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  • Femicidio en Necochea: «Cómo alguien que tiene una hija chiquita pudo hacerle esa monstruosidad a mi mamá»

    Parana » NSA

    Fecha: 10/12/2025 11:11

    Se le escapa una sonrisa tímida que le da una luz tenue a su mirada triste. Pasó un mes del femicidio de su mamá y admite que no puede ver sus fotos ni escuchar sus mensajes. «Me hace muy mal, no puedo todavía. A veces quiero escuchar su voz de algún mensaje reciente, pero no me animo, por ahora prefiero preservarme». Tanya Abigail Esperatti (18) es la hija de Débora Bulacio (39), asesinada el 9 de noviembre en el camping Miguel Lillo, en Necochea, y encontrada y desenterrada dos días después, a 30 metros de donde se habían instalado la carpa, que fue la escena del femicidio. El autor fue su pareja, Ángel Andrés Gutiérrez (31), detenido e imputado por homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género. La jueza Aída Lhez ordenó su prisión preventiva a pedido del fiscal Walter Pierrestegui. La primera foto que Débora Bulacio publicó en sus redes de su vínculo con el femicida Ángel Gutiérrez es de 2019. La autopsia, según pudo saber Clarín, arrojó que la víctima recibió una feroz golpiza que le provocó lesiones múltiples en todo el cuerpo y luego fue estrangulada. Habla pausado y en voz baja Tanya, que vive en La Plata, donde estudia Arquitectura. Cuando puede, aprovecha para viajar a Villa Cacique, partido de Benito Juárez, donde vivía su mamá y la familia. «Me cuesta conciliar el sueño, estoy insomne y después no puedo salir de la cama, como que no tengo fuerzas, me falta ese estímulo que era mamá, tengo un desgano horrible», reconoce la joven nacida en Tandil. Tanya Esperatti, que vive en La Plata, volvió a su pueblo, Villa Cacique, para estar cerca de su familia tras el femicidio de su madre. «Extraño su contención, siempre estaba para mí». El asesinato de su mamá fue un mazazo para Tanya, que nunca imaginó un desenlace así. «Yo lo vi varias veces, pero nunca crucé más que un hola que tal. Yo a ella la veía bien al principio, estaba contenta, después en el último tiempo empezaron los problemas de ellos, iban y venían, y desde entonces decidí evitarlo porque no me gustaba cómo la trataba. Veía cosas de mal gusto, no sé, no me gustaban, tenía esa sensación fea», intenta explicar sobre Gutiérrez, pero sin mencionarlo. Cuenta Tanya que con su mamá eran «muy compinches, mi gran amiga, hablábamos de todo y ella era una mujer espontánea, impulsiva», sonríe recordando cuando se le apareció una vez en La Plata. «Yo estoy viviendo allá, en una pensión y un día de agosto cayó, me escribió y me dijo: ‘Vine a verte, te extrañaba, te espero en la Catedral’. Morí de amor y nos fuimos a pasear, comimos algo y le hice una recorrida por la ciudad. Fue un día hermoso, inolvidable». El lugar donde encontraron el cuerpo de Débora Bulacio en Necochea. Foto Ecos Diarios La sonrisa se le desdibuja cuando surge un asterisco en ese «hablábamos de todo». Porque del Gutty Gutiérrez casi que no hablaba, mucho menos si «la cosa» iba mal. «Dentro de toda su apertura, mamá en eso era prudente conmigo, quizás me cuidaba o no me quería preocupar. No me mencionaba nada de su vínculo, por lo menos no lo hacía como antes, que yo la veía contenta. A veces me enteraba por una tía que la relación andaba a los tumbos, como que no fluía, pero ella quería salir adelante, seguir, a pesar de que le dijeran que no valía la pena seguir… Ella era desafiante». El video que muestra a un hombre arrastrando un bulto cerca del lugar donde encontraron a Débora Bulacio. Del viaje a Necochea, donde Débora Bulacio fue asesinada, comenta Tanya que no sabía, «pero ese jueves (6 de noviembre) me escribió y me dijo