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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 11/12/2025 04:49
Muchas enfermedades y la pérdida de funcionalidad asociadas a la edad pueden prevenirse, según Arponen, con hábitos modificables y atención temprana En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, la médica e investigadora Sari Arponen reflexionó sobre cómo la longevidad no se trata solo de vivir más años, sino de vivirlos con calidad. Señaló que hoy muchas personas superan los 80 años, pero pasan décadas con poca funcionalidad, medicadas o con enfermedades que podrían evitarse. Insistió en que gran parte de lo que asociamos a “la edad” es modificable, desde la salud oral hasta una alimentación que priorice comida real por encima de ultraprocesados. Además, habló del rol del propósito como motor del autocuidado y remarcó que sin un para qué claro, es más difícil sostener hábitos saludables en un mundo que empuja al cansancio, al consumo y a la hiperconexión. También derribó mitos sobre el gluten y los “superalimentos”, y sostuvo que lo importante no es la perfección, sino lo que hacemos el 80% del tiempo. El episodio completo se puede escuchar en Spotify y YouTube. Sari es una médica, Doctora en Ciencias Biomédicas, especializada en Medicina Interna con formación complementaria en enfermedades infecciosas, psiconeuroinmunología clínica y nutrición genómica, quien tras dos décadas de ejercicio clínico en España se dedica actualmente a la docencia y divulgación científica enfocada en la microbiota, la inmunidad, la nutrición y el estilo de vida. Cofundadora de Slow Medicine Institute, dirigida a difundir una visión holística de la salud, es autora de exitosos libros como ¡Es la microbiota, idiota!, El sistema inmunitario por fin sale del armario y ¿Envejeces o rejuveneces?, entre otros, con los que busca trasladar al público general conocimientos complejos sobre el cuerpo, la microbiota y el sistema inmune de forma accesible. La alimentación basada en comida real y limitar los ultraprocesados es clave para prevenir alteraciones metabólicas, sostiene la experta en microbiota (Imagen Ilustrativa Infobae) —Sos experta en microbiota y alimentación. Me encantaría que empecemos por el porqué del título de tu libro, Envejeces o rejuveneces, y que nos cuentes por qué lo escribiste. —El tema de la longevidad hoy en día es uno de los grandes temas, ¿verdad? Se publican muchísimos libros sobre el tema. Tenemos a la gran biohacker Ryan Johnson, que también habla sobre ello y al final a todos nos llega en algún momento pues ir cumpliendo años y la muerte también, que se acerca de manera inevitable cada día que pasa. Eso es una visión un poco catastrofista, Entonces, de lo que se trata es de centrarnos en vivir una vida plena y hacerlo con la mejor salud posible, sobre todo para tener una buena función y disfrutar todos los años que, que vivamos. Este famoso dicho de hay que darle vida a los años y no años a la vida. —¿Crees que nos estamos enfermando antes de tiempo? —En realidad, es obvio que ahora se vive más tiempo de media que antes en la mayoría de los países del mundo- En el mundo occidentalizado, en el mundo industrializado. Por ejemplo, en España, se sobrepasa en esperanza de vida los 80 años bastante bien. Pero es verdad que mucha gente tiene poca calidad de vida, que los últimos no solo años, sino décadas de la vida, hay disfunción, hay incapacidad. Mucha gente toma muchas pastillas, tienen enfermedades. Hay personas que dicen: “Es que es la edad” y esto no es así, porque mucho de lo que vamos pasando a lo largo de los años está en nuestra mano. Entonces verdaderamente podríamos llegar bastante mejor de lo que llegan la mayoría de las personas a esos años avanzados. El consumo frecuente de ultraprocesados genera adicción, dificulta la saciedad y desplaza alimentos densos en nutrientes, afectando salud metabólica y mental —Hay algo que me sorprendió de lo que difundís sobre la cantidad de cosas que están conectadas y no sabemos de su impacto, por ejemplo, que la salud oral tiene consecuencias en nuestro intestino. —Sí, soy particularmente pesada con esto de la salud oral porque pienso que aunque se están haciendo avances en la divulgación sobre la importancia de la salud oral, la microbiota oral. Todavía no es lo suficiente, porque se habla mucho del intestino y eso es fantástico. Hay que hablar del intestino y de la alimentación. Pero lo cierto es que cómo está la microbiota oral va