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  • Verónica Lercari, profesora de gimnasia: “A las señoras grandes nos mandan a la clase suave, y no está bien”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/12/2025 06:36

    Verónica Lercari, profesora de gimnasia y kinesióloga: la mujer madura debe trabajar una mayor cantidad de músculos para mantener la funcionalidad del cuerpo Verónica Lercari asegura que las mujeres maduras deben trabajar un mayor número de músculos que las jóvenes, que tienen un cuerpo naturalmente tonificado. El cerebro tiende a hacer limpieza con las partes de nuestra anatomía que no usamos, advierte. Recuperarlas no es imposible, pero volver a movilizar músculos y articulaciones requiere sobre todo de constancia, dice. De joven, bailó en el Colón, pero desde hace 30 años enseña gimnasia. Por años, difundió su método Verler (acrónimo de su nombre y apellido) en televisión, pero ahora asegura que tiene más llegada por las redes y sus clases online en vivo son seguidas incluso desde otros países, gracias a que, desde la pandemia, se instaló la gimnasia por zoom. Hay videos suyos subidos a internet. Su oferta de rutinas es de lo más variada: aeróbicos sin impacto, gimnasia anti hernia discal, XXL (para personas con sobrepeso), para embarazadas, para flexibilizar, elongar, tonificar, par los dolores causados por el trabajo en la computadora, anti artrosis, o para diferentes partes del cuerpo, etcétera, etcétera. La franja silver es el target ideal pero no exlcusivo de esta gimnasia muy cuidada y también muy femenina. Mujeres y varones no tienen las mismas necesidades en materia de ejercicio físico. “Hay mujeres que se masculinizan por entrenarse con hombres”, dice Lercari. En sus clases, siempre menciona todos los músculos que se movilizan en cada ejercicio, y en ocasiones usa un esqueleto para mostrar lo que está en juego en cada movimiento. “Me formé en kinesiología y fisiatría, porque quería darle al método un contexto científico, trabajar sobre todo con prevención de lesiones”. explica. En esta charla explica cómo moverse y qué hacer a partir de los 60 -“la carrera más linda de la vida, para mí, cuando ya sabés quién sos”-. Con el esqueleto que a veces usa para explicar lo que está en juego en cada movimiento — En una de tus clases, decías que no corresponde mandar a las señoras grandes a la clase suave. ¿Te acordás de eso? — Me acuerdo, siempre lo digo. “A las señoras grandes nos mandan a la clase suave y eso no está bien”. — Me llamó la atención porque uno suele pensar que cuando se es grande, hay cosas que no puede hacer o que la gimnasia debe ser más lenta. Vos decís que no es así. — Lo que pasa es que las personas, después que terminan de crecer, de desarrollarse, digamos, en esa juventud a la cual uno quiere aferrarse, lo que no usamos, las partes del cuerpo que no usamos, el cerebro empieza como a sacárselas de encima. Eso es importante, como la memoria. Por eso uno tiene que trabajar su cabeza, ¿no? — Con los músculos es igual. — Sí. Nosotros tenemos una primera etapa, que es de mucho movimiento ya en sí misma: el niño corre, va, viene, no para, es un cachorro y se va desarrollando con toda esa energía, los músculos van creciendo junto con él. En la etapa universitaria, ya empezás a mermar un poco el movimiento, si bien todavía vas a lo mejor los fines de semana a jugar al fútbol o las chicas van un poco al gimnasio cuando pueden. Después viene la etapa profesional, donde empezás a mermar un poco más todavía. Y luego una etapa en que la mujer quiere revivir, resurgir. Entonces, lo importante es que pueda trabajar la musculatura, haciendo más refinado el trabajo. — ¿De qué manera? — Hay que trabajar una mayor cantidad de músculos. Una chica joven va a un gimnasio a levantar glúteos, a aplanar la panza. Es como que sus expectativas son mucho más pequeñas, porque sus necesidades