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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 09/12/2025 02:53
Menos del 13% de la población mundial logra cumplir de forma constante con las recomendaciones mínimas de sueño y movimiento diario (Imagen Ilustrativa Infobae) Millones de personas cada noche revisan en sus dispositivos cuántos pasos sumaron y cuántas horas descansaron. Conciliar el cansancio del día con el deseo de estar más activos se convierte en un desafío para la mayoría. Para muchos, cumplir con los objetivos de movimiento y descanso parece una meta cada vez más lejana en la rutina diaria. Un estudio liderado por la Universidad Flinders de Australia publicado en Communications Medicine, concluyó que menos del 13% de la población mundial logra cumplir de forma constante con las recomendaciones mínimas de sueño y movimiento diario. El equipo, encabezado por Josh Fitton, analizó más de 28 millones de días de datos recogidos por dispositivos de salud utilizados por más de 70.000 personas de diversas regiones. Las guías de organizaciones como la Organización Mundial de la Salud advierten que los adultos deberían dormir entre siete y nueve horas cada noche, además de caminar al menos 8.000 pasos diarios. Sin embargo, explicó Fitton: “La gran mayoría encuentra difícil alcanzar ambos objetivos al mismo tiempo”. Según datos liderados por la Universidad Flinders, la mayoría de las personas encuentra difícil dormir entre siete y nueve horas y caminar al menos 8.000 pasos cada día (Imagen Ilustrativa Infobae) Otro aspecto preocupante que se desprendió del estudio es que cerca del 17% de los participantes registró menos de siete horas de sueño y menos de 5.000 pasos al día. Esta combinación se asocia con un aumento de riesgos de enfermedades crónicas, sobrepeso y problemas de salud mental. El sueño, más relevante que la actividad física para un día activo Según los datos de la investigación, la calidad del descanso nocturno influye de manera directa en los niveles de actividad del día siguiente. “En promedio, quienes dormían bien tendían a moverse más durante la jornada posterior, pero realizar más pasos no mejoraba el sueño de esa noche”, explicó Fitton. “Nuestros resultados demuestran que el descanso de calidad y en cantidad suficiente tiene un impacto más fuerte sobre la actividad física del día siguiente, que el movimiento sobre el sueño nocturno”, apuntó el investigador. Cerca del 17% de los participantes durmió menos de siete horas y caminó menos de 5.000 pasos diarios, combinación que aumenta riesgos de enfermedades crónicas (Imagen Ilustrativa Infobae) Por otra parte, el informe detectó que el punto de mayor rendimiento físico no siempre dependía de dormir más horas. “Dormir entre seis y siete horas por noche se vinculó con los mayores recuentos de pasos al día siguiente”, puntualizó Fitton. Aunque subrayó que “no se trata de reducir el sueño: la eficiencia del descanso, la capacidad de dormir profundamente sin despertares resultó igual de clave”. ¿Es realista cumplir todas las recomendaciones actuales? La investigación, que abarca diferentes zonas geográficas y hábitos culturales, impulsa un debate sobre la viabilidad de las metas fijadas por expertos en el día a día de la mayoría. “Solamente una fracción mínima de la población puede sostener simultáneamente los requisitos de horas dormidas y pasos diarios, incluso usando tecnología para medirlos”, sostuvo Fitton. Las guías de organismos internacionales subrayan la importancia de equilibrar cantidad y calidad de sueño con niveles adecuados de actividad física (Imagen Ilustrativa Infobae) El propio estudio reflexionó acerca de la interacción entre los distintos ejes de la salud y sugiere repensar las estrategias para promover cambios sostenibles: “Necesitamos analizar cómo combinan estas guías y buscar enfoques para que la gente pueda cumplirlas en la práctica, de acuerdo a las demandas reales de la vida cotidiana”. El descanso, primer paso hacia una vida más saludable Para quienes atienden responsabilidades de trabajo, crianza y múltiples exigencias, priorizar el sueño puede resultar la decisión más eficaz para potenciar la energía y el bienestar a largo plazo. “Cuidar las horas y la calidad del sueño contribuye no solo a sentirse mejor, sino a contar con mayor disposición y motivación para moverse al día siguiente”, profundizó el profesor Danny Eckert, investigador principal del equipo. Eckert enumeró algunas acciones sencillas para mejorar el descanso: reducir el uso de pantallas antes de ir a la cama, mantener un horario de sueño estable y procurar un ambiente tranquilo en el dormitorio. “El sueño no es solo una pausa pasiva —señaló—, sino un agente activo que alimenta la capacidad de vivir saludablemente”. El sueño se consolida, a la luz de la ciencia, como el punto de partida para incorporar más movimiento y prevenir enfermedades, en una rutina que equilibre exigencia y salud.
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