a impactar mucho sobre la salud del intestino y sobre el resto del organismo. Porque si hay una microbiota, si hay unos microorganismos en la boca que son patógenos, porque hay una gingivitis o hay una enfermedad periodontal, un problema con las encías, eso puede producir esa inflamación crónica y puede producir las alteraciones también de la microbiota intestinal. Y entonces, de allí pueden venir muchos problemas, tanto de salud cardiovascular como los infartos, la resistencia a la insulina y la diabetes, la obesidad también están relacionados, muchos tipos de cáncer, enfermedades neurodegenerativas. Te sonará quizás alguna vez cuando sale alguna noticia en la prensa que dicen: el Alzheimer tiene que ver con una bacteria de la boca. Y es que es cierto. Y como hay gente todavía que tiene incluso miedo de ir al dentista y quizás se olvidan de cuidarse la boca de manera adecuada, me parece muy importante transmitir este mensaje, porque hay que prestarle mucha atención a la boca. Una microbiota oral alterada puede producir inflamación crónica, incrementa riesgos de enfermedades cardiovasculares, diabetes y problemas neurodegenerativos (Imagen Ilustrativa Infobae) —Si te parece nos metemos en el tema alimentación. Entiendo que toda la base es no comer comida ultraprocesada y con eso deberíamos estar bien. ¿Cuál sería la consecuencia de comer ultraprocesados? —Muchas veces el debate incluso se centra en qué es exactamente un ultraprocesado, porque hay algunas clasificaciones y a veces eso mismo distrae el debate sobre cuál es la esencia de verdad, que es comer más saludable. Un ultraprocesado sería todo aquello, así de manera muy práctica, que tiene muchos ingredientes, un envoltorio con muchos colores, que esos ingredientes muchas veces no tienen nada que ver con cosas que nos comeríamos, es decir, van a tener azúcar en formato libre, jarabe de fructosa, jarabe de maíz alto en fructosa, maltodextrina, muchos aditivos, endulzantes, emulsionantes y otro tipo de sustancia. Esto sería en contrapartida a comer la fruta, la verdura, la carne, pescado, los huevos, los lácteos, frutos secos, etcétera. Entonces, ¿qué sucede con los ultraprocesados? Que tienen normalmente grandes cantidades de azúcares en diferentes formatos, aceites industriales hidrogenados, aceites vegetales de mala calidad y luego una serie de aditivos que no es que nos maten, pero que pueden, por ejemplo, producir alteraciones en la microbiota o alteraciones incluso en nuestra función celular. Además, los ultraprocesados a menudo tienen la característica de que, son lo que se llama hiperpalatables. Es decir, te lo comes y dices: “¡Qué bueno está! ¡Cómo me sabe!” Y luego es muy difícil parar de comerlos porque además tampoco generan una sensación de saciedad, no tienen mucha fibra y no tienen realmente tampoco micronutrientes. Entonces se come mucha cantidad y se desplazan alimentos que tengan una densidad nutricional adecuada. ¿Qué genera esto? Alteraciones en la microbiota, inflamación crónica de bajo grado, resistencia a la insulina, neuroinflamación y toda una serie de fenómenos que hace que no tengamos suficiente salud, además de incluso provocar esos problemas de no poder parar de comerlos. Es verdad que si un día te comes, pues un bollo industrial y eso te provoca sensación de culpabilidad, búsqueda de conductas de compensación, un malestar psicológico extremo, pues estás teniendo un problema. Pero si también necesitas comerlos a todas horas y consideras que para disfrutar de la vida necesitas comer estos productos, también tienes un problema. Aquí la cuestión es que vivimos en una sociedad donde nuestra conducta de alimentación, lo que comemos, se ve muy influenciado por factores externos comerciales, por neuromarketing, incluso. Nos quieren vender esos productos no porque sean saludables para nosotros, sino porque esas empresas obviamente quieren un beneficio económico. En general, lo que se quiere es producir un producto que sea barato de producir y que consiga unos beneficios económicos adecuados y ahí la salud individual de las personas. Luego lo hacen el washing este que pone en un anuncio del ultraprocesado ¿verdad? Debajo en letra pequeña dice practica un estilo de vida saludable y camina todos los días 30 minutos como si eso fuera a compensar el daño que hacen los ultraprocesados. Entonces yo en esto es verdad que tengo un mensaje un poco “radical”, en el sentido de que ya la gente los va a consumir, yo prefiero decir no los consumas