son otras. Tiene un cuerpo ya de base mucho más tonificado que el de una mujer madura que viene perdiendo masa muscular. Yo siempre decía que a las chicas jovencitas les preocupa levantar los glúteos, achatar la pancita y con eso están felices. Nosotras, empezamos a los cincuenta a preocuparnos, después a los sesenta. Todavía en carrera, en la carrera más linda de la vida, para mí. Cuando ya sabés quién sos. Estás disfrutando un poco más de lo que sos, y querés estar en ruta. Entonces, tenés que trabajar la cara, el cuello, la espalda, la panza, los glúteos, los brazos, los antebrazos, las manos. Veronica Lercari en su gimnasio — Incluso las manos... — Los pies, las piernas, los muslos. Es decir, tenemos que recuperar masa muscular perdida, porque el cuerpo se ocupó de hacerla desaparecer, porque si no tiene que alimentarla… Todo lo que es alimentar algo que no se usa es como tener la ropa tirada en el placard, que no usás... — Un clásico, guardar ropa que no se usa… — ¿Viste? Todos tenemos cosas que no usamos y están tiradas en el placard. Es como si el cerebro hiciera el trabajo de limpieza que nosotros no sabemos hacer, que es sacar y tirar toda esa ropa. Cuando la vamos a buscar no la encontramos, no está más. Entonces, hay que salir a comprar. Por eso tenemos que hacer una gimnasia que sea más fuerte pero no en el sentido de más violenta, porque hay que cuidar las articulaciones, que son las entidades sensibles. Tiene que ser más analítica, más inteligente, más músculo por músculo, donde vamos trabajando toda esa parte envejecida, olvidada, por decirlo de alguna manera. Hay que trabajar más profundo e involucrando más cantidad de entidades musculares que cuando se es joven. — Un montón de músculos, que uno ni sabe que tiene... — Hay varios glúteos, están los pelvitrocantéreos, músculos profundos. Hay que trabajar mucho todos los abdominales, no solamente el recto anterior para marcar, sino también los profundos. Ese es un importante trabajo analítico para que la mujer realmente pueda tener un rejuvenecimiento no artificial. Consejos de la creadora del método Verler — Es muy importante que no sea artificial. — Es a lo que yo apunto. Tratar de llegar lo más lejos posible en la vida posible con un cuerpo vital, que nos pueda servir para hacer todas las actividades de la vida diaria y nos resulte también… que no sea un susto para el espejo, que también es importante. Si bien estamos en una época en la que todos los cuerpos tienen que ser aceptados y yo estoy totalmente de acuerdo con eso, pero hay que trabajar el cuerpo desde la salud. Esto es muy importante. — No te convence mucho lo que se hace en los gimnasios… — A veces los gimnasios son lugares con un poco de violencia física, con un autocastigarse a sí mismo. Se lastiman los cuerpos. Eso es dañino. Yo apunto a tener una masa muscular que sea lo más parecida posible a la de la juventud, una que nos sirvió para poder hacer todas las tareas con esa energía y esa vitalidad, desde que te despertás hasta que te acostás. Cuando eras joven no dormías en toda la noche y al otro día estabas espléndido. — Sí, ahora una noche en vela es impensable. — Yo no llego a dormir y al otro día no sirvo para nada. — Una persona que no ha sido muy deportista a lo largo de su vida, ¿puede a partir de los cincuenta o sesenta recuperar musculatura? — Sí. Se puede, siempre se puede. Por supuesto que sí, porque el músculo es como una mascotita, un cachorrito que está en la calle esperando ser amado, ser rescatado. Uno lo rescata, lo trae y entonces lo pone a trabajar y se van efectivizando los sistemas neuromusculares que son importantes, es decir, la parte mecánica del movimiento, la parte química y la parte eléctrica, el nervio. Cómo hacer las tareas del hogar sin adoptar posiciones dañinas para el cuerpo — ¿Se puede reactivar todo eso? — Sí, esas tres partes, que están como dormidas, se