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  • El gobierno porteño impulsa a nivel nacional la “protección digital” de los chicos en las redes

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 11/12/2025 16:53

    El emprendedor y programador Santiago Siri, el ministro Gabriel Mraida (Desarrollo Humano y Hábitat) y la ministra Mercedes Miguel (Educación), en el Encuentro por la Protección Digital Infantil organizado por la cartera educativa porteña. En medio del avance de los casos de grooming, autolesiones, suicidios y consumo problemático de pantallas en niños y adolescentes, el gobierno porteño apunta a convertirse en un referente nacional de las políticas de protección digital infantil. No se trata solo de regular plataformas o bloquear aplicaciones puntuales –como lo hizo en noviembre con Roblox–. El Ministerio de Educación, encabezado por Mercedes Miguel, aspira a algo más ambicioso: delinear estándares comunes, exigir mayor transparencia a las empresas tecnológicas y construir un modelo de gobernanza capaz de proteger a los chicos en las redes desde los 45 días hasta los 18 años. El objetivo oficial, según informó el propio ministerio, es “producir lineamientos estratégicos, generar consensos técnicos y sentar las bases de un modelo de protección digital infantil para Argentina y Latinoamérica”. Con ese foco, las autoridades organizaron este miércoles un Encuentro por la Protección Digital Infantil en la sede del Ministerio. Allí participaron más de veinte referentes de distintos sectores: tecnología, política, investigación académica y sociedad civil. La ministra Mercedes Miguel abrió la jornada con una definición contundente: “Estamos ante una pileta que no tiene bordes. Y como Estado nos corresponde poner esos bordes para cuidar a los chicos”. El año pasado, el gobierno porteño puso el tema en agenda, primero al bloquear los sitios de apuestas en la red de internet de las escuelas públicas y luego al regular el uso de celulares en los colegios. Miguel contó que fueron las supervisoras de nivel inicial quienes le acercaron las primeras alarmas sobre el tema: “Estaban preocupadas porque hay chicos que están llegando a sala de 4 sin desarrollo de la oralidad: no saben hablar. Todo empieza en la lactancia, cuando la mamá mira el celular en vez de mirar al bebé”. En las edades posteriores, los signos de alerta tienen que ver con la salud mental: “Tenemos relevado un aumento de autolesiones, ideación suicida y suicidios. Hay abusos de las plataformas que están dañando a los chicos”. La ministra adelantó que la semana próxima llevará el tema al Consejo Federal de Educación –el organismo que reúne a los ministros de todo el país– y planteó la necesidad de “exigir la transparencia de los algoritmos y reclamar a las empresas los estándares que ya tienen en Europa”. Las pantallas y el malestar Si bien hay diversidad de posiciones sobre cómo abordar el tema, los especialistas coinciden en la preocupación porque los chicos pasan cada vez más tiempo en entornos digitales diseñados para captar su atención, sin mediación adulta y sin estándares de seguridad. La Argentina, como la mayoría de los países de la región, no tiene las regulaciones que ya existen en Europa: el tema ni siquiera está en agenda. Santiago Siri, Gabriel Mraida, Mercedes Miguel y Fabricio Ballarini en el Encuentro por la Protección Digital Infantil organizado este miércoles en el Ministerio de Educación de CABA. El biólogo e investigador del Conicet Fabricio Ballarini describió, a partir de sus investigaciones: “El 40% de los adolescentes presenta indicadores de adicción al celular. A partir de los 11 o 12 años, el uso se incrementa progresivamente. En esos casos, las variables de salud mental y las cognitivas empeoran: imaginación, memoria, creatividad. Es el mismo circuito de recompensa de cualquier adicción”, señaló. Ya para los 16 años, dijo, “el tiempo de uso supera las seis horas diarias”, y en algunos casos llega a 16. Además, advirtió que “todas las variables muestran un impacto mayor en las mujeres”. Ballarini subrayó que ya prácticamente no existe un punto de comparación: “No tenemos grupo de control. No hay chicos que no usen celular”. En su opinión, prohibir no resuelve el problema, pero sí es fundamental “postergar” la exposición a riesgos en edades tempranas. También enfatizó que la actividad física –el deporte y el juego al aire libre– aparece como una de las herramientas más potentes: “Puede ser la kryptonita de esto”. Si bien no es posible establecer relaciones de causalidad, “la correlación entre las pantallas y el malestar es bastante clara”, señaló Santiago Stura, de Faro Digital. La investigadora Lucía Fainboim, consultora en ciudadanía, bienestar y crianza digital, cuestionó la arquitectura actual de las plataformas: “Están diseñadas para el exceso. No usarlas en exceso es una anomalía”, afirmó. Y advirtió: “La infancia está siendo disputada por estas plataformas. Tenemos chicos que usan la tecnología no como entretenimiento, sino como evasión”. Fainboim subrayó que hay que volver a poner en el centro el derecho al juego: “Las plataformas gamificadas no dan a los chicos lo que da el juego real: autonomía, tolerancia a la frustración, aburrimiento creativo”. Y, desde una mirada optimista hacia el futuro, consideró: “Así como