porque lo van a consumir de todas formas. Ahora, que un día te tomas algo, pues no te sientas culpable. Ya está, ya pasó. Lo que importa es lo que haces el ochenta o noventa por ciento del tiempo, no una cosa puntual. Comer un poco de menos resulta preferible para la mayoría de los adultos, favorece el equilibrio de la microbiota y la salud metabólica —Otra de las cosas en las que hacés mucho hincapié es en la importancia de crear músculo a medida en que van pasando los años. ¿Qué importancia tiene esto en la longevida? —Cuando hablo de tener músculo a lo que a la gente se le viene a la cabeza un culturista tipo Schwarzenegger. No estoy hablando de eso, estoy hablando de tener una masa muscular suficiente como para llevar a cabo las funciones de un ser humano saludable y que ese músculo además funcione bien. Es decir, tener por ejemplo mucha masa muscular, porque eso puedes llegar a hacerlo con máquinas en el gimnasio, pero luego no ser capaz de moverse y hacer cosas como flexiones o dominadas, o sentadillas pesadas, o correr, o tocarte los pies cuando te agachas. Este tipo de cosas, no sirve de nada la masa muscular si no se acompaña de la función. Pero lo que sabemos es que tanto por un lado, la capacidad aeróbica, la capacidad de resistencia con el consumo de oxígeno, que el volumen de oxígeno que movemos cuando corremos, por ejemplo. La fuerza de agarre también y luego la potencia, que es la capacidad, por ejemplo, de dar un, dar un salto rápido y potente. Todo eso son cuanto mejor los tengamos, son protectores de la salud y protectores también para tener una longevidad adecuada. Hay un artículo científico donde llaman el ejercicio físico la verdadera polipíldora de la medicina moderna, porque se pone en marcha la fabricación de múltiples sustancias, de miles de sustancias que son buenas para nuestra salud, para el sistema inmunitario, para la microbiota, para el cerebro. Por ejemplo, tener una buena salud muscular nos permite fabricar una sustancia que se llama BDNF, el factor neurotrófico, es decir, que estimula el crecimiento de las neuronas derivado del cerebro y el ejercicio físico y la buena función muscular ayuda a que el cerebro esté más sano. Y mucha gente, por ejemplo, cuando se pone a estudiar un examen o unas oposiciones, está ahí horas y horas sentado estudiando, cuando le vendría mucho mejor para la memoria y para el aprendizaje moverse de vez en cuando. Entonces, pensar en que el ejercicio y el movimiento es algo solo para la estética o para el músculo, pues es también un error conceptual. Hay que pensar que es más para, para nuestra salud global, cardiovascular, desde luego, de sistema inmunitario, cerebral, hormonal para las mujeres. En la perimenopausia en particular también es superimportante. Con lo cual habría que ampliar la mirada, no pensar en la estética tanto, porque la estética cada vez es de una manera, la ideal, digo, sino pensar en salud. Este filósofo coreano que ha ganado el Premio Princesa de Asturias, Byung-Chul Han, habla de la sociedad del cansancio y de la hiperproductividad y de la autoexplotación. Es verdad que vivimos en un mundo donde se nos induce al más: a consumir más, a rendir más, a producir más, a estar más conectados. Y esta división que había antes de las 24 horas del día, que supuestamente eran ocho horas para dormir, ocho horas para trabajar y las otras ocho horas para todo lo demás, parece que ya no se cumplen y entonces parece que nos falta tiempo para el cuidado, que nos falta tiempo incluso de sentarnos con nosotros mismos un ratito para ver realmente cuál es ese propósito, para qué estamos aquí y qué queremos hacer con nuestra vida. Hay gente que es incapaz de estar cinco minutos en silencio consigo mismo sin sacar el móvil porque se encuentran con que quizás su vida no está tan llena de cosas superfluas, que en realidad están intentando llenar un vacío que nunca van a llenar y no tienen un propósito. Le preguntas a la gente: “¿Cuál es tu propósito vital?” Y muchas veces ni saben cuál es o no saben ni qué es el propósito. Entonces es verdad que sin un propósito claro de para qué estamos aquí, pues también es difícil encontrar el para qué cuidarte. Consumir ultraprocesados con frecuencia puede provocar inflamación de bajo grado, alteraciones metabólicas y dificultades para alcanzar la saciedad adecuada (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿Cómo fuiste descubriendo tu propósito? —El propósito está bien separarlo quizás de la búsqueda