van despertando y se van activando y desarrollando junto con el músculo. Se pueden hacer cambios espectaculares. No hay un límite de edad para lograrlo. Claro que hay que tener paciencia, persistencia, constancia. Ponerse una rutina semanal. Si vas a hacer dos veces por semana, dedicate. Cuando llegue el día, no lo dejes pasar por nada. O tres veces por semana o las veces que uno disponga, pero cumplirlo. — ¿La regularidad sería lo más importante? — La constancia. — Uno de los peligros que suele haber en los gimnasios es el tema del salto, del impacto. — Yo trabajo sin impacto. Porque además de que la musculatura se vea bonita, que el músculo crezca, que sea más grande... Están con el músculo en la cabeza. Pero el músculo mueve articulaciones. Entonces, el impacto va a hacer que esas articulaciones colapsen. Una articulación es el encuentro de dos huesos y en el medio hay líquido para que justamente los huesos no se toquen. Los huesos no deben tocarse. Si yo salto, salto, salto, ese impacto hace que un hueso se vaya aproximando al otro, y puede haber un principio de artrosis. Voy a tener mucho desarrollo muscular pero un camino corto. Muchas estrellas de Hollywood que han hecho esos roles de héroes musculosos, hoy en día están en bastones, sin poder caminar, con problemas de rodilla, de columna, operados de columna, etcétera. Entonces, el impacto para mí es como el enemigo: lo que más cuido es la articulación, porque el músculo se lastima y se repara, pero una articulación se lastima y no es tan reparable. "El impacto es el enemigo", dcie Lercari. Cómo trabajar el músculo sin lesionar la articulación — Encima duele. — Es un dolor punzante, inhabilitante, y para qué arriesgarse a una microlesión. Es decir, uno va construyendo una lesión a través de un movimiento que no es el apropiado. Si yo observo en la naturaleza a los animales que saltan, veo que tienen otra estructura de miembros inferiores, como el canguro o el conejo. Tienen como un zigzag en los miembros posteriores, como el gato del auto. Están preparados para el salto. Nosotros no. — Sobre todo a cierta edad. — Claro, para mujeres de las edades que estamos hablando, no es lo que más aconsejo, porque tienen poca masa muscular y encima saltar… Es un combo peligroso. — Para la articulación, entonces, el golpe no, pero sí el movimiento. ¿La clave sería, sobre todo a partir de cierta edad, no dejar de mover las articulaciones? — No dejar de mover todas las articulaciones. Hay que hacer fuerza, ejercicios para fortalecer y también para elongar. Hay que elongar mucho, porque cada articulación tiene un rango de movilidad estudiado que está dentro de ciertos parámetros. Hay gente que tiene más y gente que tiene menos. Con el tiempo todo vamos teniendo menos. Por eso hay que tener músculos fuertes y lo suficientemente largos para que la articulación pueda abrirse y lograr ese rango de movilidad “normal”. El exceso de movilidad también es una patología. Una silla a modo de barra: junto con pesitas, un palo de escoba, un almohadón, es uno de los pocos accesorios que usa en sus clases — ¿No es bueno que la articulación se abra mucho? — Digamos que las personas que son hiperlaxas muscularmente, que tienen esa movilidad exagerada, como los que se ponen los pies detrás de la cabeza, algunos lo usan como trabajo, pero cuando es una hiperlaxitud, hay que fortalecer mucho la musculatura para que no se luxen las articulaciones, porque se pueden desencajar. — Imagino que tu clientela es mayormente femenina, aunque no proscribís a los varones. Pero en términos de edad, ¿tenés mucha gente grande? — Tengo muchísima gente grande, muchísima de más de ochenta años, que me vienen siguiendo desde hace tiempo. Yo soy tranquila. Mi clase es una clase que parece, cuando vos la ves, una pavada, pero cuando la hacés, se siente un montón, porque no por hacerlo más rápido o más saltado, va a