hoy nos llama la atención ver cómo antes se fumaba en todas partes, creo que en unos años nos va a parecer un espanto ver a un bebé con un celular”. Para ella, la clave está en fortalecer la vida emocional de los chicos fuera de la pantalla: “La mejor preparación para la tecnología es un mundo interior robusto. La anhedonia –esa situación en la que los chicos sienten que nada los motiva– tiene mucho que ver con la pobreza simbólica de la infancia”. Un statu quo “inaceptable” Cora Steinberg, especialista de Unicef Argentina, aportó varios datos a partir de una encuesta a chicos de 9 a 17 años. El primero muestra la dimensión del desafío: el 95% de los chicos tiene celular con internet. Según lo que ellos mismos cuentan, 1 de cada 3 se encontró con personas que conoció online, y dentro de ese grupo, 1 de cada 3 con un adulto. Según una encuesta de Unicef Argentina, 1 de cada 3 chicos de 9 a 17 años se encontró con personas que conoció online, y dentro de ese grupo, 1 de cada 3 con un adulto. Varios especialistas resaltaron la necesidad de sumar al debate las voces de los chicos. Según lo que ellos expresaron en la encuesta de Unicef, el 27% accedió a contenidos sobre cómo quitarse la vida, y el 31% a contenidos sobre autolesiones. Además, “1 de cada 2 chicos reconoce que tiene un uso problemático de la tecnología”, advirtió Steinberg. Pero señaló que, cuando hay mediación parental activa, la probabilidad de involucrarse en riesgos “disminuye un 40%”. “El statu quo es inaceptable. Necesitamos medidas. La prohibición no suele funcionar, pero sí es necesario regular y poner límites”, definió Steinberg. Varios referentes, como Marcela Czarnky de Chicos.net y Corina Rogovsky del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT) de Flacso, también resaltaron la necesidad que las empresas participen de estas discusiones. Algunos expertos resaltaron la necesidad de contar con investigaciones y evidencia local, en un contexto de desfinanciamiento del sistema científico. “Es fundamental la inversión en ciencia para conocer nuestra realidad. Tenemos los datos de Jonathan Haidt (autor del influyente libro La generación ansiosa) para Estados Unidos, pero necesitamos más investigación nacional”, señaló Carolina Duek, investigadora del Conicet. Duek mencionó la situación de los niños y adolescentes de sectores vulnerables que solo tienen acceso a internet en la escuela, pero también reconoció: “Los chicos nos están pidiendo espacios sin tecnología. La escuela puede ser un refugio ante los estímulos de la conectividad”. El emprendedor y programador Santiago Siri, especialista en IA, comparó la situación actual con los debates higienistas del siglo XIX: “Protección sí, prohibición no. Tenemos un desafío similar al de enseñar hábitos de higiene hace más de un siglo. El cuidado termina recayendo en el usuario, pero los chicos necesitan acompañamiento adulto”. Siri defendió la necesidad de “hilar fino” en el debate público: “Dentro de la pantalla hay cosas buenas y malas. Roblox, por ejemplo, puede ser un dispositivo educativo”. No todos los especialistas coincidieron con esa opinión. Mariana Ferrarelli, investigadora y profesora de la Universidad de San Andrés, se preguntó: “¿Es posible hacer un uso educativo y ético de plataformas que no fueron pensadas con un criterio educativo y ético?”. Ferrarelli planteó que la cuestión de la protección digital no puede abordarse de manera individual o delegando la responsabilidad en el usuario, y señaló la necesidad de “fortalecer el poder de negociación de los Estados”. La ausencia de los adultos A lo largo del encuentro, especialistas de Chicos.net, Faro Digital, Flacso, Unicef, Centro Ana Frank, Amnistía Internacional, Fundación Potenciar, universidades, ONG, poder legislativo y organismos estatales coincidieron en que la ausencia del mundo adulto en el territorio digital amplifica la vulnerabilidad de los chicos. También destacaron la necesidad de fortalecer la formación docente en salud mental, promover acuerdos de uso entre las familias y demandar respuestas a las plataformas. En 2024 el gobierno porteño reguló el uso de celulares en las escuelas. Ahora buscan ampliar la discusión sobre la protección digital infantil y llevarla a escala nacional y regional. Desde el Ministerio de Educación enfatizaron que la CABA ya cuenta con un “ecosistema maduro” en ciudadanía digital: protocolos, filtros, guías de IA, facilitadores pedagógicos, regulación del uso del celular y un sistema de alertas tempranas. Ahora buscan dar un salto hacia “una política integral de protección digital infantil de alcance local y nacional” basado en tres principios rectores: los derechos de niños y adolescentes, la responsabilidad compartida entre Estado, familias, escuelas, empresas y sociedad civil, y la prevención y gestión de riesgos a partir de la definición de estándares mínimos y verificables. El objetivo final es construir un modelo “pionero y escalable a nivel nacional”, con alianzas internacionales y estándares inspirados en el Digital Services Act europeo y el Online Safety Act británico, entre otros marcos normativos. La cartera educativa parte de un principio básico: “La seguridad digital infantil no puede quedar librada a la autorregulación de las plataformas”.

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