del sentido de la vida. Al final, el propósito es el para qué estamos aquí, en el mundo, en la Tierra. Y tiene mucho que ver con cómo vivimos para con los demás, sobre todo, ¿verdad? Somos un ser social, en una buena vida, en el estudio Harvard, que lleva más de 80 años, nos explican que para tener una buena vida, al final necesitamos tener conexiones significativas con las otras personas de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, incluso con el desconocido con el que te subes en un taxi. Y el para qué al final tiene mucho que ver con eso. Para qué estamos aquí, para servir a otros, para ayudar a otros o hacer del mundo un lugar mejor, ¿verdad? Y yo diría que sí, que voy transitando un poco en ese sentido de encontrar y de cumplir el propósito de a poco. Otra cosa sería el sentido de la vida, ¿verdad? Que es una cuestión más existencial, filosófica, incluso de por qué, por qué estamos aquí los seres humanos y cada ser humano en particular, en este universo tan inmenso de galaxias infinitas, estrellas infinitas y luego de vidas humanas, que siempre las vivimos desde el yo. Y parece que yo soy lo importante, cuando si lo miras desde fuera dices: “Bueno, pues al final cada vida humana es muy cortita”. Si la miras desde lejos o ya sea del tiempo o del espacio, pues probablemente no tiene mucho sentido quizás cada vida de una forma separada, salvo el sentido que tú quieras darle. Y esto ya es una cuestión más filosófica y más espiritual, incluso. Y esa falta de sentido que no se encuentra también hace que la gente pueda llegar a enfermar. La falta de propósito por un lado y la falta de sentido. —¿Cómo conectarías una enfermedad con la falta de propósito? —Si no hay un propósito claro de qué hacer con tu vida, de para qué estar bien, para qué levantarte cada día... Todo cuesta también más esfuerzo, más trabajo. No termina de haber un sentido tampoco para el autocuidado. Si el autocuidado viene más desde esa búsqueda de la estética o desde ese castigo: “Pues ahora tengo que comer sano porque tengo que perder no sé cuánto peso” o “ahora tengo que hacer ejercicio porque antes comí en no sé qué”. Al final lo estás haciendo desde el miedo a coger peso, a no tener un cuerpo normativo y no desde el amor a tener un cuerpo sano. ¿Para qué quieres un cuerpo sano si no tienes un propósito? Pues quizá esa falta de propósito haga que no tengas ese aliciente o esa motivación para cuidarte. Porque claro, hoy en día cuidarse de verdad en la sociedad en la que vivimos requiere esfuerzo y es mucho más fácil no cuidarse, no moverse, comer mal. Tenemos que esforzarnos para cuidarnos. Entonces, si no tienes un motivo para estar bien, pues todo va a costar más trabajo. Pero es mi opinión, se puede no estar de acuerdo. La microbiota humana colabora en la digestión, sintetiza vitaminas, modula el sistema inmune y protege frente a infecciones (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿Cuáles son para vos los que se denominan superfoods o superalimentos? Los arándanos imagino que pueden estar en la lista… —Sí, el arándano vendría a ser uno de estos, el aceite de oliva es el superalimento por excelencia, al igual que lo pueden ser, por ejemplo, los cítricos o la manzana también. Las setas son un superalimento universal que se pueden encontrar en muchos sitios. Tienen un montón de beneficios para la microbiota, el sistema inmunitario, para el cerebro, etcétera. Muchas verduras, hortalizas, los frutos secos son superalimentos, pero también lo son los moluscos, los crustáceos, el pescado porque tienen grandes cantidades, por ejemplo, de ácidos grasos que son importantes para el cerebro. Al igual que el huevo. Para mí el huevo es un superalimento. La verdad es que se ha demonizado mucho al huevo, de una forma bastante injusta, cuando realmente demonizar cualquier alimento bien cocinado, pues es bastante absurdo. Todos los alimentos, alimentos reales, pueden ser humanos y saludables si se come a todas horas ese alimento en particular en enormes cantidades. Pero yo creo que nadie se va a comer dos kilos de arándanos al día. Pero en general, los alimentos humanos, incluso cereales, en su justa medida, bien cocinados, en una persona sana...De vez en cuando, en un contexto de movimiento y de salud global, pues ¿por qué no? Salvo que el gluten sea tu criptonita, como me pasa a mí, por ejemplo. Entonces, muchas veces en esto de la alimentación hay mucha polarización y se olvida también la individualización. La dieta pesco-mediterránea