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  • Jornadas variables y pago por kilo: ¿el empleo que se viene?

    Usuhahia » Diario Prensa

    Fecha: 11/12/2025 01:37

    Cuando la reconversión no debe ser a cualquier costo. Con Newsan expandida hacia la explotación marina y menos fábricas electrónicas activas, surgen trabajos basados en cooperativas, por contrato, monotributo, producción variable y ausencia de derechos laborales. Operarios del sector cuentan cuánto ganan y en qué condiciones. Con la electrónica en retroceso y menos productos que lleven con orgullo la bandera fueguina y la inscripción “Hecho en Tierra del Fuego”, avanzan alternativas laborales como la explotación acuícola. Newsan, histórica referente del sector fabril, lidera hoy proyectos de pesca y procesamiento de productos del mar pero los puestos de trabajo que ofrece el nuevo esquema distan de la estabilidad industrial: monotributo obligatorio, ingresos variables y ausencia total de derechos laborales. Tierra del Fuego atraviesa una transformación acelerada: mientras su perfil industrial —durante años emblema nacional de la producción electrónica— se desdibuja con rapidez, las alternativas laborales que emergen en su reemplazo generan más dudas que certezas. Con cada vez menos electrodomésticos portando la oblea con la bandera provincial y la leyenda “Hecho en Tierra del Fuego”, la búsqueda de nuevas fuentes de empleo se vuelve urgente. Pero el interrogante central es otro: ¿los nuevos trabajos serán mejores, equivalentes o incluso peores que los que se están perdiendo?. En este escenario, gana terreno la explotación acuícola: salmones, centolla, centollón y otros productos del mar aparecen como la “nueva matriz productiva” que distintas autoridades promueven ante el retroceso del sector electrónico. Y el principal actor detrás de esa expansión es Newsan, la misma firma que durante años simbolizó la fabricación de celulares, televisores y pequeños electrodomésticos. Diversificada desde hace tiempo, la empresa opera en grandes extensiones de Puerto Almanza y cuenta con buques de pesca de altamar cuyo producido se fracciona y envasa en Ushuaia para su comercialización internacional. Pero para profundizar su actividad, el grupo necesita que la Legislatura modifique la normativa que hoy impide ciertos sistemas de cría de peces en jaulas o contenedores, cuestionados por la contaminación y afectación de especies naturales que produce, y que hasta ahora están prohibidos en la Ley 1.355 que se quiere modificar. El problema es que los nuevos puestos de trabajo ya existentes en el sector no guardan relación con el modelo metalúrgico tradicional, aquel que algunos sectores sindicales cuestionaron durante años bajo la etiqueta de “contratos basura”, pero que hoy, frente al panorama actual, parecen un recuerdo deseable. Un ejemplo lo aportan algunos trabajadores que actualmente trabajan en una cooperativa dedicada al fraccionamiento de centolla y centollón, ubicada sobre la calle Agente Manuel Carmiña, frente a los talleres de la primer RTO. Allí, operarios procesan productos del mar provenientes de la zona de Puerto Almanza, extraídos por el propio grupo Newsan. Pese a ello, los trabajadores no mantienen ningún tipo de relación de dependencia con la firma ni con ninguna de sus empresa, aunque sus directivos interactúan permanentemente con los encargados del lugar. Para poder trabajar deben inscribirse como monotributistas, contratarse una prepaga por su cuenta y trabajar bajo modalidad de contrato. Además sus ingresos dependen exclusivamente de la cantidad de producto que logren envasar jornada tras jornada. Tampoco cuentan con un salario básico previsible: ganan si hay producción, y solo en función del peso de lo que se envasa. Si Newsan no les provee la mercadería, traída de las cámaras frigoríficas emplazadas en el edificio de la empresa Pesantar, en el parque industrial, no hay jornada laboral. En la práctica, esto implica meses de 10 días de trabajo, otros de 15 o, con suerte, 20 días. Los montos obtenidos, aun con esfuerzo constante, resultan insuficientes para cubrir gastos fijos como alquileres o tarjetas. En condiciones ideales —con productos garantizados durante todo el mes y ritmo de envasado constante— los trabajadores manifiestan que la paga quincenal ronda los 500 mil pesos. Pero de ese monto deben descontar monotributo, obra social, y asumir además el costo del traslado desde la ciudad hasta el galpón, utilizando el colectivo de la línea urbana. No hay vacaciones, aguinaldo, licencias pagas ni ningún otro beneficio. Solo producción y pago por peso. Y así y todo, la imposibilidad de contar con un ingreso constante y básico. Mientras tanto, la Provincia discute la ampliación del modelo acuícola como símbolo de desarrollo. Pero para muchos de los que ya trabajan bajo esta modalidad, el futuro laboral aparece menos como una oportunidad y más como un terreno incierto, sin garantías ni estabilidad. La pregunta queda planteada: ¿la nueva matriz productiva reemplazará empleo… o precariedad por más precariedad?. En momentos en que el desempleo se torna desesperante y la expresión “no hay plata” afecta hasta la imposibilidad de alimentarse se debe debatir, replantear y renegociar condiciones, de cara al pueblo, con quienes prometen generar puestos de trabajo sin explicar de qué tipo. Lo contrario, realizar pactos a las apuradas y sin transparentar de qué se trata, puede significar ni más ni menos que vender el alma al diablo…

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