ser más intenso. Yo puedo hacer un ejercicio superintenso sin necesidad de pasar por ese trance. Tengo gente de todas las edades. Tengo gente de mi grupo etario, por así decirlo, y gente mucho más grande que yo. También jóvenes. Tengo muchas jovencitas. Además preparo gente. Hay mucha atracción por mi método, justamente porque le doy un espacio a la gente a la que no le gusta el gimnasio, el tipo de gimnasia de esos lugares. Un grupo que queda fuera del sistema. Gente que si va a danza se siente rara, se dice “no estoy a mi edad para ir a danza”. O hacen yoga y les parece muy aburrido o sienten que les está faltando algo con eso. — ¿Estás también instruyendo en tu método? — Sí, hay chicas muy jovencitas de todo el país que se preparan conmigo, hacemos el instructorado y entonces tienen una posibilidad de usar el método en otras partes. — ¿Funcionaría como una franquicia? — Es una marca registrada. El método Verler. Son instructores autorizados, pueden dar clases, no pueden formar a otros instructores pero sí dar clases. — ¿Se está extendiendo, entonces? — Sí, en el país y también afuera. Tengo alumnas de afuera, todas mujeres, como decías. Yo soy muy femenina, entonces también atraigo por eso. Verónica Lercari: "Le doy un espacio a la gente a la que no le gusta el gimnasio" — Es que hay un tipo específico de gimnasia femenina, no nos va la de los varones pienso yo. — Sí, yo pienso igual. No es lo mismo. Por cómo te movés, me doy cuenta de cómo te entrenás. Hay mujeres que se masculinizan por entrenarse con hombres. No porque dejen de ser femeninas, sino en cuanto al movimiento, la forma de pararse, de andar y demás. Yo, como vengo de la danza clásica, tengo un estilo distinto y además soy naturalmente muy femenina. — Es importante que la gimnasia ponga el acento en las cosas que a las mujeres más nos interesan, la cintura, las caderas... — Es que las necesidades estéticas, si vamos a hablar de estética, son muy distintas que las del hombre. A las mujeres se nos va mucho en los muslitos, en la zona de los glúteos, la grasita se acumula de manera diferente. Necesitamos una línea de trabajo con acento diferente que la del hombre. El hombre requiere sacar mucha espalda, tiene otras necesidades. — ¿Mover la articulación ayuda a mantener el líquido entre los huesos? — El líquido sinovial. Sí, tiene que moverse la articulación. Ayuda a que no se seque, a que no se vuelva tan denso. Al moverse, se calienta, y hace que el líquido sea más laxo. Además la membrana sinovial que es la que genera el líquido, la que envuelve por adentro la articulación, se estimula a generar líquido. La articulación vino a este mundo para moverse, es lo que nos permite aproximar los huesos a donde queremos llegar con las manos, con el cuerpo, con los pies, con la cabeza, con la mandíbula. Todo lo que no movemos, como decía al principio, el cerebro lo va tratando de quitar. Entonces, se va rigidizando, anquilosando. Por eso es importante la movilidad articular. No el golpe, sí la movilidad. — ¿Caminar? ¿Vos caminás? — Yo camino poco pero hago gimnasia todos los días. La exageración también es mala. Tiene que haber un límite. Si un día camino mucho, no hago gimnasia. Trato de no saturar el cuerpo, porque sé que lo voy a pagar a largo plazo. Lercari: "Todo lo que no movemos se va rigidizando" — ¿Cuántas clases hacés por día? — Tres clases por día, mínimo. Todos los días, menos el domingo. Es importante la actividad moderada, no exagerada, sino moderada. Te va a mantener a largo plazo mucho mejor que la exageración. — Además de tu formación como bailarina en el Colón, luego te formaste para esto de la gimnasia. — Yo me formé en kinesiología y fisiatría, justamente porque quería darle al método un contexto científico, trabajar sobre todo con prevención de lesiones y con personas con patologías, poder entender cómo moverlas, hacia dónde ir y hacia dónde no