que habían viajado y que estaba bien. Cruzamos unos mensajitos, me dijo que usaba el wifi del camping, durante el viernes no nos comunicamos y el sábado me mandó un mensaje de voz. Estaba rara, seca, como medio malhumorada pero me decía que me amaba». En diálogo con Clarín, hace saber sobre ese audio de Bulacio que se viralizó, en el que dice «no estoy muy bien». Tanya aclara que no lo recibió ella, sino Ian, su primo segundo y amigo cotidiano de su mamá. «Yo me enteré de ese audio que recibió Ian después de la desaparición de mi mamá. Ella se lo envió el sábado, creo que si yo me hubiera enterado en ese momento, hubiera hecho algo, intentado algo, no sé». “Yo sé que es mi culpa”, dijo Débora Bulacio antes de su desaparición. Se esfuerza por no quebrarse Tanya, que se encuentra en la casa de su novio Gian. «No se espera nunca una cosa así, menos de alguien cercano y conocido…. Y mi mamá, más allá de las peleas que tenían, tampoco se lo imaginaba, sino se hubiera corrido de ese vínculo… Me cuesta creer cómo esta persona (Gutiérrez) no pensó en nosotros, en la familia de mi mamá… Cómo una persona que tiene una madre, una hermana y una hija chiquita, que está rodeado de mujeres, pudo hacer esa monstruosidad con mi mamá». Confiesa que no temería estar cara a cara con el femicida. «Le clavaría mis ojos en los suyos, esperando una reacción, a ver si es capaz de mirarme a los ojos, de mantenerme la mirada, de decirme por qué lo hizo», asume con enojo y valentía. «Y le preguntaría qué fue lo que desencadenó el asesinato. Quiero saber cómo fue el último día de mi mamá, sus palabras, pero no creo que me entere nunca». Dice Tanya que su mamá estaba viviendo con Gutiérrez en el último tiempo, pero cuando se peleaban volvía a la casa de sus padres. «Yo pensé que la relación de ellos tenía menos tiempo, pero encontré una foto romántica antes de la pandemia, creo que del año 2019. El había sido padre uno o dos años antes. Se dedicaba a la albañilería y mi mamá, que vendía ropa, ahora estaba trabajando como niñera de la hija de una amiga». Ángel Andrés Gutiérrez (31), detenido en Necochea por el crimen de su pareja, Débora Bulacio (39). Se angustia Tanya porque fue el año que menos estuvo con su mamá, «porque me fui a estudiar a La Plata, pero me quedan esos cinco días de octubre, cuando me los tomé para volver a Villa Cacique y pasar tiempo con ella. Fue entre el 10 y el 14 de octubre… Hicimos planes juntas, caminamos mucho, tomamos mate y hasta fuimos a un lugar que acá llamamos el monte, rodeadas de naturaleza. En alguno de los días estaba él (Gutiérrez) con su hija y pasamos unas horas todos juntos. Esa fue la última vez que la vi, unos días antes del Día de la Madre». Pese a los pocos años de diferencia, «era una madraza que estaba pendiente de cada cosa mía… Yo a veces la volvía loca con la facu, que me exigía mucho, que no me daba tiempo para otras cosas, que sentía agobio, pero ella estaba para contenerme, para escucharme, para el abrazo cuando estábamos juntas o para la palabra justa a la distancia. Y se ponía feliz cuando le contaba que había sacado buenas notas». «Ella me contenía, era re compinche, nos amábamos. Me mató a la persona más importante de mi vida», dice Tanya Esperatti. Además de estar con su novio, Tanya pasa tiempo con sus abuelos, con su papá Sergio Esperatti (42), que trabaja en la penitenciaría de Benito Juárez, y con sus hermanos Eric (21) y Demián (16). «Tratamos de darnos fuerzas, de estar cerca y unidos después de mucho tiempo sin estarlo… Todos estamos en la misma, queremos salir adelante, cueste lo que cueste, recordando a mamá con su mejor sonrisa, pero también entendiendo que esto es día a día», cierra. EMJ

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