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» Santafeactual
Fecha: 09/12/2025 02:55
Los ahogamientos son hoy la segunda causa de muerte no intencional en la infancia, detrás de los siniestros viales. Es una muerte totalmente evitable y prevenible. Con la llegada del verano y la apertura de piletas, natatorios y espacios recreativos vuelve a encenderse una alerta que la pediatría insiste en remarcar cada año. Ello, en el marco de que en Argentina un niño menor de 5 años muere por ahogamiento cada siete días según un informe presentado por la Sociedad Argentina de Pediatría. La cifra, estremecedora pero absolutamente prevenible, obliga a reforzar mensajes de cuidado y supervisión. Para comprender mejor la dimensión del problema, la prensa dialogó con el médico pediatra Nicolás Morello, quien subraya que los ahogamientos son hoy la segunda causa de muerte no intencional en la infancia, detrás de los siniestros viales. “Es totalmente prevenible” “Es difícil entender que un chico pueda fallecer por algo así porque es un hecho absolutamente prevenible”, remarca Morello. Según explica, los niños pequeños “no perciben el riesgo”, y esa falta de conciencia sumada a la subestimación del peligro por parte de los adultos crea un escenario crítico. El pediatra insiste en que la supervisión debe ser directa y permanente, especialmente en menores de 5 años. “Un chico necesita observación constante cuando está cerca de un espejo de agua. Y esto no solo aplica a piletas o ríos: muchos ahogamientos ocurren dentro del hogar, incluso en baldes o recipientes con poca agua”. Las secuelas, otro riesgo severo Además de los fallecimientos, el especialista advierte sobre las secuelas graves que pueden quedar cuando un niño sobrevive a un episodio de inmersión prolongada: “Hablamos de parálisis cerebral, trastornos motores severos, internaciones de meses. Las consecuencias pueden ser devastadoras”. Adolescentes: otro grupo de riesgo Morello señala un segundo grupo vulnerable: los adolescentes. “No es que no perciban el riesgo, sino que lo subestiman. Se tiran a nadar en lugares no habilitados, muchas veces bajo los efectos del alcohol o sin guardavidas. Es una combinación peligrosa”. Piletas seguras, un requisito imprescindible La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda que los natatorios familiares tengan cercos perimetrales de al menos 1,30 metros, sin barrotes horizontales que permitan trepar, y con un sistema de cierre seguro. “No alcanza solo con mirar: el espacio debe estar preparado para evitar que un niño acceda sin supervisión”. El pediatra también insiste en la importancia de que los adultos sepan realizar maniobras de RCP. “El tiempo entre un ahogamiento y la llegada de la ambulancia puede definir la diferencia entre la vida y la muerte”. Sobre las clases de natación, aclara que, si bien son importantes, no garantizan que un niño pueda salvarse ante una caída al agua. “Las habilidades técnicas no están completamente desarrolladas antes de los 4 a 7 años. Aunque sepan flotar, eso no reemplaza la supervisión”. El mito del “me lo mirás un minuto” Morello alerta sobre una práctica habitual en reuniones familiares: delegar el cuidado del niño sin asegurarse de que la otra persona realmente asumió esa responsabilidad. “Cuando decimos ¿me lo mirás un ratito?, ahí se genera un riesgo enorme. La supervisión debe ser individualizada y explícita. A veces creemos que a nosotros no nos va a pasar. Ese pensamiento nos pone en riesgo”. Morello destaca que, a diferencia de la pirotecnia -donde la legislación logró reducir a cero los lesionados infantiles en muchos lugares-, no se puede prohibir que las familias usen piletas o vayan al río. “Ahí la responsabilidad es del adulto. La prevención debe tener siempre un anclaje familiar”. Para cerrar, el especialista agradeció a la prensa el abordaje del tema: “Cada vez que hablamos de esto, aunque sea una sola familia la que tome conciencia, ya estamos salvando una vida”, finalizó. Fuente: SFA/RU
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