aporta verduras, frutas, frutos secos, pescado y aceite de oliva, nutrientes esenciales para el cerebro y la inmunidad (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿El gluten crees que solamente lo deberíamos evitar si somos celíacos o que también tendría beneficios evitarlo aunque no tengamos celiaquía? Porque ahora hay una tendencia fuerte de gluten free. —Obviamente las personas celíacas no deben consumir gluten. ¿Qué sucede? Que muchas personas son celíacas y no lo saben. Entre el 70 y 90 por ciento de las personas celíacas no lo saben que lo son. Luego están las personas sensibles al gluten o celíacas, se estima entre un 6 y 10 por ciento de la población que tampoco lo sabe. Todos ellos deberían evitarlo. Y luego las enfermedades autoinmunes en general, hay que buscar la celiaquía, incluso aunque no la haya, puede ser beneficioso evitar el gluten. Dicho esto, el gluten no es necesario. El trigo no es necesario en la alimentación porque lo que es la dieta pesco-mediterránea con su verdura, su hortaliza, frutos secos, legumbres, carne, pescado, huevos, etcétera, aceite de oliva, es suficiente. ¿Esto quiere decir que el gluten va a ser dañino, como dices, para todo el mundo? A ver, si una persona está absolutamente sana y consume de vez en cuando un trigo, vamos a decir de buena calidad, en un pan de masa madre bien elaborado, no tendría por qué darle un problema a esa persona. No tendría por qué dárselo. Por ejemplo, la masa madre es ese pan, esa masa que está fermentada. Y cuando se fermenta adecuadamente, ya el trigo está parcialmente predigerido. Entonces, ¿todo el mundo tiene que evitar el gluten siempre? No se puede afirmar eso. ¿El trigo es interesante consumirlo en las cantidades que se consume? Pues para mucha gente no. ¿Mucha gente mejora cuando deja de consumir gluten? Si lo hace bien, sí, pero un ultraprocesado sin gluten no es saludable, aunque no tenga gluten. Yo sé que estoy matizando mucho, porque este tema genera también mucha controversia y están los que dicen: “Si no eres celíaco, puedes comer todo el gluten que quieras”: Y hay otros que dicen: “No, el gluten nos va a matar a todos los humanos”. No es así. Habría que ver a la persona individual también. Entre el setenta y noventa por ciento de las personas celíacas desconocen su condición y el gluten puede afectar la salud sin diagnóstico evidente (Imagen Ilustrativa Infobae) —¿Qué otras cosas te parecen menos obvias o cuáles son los errores más frecuentes que ves en las conductas alimentarias? —Yo no sé si ya la gente lo sabe o no, porque es verdad que sigue generando debate y es el tema de la frecuencia de ingestas y el tiempo del descanso nocturno de la alimentación. Yo tengo muy asumido que todo el mundo debería saber que el ayuno nocturno mínimo fisiológico de personas adultas en general es de mínimo 13 horas y que extender ese ayuno más allá de las 13 horas en muchos contextos puede ser beneficioso. Y que las personas adultas, salvo algunas excepciones, en general, no necesitamos comer más de dos o tres veces al día. Y para mí es que esto es como tan claro que pienso que todo el mundo ya lo sabe, pero luego veo muchas críticas cuando se habla del ayuno nocturno largo o cuando se dice que no hay que estar comiendo a todas horas, que digo, bueno, pues a lo mejor todavía hay un alto porcentaje de la población que no lo sabe. El estar comiendo cinco veces, seis veces al día, por un lado, hace que el intestino no puede llevar a cabo bien todos los procesos de limpieza de los complejos moto-migratorios. Eso favorece alteraciones en la microbiota. Cada vez que comemos se produce una pequeña inflamación y se puede llegar a producir con mayor facilidad, por esos picos repetidos de aumento de la insulina, a una resistencia a la insulina. No en todo el mundo, pero es verdad que puede ser. Y luego estar comiendo a todas horas en muchas personas hace que sea relativamente más fácil acabar comiendo de más. Y si vemos para la salud que es mejor, si es comer un poquito de más o comer un poquito de menos, de manera general, a la inmensa mayoría de las personas adultas nos viene mejor comer un poquito de menos que un poquito de más. Lo que pasa es que es difícil encontrar ese equilibrio, porque tenemos muchas veces muy dañadas las señales del hambre y la saciedad, ¿verdad? Y el apetito. Pero, no sé, esto todavía genera como mucho hate. Cuando dices estas cosas. Y yo vengo de ahí, o sea, hasta el 2007, 2008, comía cinco o seis veces