ir, que es muy importante. En el año 2001, cuando se armó la batahola, yo dije “bueno, baja la actividad laboral, es bueno para hacer crecer la actividad cerebral”. Me puse de lleno e hice la carrera en tiempo y forma, con muy buenas calificaciones. Mi tesis se basó en cómo logra una bailarina clásica el gesto del arabesque, que es cuando llevan la pierna hacia atrás y la levantan bien a lo alto. ¿Cómo lo logran? Porque anatómicamente es imposible llevar la pierna hacia atrás a esa altura. El fémur va hacia atrás 15 grados nada más si no muevo la pelvis. Entonces, para que suba más lo hace la columna lumbar. La pobre columna lumbar, imagínate el grado en que se está extendiendo. Los discos sufren a largo plazo ese exceso, porque es un exceso. En todo lo que es deporte y de alto rendimiento, hay excesos, porque lo que importa es el efecto, para lo cual te entrenás. Mi tesis resultó muy interesante y me saqué un 10. El arabesque de la danza clásica y el impacto en la columna lumbar — Pero los bailarines siguen haciéndolo. — Los bailarines siguen haciéndolo y después cuando son ya cincuentones sufren los dolores. Muchos están operados de muchas articulaciones -no vamos a dar nombres-, pero en algún momento esto se paga. Además, empiezan muy jovencitos, entonces el cuerpo se gasta. El tema es lograr una actividad que te prolongue en el tiempo, pero que no te gaste. — Que optimice el uso del cuerpo sin... — Sin gastarlo, porque el cuerpo también se gasta. — Hablando de zona lumbar. Parece que es lo primero que se resiente cuando uno no se mueve… — Exactamente, porque todos los movimientos del cuerpo pasan por la columna lumbar. Vos movés un brazo y ahí es donde se cruzan todas las cadenas musculares de movimiento. Arriba tenés la caja torácica, o sea que la columna tiene las costillas que la protegen. El sacro tiene la pelvis que lo protege. Quedan libres las lumbares y las cervicales. Son las dos zonas vulnerables. Las cervicales se tienen que fumar el peso de la cabeza. Después viene el tórax, que es más rígido. Y luego las lumbares que se tienen que fumar el movimiento de todo el cuerpo, de las miembros inferiores, superiores, tronco y cabeza. Por eso yo todo el tiempo estoy “bajá el sacro, bajá el sacro, pancita adentro, levantá la pelvis”. Dar ese tipo de información es muy importante y de mis alumnas voy conociendo la problemática de cada una. Por eso siempre cuando termino la clase conversamos y me van contando, y si tuvieron algún tipo de dificultad, se aclara en el momento. Es muy importante conocer la problemática de cada alumna para poder desarrollarla en la clase a su favor. Varones y mujeres tienen diferentes necesidades en materia de gimnasia — ¿Sirve la gimnasia facial? — Yo lo que hago es elongación facial, porque los músculos se acortan con el tiempo. Hay gimnasia facial que no sirve para nada. Los músculos de la cara se van acortando y al acortarse la piel empieza a plegarse y hacer esos surcos que ya sabemos. Si ponés un mantel en una mesa, del tamaño justo de la mesa y la mesa se empieza a achicar, el mantel se pliega, va a hacer ondas. Cuando los músculos se achican, hace ondas la piel. Entonces, lo que hago es músculo por músculo. Para eso tenés que tener el conocimiento de cada músculo y lo vas alargando, ayudándote con las manos. Es una técnica analítica de elongación miofascial. Y eso colabora un montón. — ¿La pandemia cambió mucho la forma de dar clases? — La pandemia fue un quiebre. Tuvo su parte positiva, porque mucha gente anquilosada de nuestro grupo etario tuvo que aprender tecnología para poder seguir en ruta, porque te quedabas afuera para todo. Mi secretaria y yo tuvimos que ayudar al comienzo a las chicas a usar la computadora para esto. Después de la pandemia la gente empezó a querer socializar de vuelta. Se reabrieron los lugares, pero mucha gente se quedó en el streaming. Entendió la