciable que dice auténticas barbaridades sobre colectivos verdaderamente marginales, se ha planteado como algo libertario, como revolucionario. Como si verdaderamente estuvieran haciendo un ejercicio antisistema. Y es completamente al revés. No hay nada más hegemónico que ser una persona misógina, racista, homofóbica. Nada más a favor del establishment que ser justo ese tipo de persona que odia y que lo hace abiertamente con total impunidad. Aquí en España desde luego hay una generación muy jovencita que tiene unos ideales muy retrógrados y muy conservadores. - ¿Cómo se vuelcan todos estos mensajes en tu música? - Mi vida es mi obra y mi obra es mi vida. Para mí son inseparables. Yo empecé a hacer música con quince años y a los quince años también empecé a explorar mi identidad. Entonces, inevitablemente son dos cosas que han estado vinculadas. Mientras crecía mi proyecto profesional, también crecía yo a nivel personal. Siempre hay un poco de mis experiencias vitales en la música. A veces de una forma más explícita, más literal. Hay canciones en las que es evidente la carga política que tienen. Con Música para muñecas, por ejemplo, no es tan aguerrida, no es tan beligerante, pero tiene algo muy poderoso. Es una persona queer hablando de ser queer. Música para muñecas es un diario personal que habla de ser una disidenta de género que persigue sus aspiraciones en una gran ciudad y aborda, desde la ansiedad hasta el síndrome de la impostora, o dinámicas tóxicas para contigo misma. - El disco sirve como un viaje personal también... - Es un álbum muy personal y al mismo tiempo, muy universalizable. Habla de mí, pero también habla de todas mis compañeras travas y de todas las personas queer con las que comparto esa experiencia. Y luego está el público, que para mí es una pieza indispensable. Y ves perfectamente todas esas personitas diminutas, al menos las veo yo así desde el escenario, que se han puesto su outfit exclusivamente para ese evento, que van con toda su energía a sentir, a compartir, a regalar, a absorber lo que les doy yo también. Y eso es hermoso. Es un encuentro masivo de monstruos. La artista aborda en su música temas como la ansiedad, el síndrome de la impostora y las dinámicas tóxicas personales - En el video de “Liturgia” un grupo de monjas quieren sacarte “impurezas”. Hoy en día vemos muchos mensajes relacionados a la religión en la música, como Lux de Rosalía. ¿Qué análisis haces de la fe hoy en día? - Yo he sido una persona muy cristiana a una edad muy temprana. Entre los diez y los trece años creía firmemente en Jesucristo. Y ahora, pues quizás no sea santo de mi devoción (ríe), nunca mejor dicho, pero defiendo la fe, no la institución. Siempre pienso en mi abuela Margarita. A ella le gusta mucho orar y le gusta mucho ir a la iglesia y realmente cree en Jesucristo, en esa fuerza espiritual. Pero ama a su nieta trans y no ha tenido jamás un problema con eso, ni ha pensado que las supuestas enseñanzas de colectivos católicos ultraconservadores tuvieran que ser para ella una especie de guía a la hora de tratar a las personas que la envuelven. A mí esa libertad dentro de la fe me parece fantástica, porque no veo nada malo de que mi abuela crea en los santos y profese su fe de esa manera. Así que quizás entre esos blancos y negros haya un gris divino. - ¿Cómo te sientes antes de tu llegada a Argentina? - Muy ilusionada, la verdad. Y totalmente preparada. Aquí en Madrid hace un frío bárbaro. De repente un parón navideño con un clima cálido me va a venir de maravilla. Y yo naturalmente visto como una fulana, así que perfecto también para los estilismos. - ¿Qué significa para ti esta participación en este festival? - Hombre, desde luego para mí es un hito profesional y personal. Es la primera vez que salgo de Europa también. No solo la primera que visita Argentina. Y hacerlo en el FAQ me produce una ilusión tremenda. Esta semana estoy completamente excitada. Da bastante vértigo, para mí es tan chulo y todos los planes rebosan una cultura tan especial... Me muero de ganas. - El público reaccionó de forma increíble al enterarse de tu llegada - ¡Me muero! Yo no sabía que podía llegar a tener público en Latinoamérica. Este último año me he dado cuenta y cada vez más gente me escribía al mensaje directo de Instagram y la verdad todavía no me lo creo. En mi cabeza sigo siendo aquella chica de Mallorca pequeña que perseguía sus sueños.

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