al día y también tenía hambre a todas horas. Y ahora que como normalmente dos veces al día, y a veces una incluso, pero normalmente dos, es lo que me viene mejor, pues es mucho más fácil no pasarte comiendo, porque claro, la comida está rica, todo nos cuesta comer, es placentero, al cerebro le gusta. Entonces, si comes más veces, es más fácil pasarte. Una mala alimentación, el sedentarismo, el estrés crónico y el abuso de fármacos dañan la microbiota y generan problemas de salud integrales (Imagen Ilustrativa Infobae) —Dedicaste dos libros tuyos a la microbiota. ¿Cuál es su importancia en nuestro cuerpo? —La microbiota pensemos que son millones de genes, de microorganismos que tenemos en el cuerpo, que llevan a cabo funciones que nuestra propia célula no hace o que sí hacen, pero que echan una mano a la microbiota. Desde ayudarnos a hacer la digestión, por ejemplo, la gran parte de la fibra soluble y fermentable, es para nuestra microbiota alimento y luego de allí se fabrican sustancias interesantes como el famoso butirato, para los ácidos grasos de cadena corta. Fabrica vitaminas y otras sustancias que también son interesantes para nuestra salud. Es un modulador de nuestro sistema inmunitario. Fabrica sustancias que van a modular el funcionamiento del nervio vago o del cerebro. También es importante para protegernos de los microorganismos patógenos, de los microorganismos que nos puedan producir infecciones. Minerales no fabrica la microbiota, pero sí la microbiota tiene un papel clave en cómo nos afectan también esos minerales y nuestra ingesta de minerales puede influir en la microbiota también. Entonces todo lo que pasa por nuestra boca se va a ver modulado de alguna forma por la microbiota y esa microbiota va a señalizar a todo el resto del cuerpo para modular, para regular sus funciones… —¿Y cuáles son las cosas que la dañan? —La mala alimentación, el sedentarismo, muchos fármacos, no solo los antibióticos, sino también otros fármacos como el famoso omeprazol y otros parecidos. Respirar por la boca es fatal porque altera la microbiota de la boca, por lo tanto, luego la intestinal. El estrés crónico también va muy mal. Los tóxicos, o sea, el alcohol y el tabaco es nefasto. La falta de contacto con la naturaleza, porque necesitamos a la naturaleza y si nos falta, pues a la microbiota también le falta algo. Eso es como lo principal. Al final aquí hay una cosa, es que hay que conocerse el cuerpo y no pensar que hay recetas únicas. Y lo que me funciona a mí, a lo mejor no necesariamente le funciona a otros y así para todo. El ayuno nocturno fisiológico de al menos trece horas favorece la salud intestinal y ayuda a regular la insulina y la microbiota (Imagen Ilustrativa Infobae) — Sari, voy a hacerte la última pregunta que le hago a todos los invitados y es si nos puedes dejar algo para compartir que en el último tiempo te sorprendió, lo tenés dando vueltas en la cabeza, puede ser algo que estás investigando, que te haya conmovido, lo que quieras. —Ahora estoy leyendo bastante sobre la cuestión del femenino y el masculino. Y esto obviamente incluye una parte biológica, hormonal y toda la parte del conocimiento, en el caso de las mujeres, ¿verdad? Que llevo ya bastante tiempo leyendo sobre esto sobre el tema de cómo las hormonas nos influyen a las mujeres en particular, en nuestra salud, por ejemplo, para el entrenamiento, de cómo no puedes entrenar igual en según qué fase del ciclo cómo estás. A partir de los cuarenta, la perimenopausia, todo el impacto que tiene. Pues probablemente, si entendiéramos mejor todo esto, nos iría mejor a nosotras. Y si además consiguiéramos explicárselo también a ellos y ellos también pudieran solucionarse sus problemas de déficit de testosterona, que es más frecuente de lo que parece, pues nos iría mejor a todos y además nos llevaríamos todos mejor y no estaríamos con la guerra de sexos, que a veces nos quieren inducir un poco desde fuera. Y yo creo que la verdad es que es bastante artificiosa y no me gustan demasiado esas polarizaciones tampoco, pero sí, quizás desde el punto de vista tanto biológico como ya más energético, esta cuestión es algo que estoy leyendo bastante últimamente. Hay muchas mujeres con problema del ciclo, con problema de fertilidad y luego a partir de los cuarenta, la perimenopausia y luego posteriormente la menopausia. Queda mucho que decir, mucho que hablar y es sin duda un tema clave para la salud.
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