comodidad de estar en tu casa. Las crisis generan desgracias, pero luego a los resilientes les abre posibilidades. — ¿Tenés alumnos de otros países? Como les pasa, por ejemplo a los profesores de idiomas. — Sí, eso me pasa. Conocer gente de afuera es maravilloso, tenerla ahí en tu casa, que se saludan al final de la clase, gente de México, de España, o gente de habla hispana que viven qué sé yo, en Catar. Qué están lejos pero pueden, a través de la tecnología, estar en una clase mía, en mi salón, es una maravilla. — ¿No hacés más televisión? — No. Hice como treinta años de televisión, pero es un costo muy grande, y la gente... Mi madre, por ejemplo, ya no mira más televisión. La gente entendió la comodidad de estar en su casa y lo virtual también permite conectar con gente en todo el mundo, dice Lercari — Está perdiendo audiencia la televisión. — Sí, entonces, están todos con el Instagram, el TikTok, el Facebook, con las redes sociales. Mis alumnas me encuentran mucho en las redes sociales. — ¿En cuáles estás? — Estoy en Instagram, en TikTok, en YouTube, todo por mi nombre, Verónica Lercari. En Facebook también. Comparando, noto que viene más gente por redes que a través de la televisión. — Muchas rutinas tuyas están subidas a la web y lo distintivo es que hay para todos los gustos. Hay cosas muy específicas, para partes del cuerpo, también para situaciones concretas, sobrepeso, embarazo, problemas de columna, etc. — Hay ejercicios específicos para ciertas patologías y también para la parte estética. Para cualquier persona. Y en YouTube, están todos mis programas de televisión, hay clases enteras de una hora. — Se pone mucho el acento en el tema de que con la edad tenés que trabajar mucho el músculo, incluso con peso. — Sí, yo trabajo primero con la barra, con sillas, y se trabaja con el peso de los miembros inferiores, como los bailarines. Hay varias formas de desarrollar un músculo. No necesito sí o sí ponerle peso a todo. Sí trabajo los brazos con pesas, cada uno con el peso que pueda resistir. Sin forzar, porque después vienen las contracturas cervicales. Yo prefiero tener una masa muscular no sobredimensionada, fuerte para mis actividades de la vida diaria, pero evitando vivir con dolores de contracturas o tener problemas articulares. — En definitiva, ¿qué le recomendarías a una señora de 55, 60 ó más, que siente que su cuerpo está abandonado y lo quiere recuperar? — Le recomendaría una clase pausada. Yo por ejemplo no uso música, porque el ritmo lo pongo acorde a quienes están presentes. Si me acelero, la persona va a estar corriendo como un conejo atrás mío y no va a colocar el cuerpo debidamente. Una clase tranquila, pausada, pero no porque me detenga, sino que el movimiento sea más lento. Subo y bajo la pierna más lento que rápido. Y sencilla, no complicarse con coreografías y cosas complejas. Le diría también que puede salir a caminar, sin exagerar. Cuando se sienta cansada, que pare. No exigirse caminar sobre el dolor. — No quedarse sin aliento. — No, hay que aprender a caminar hasta donde yo siento que me cansé. Es importante, si van a hacer aeróbico, que no les falte el aire. Cuando te falta el aire, ya dejó de ser aeróbico. Significa que el sistema está preocupándose por otros órganos vitales y no por los músculos. La cantidad de oxígeno que está entrando, no alcanza para abastecer todo lo que estás en ese momento poniendo en marcha. Entonces, le diría eso: una clase de gimnasia para trabajar la fuerza, la movilidad, que puede elongar y después que haga caminatas moviendo los brazos, moviendo todo el cuerpito, algo sencillo, que salga al aire libre, y que vaya teniendo siempre ese control de que la velocidad que genera no le haga faltar el aire. — ¿Tu mamá hace gimnasia con vos o...? — Mi mamá detesta la gimnasia (ríe). FOTOS: Maximiliano Luna y Verler

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